Tengo que pensar que tiene
un grave problema psicológico, que le teme al liderazgo,
dijo el interventor del Inadi, Raúl Zaffaroni, en referencia a
Carlos Chacho Alvarez. Semejante diagnóstico, pronunciado
por un dirigente histórico del Frepaso, ex jefe del bloque de legisladores
porteños y funcionario del Gobierno, no es un dato aislado: refleja
la incomprensión y hasta el enojo que produjo en muchos frepasistas
la decisión de Alvarez de alejarse de la política cotidiana
para recluirse en un obstinado silencio.
Consultado por un diario rosarino sobre la decisión de Chacho de
renunciar a la vicepresidencia, Zaffaroni fue durísimo: Tengo
que pensar que tiene un grave problema psicológico. Que le teme
al desorden, a las multitudes. Que le teme al liderazgo. Que teme que
las multitudes se le vuelvan incontrolables, señaló.
Y, cuando le preguntaron qué opinaba sobre la situación
actual del Frepaso, aseguró: Prefiero no hablar del Frepaso.
¿Existe el Frepaso?.
Las declaraciones, efectuadas al diario La Capital de Rosario, no provienen
de cualquier dirigente. Jurista prestigioso, director de la Cátedra
de Derecho Penal de la UBA, Zaffaroni fue convocado a integrar el Frepaso
por Chacho Alvarez. Fue elegido legislador porteño y luego titular
de la bancada frepasista en la Legislatura.
En diálogo con Página/12, uno de los asesores de Zaffaroni
aseguró que la relación con Alvarez es distante desde hace
tiempo. Y, aunque no lo dijo, hay un hecho que lo explica claramente.
El 18 de marzo pasado, tres enviados de Chacho le pidieron que se bajara
de la lista de candidatos a legisladores porteños para las elecciones
del 7 de mayo.
Pero no fue el pedido sino la razón lo que indignó a Zaffaroni:
como fue uno de los autores del discutido Código de Convivencia
Urbano y mantuvo siempre una postura claramente garantista, la conducción
del Frepaso no quería que su presencia en la boleta ofreciera un
flanco que debilitara las chances de la Alianza. Para colmo, la circunstancia
no fue muy feliz: el pedido fue formulado a último momento, antes
del cierre de las listas, cuando Zaffaroni salía del velorio de
una tía con la que se crió.
Poco después, el jurista recibía un llamado del ministro
del Interior, Federico Storani, quien le ofreció en nombre del
Presidente la jefatura del Inadi, que sería intervenido. Enojado,
el penalista lo rechazó. Y recién aceptó la propuesta
cuando Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez se comunicaron para
ablandarlo.
Alegando el respeto y la amistad que los une al
jurista, los dirigentes del Frepaso cercanos a Chacho Alvarez se negaron
ayer a opinar sobre sus declaraciones. Estaba enojado desde hace
tiempo, recordó un diputado.
Pero hay algo más. Lejos de ser un dato aislado, el diagnóstico
psicológico esbozado por Zaffaroni refleja la complicada situación
interna del Frepaso. Desde que renunció a la vicepresidencia, Alvarez
eligió un curioso punto medio, equilibrando algunos gestos en favor
de la Alianza (como la integración de dirigentes frepasistas al
Gobierno) con el hoy postergado lanzamiento de un confuso
movimiento apartidario. Todo esto en un silencio que esconde sus cuestionamientos
a la política oficial y que desconcierta a muchos frepasistas que
igual que Zaffaroni no terminan de entender hacia dónde
se dirige Chacho Alvarez.
CORTARON
LA RUTA QUE UNE SANTA FE Y PARANA
Piquete disuelto a palazos
Desde Santa Fe
La policía
reprimió ayer a balazos de goma a desocupados que bloquearon durante
más de seis horas el puente Oroño, en la estratégica
ruta al túnel subfluvial, liberó a una funcionaria nacional
que estuvo retenida buena parte de ese lapso, y después
desató una persecución que terminó con la detención
de 50 piqueteros en los barrios aledaños. La protesta social se
encendió en las vísperas del paro obrero, con dos cortes
de rutas en los accesos a Santa Fe y una barricada frente a la Municipalidad,
pero el bloqueo del puente sobre la laguna Setúbal generó
un caos en el tránsito, al punto que la fila de vehículos
llegó hasta la ciudad de Paraná, a 25 kilómetros.
La represión fue ordenada por el juez federal subrogante Eduardo
Tejerina, y en el desbande, los manifestantes arremetieron con piedras
y palos contra camiones y vehículos que estaban en la cola,
a los que provocaron serios daños. El gobernador Carlos Reutemann
interpretó la protesta a su estilo: Eran 60 personas que
estaban extorsionando al gobierno, dijo.
El puente Oroño fue cortado después de las 9 de la mañana,
cuando unas 60 personas ocuparon las dos manos del viaducto, y se mantuvieron
irreductibles hasta las tres de la tarde, en medio de innumerables negociaciones.
En ese lapso creció la tensión, los chispazos con los conductores,
y el número de manifestantes cuando se sumaron unos 20 piqueteros
de Alto Verde, un barrio humilde de las inmediaciones. Mientras, la cola
de vehículos llegaba hasta el túnel subfluvial y la ciudad
de Paraná, a 25 kilómetros, y del lado Santa Fe quedaban
bloqueadas las avenidas de acceso al puente Oroño.
El secretario general de la CGT rebelde, Jorge Kiener a quien responden
los piqueteros se ofreció como mediador, mientras la gerenta
de Empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación, Amalia López
Rosa, abría una línea de negociaciones, junto a dos funcionarios
de la Municipalidad de Santa Fe: la secretaria de Promoción Comunitaria,
Alejandrina Gómez Lassaga, y el subsecretario de Gobierno, Patricio
Mansilla. López Rosa quedó retenida por los
piqueteros y recién pudo recuperar su libertad con el avance policial.
A media mañana, Reutemann dijo que participaban en la protesta
unas 60 personas que tienen cortada una ruta del Mercosur y paralizada
a gente de trabajo. Esto no sólo nos afecta a nosotros, sino también
al Mercosur. Pero bueno, si nosotros dispersamos a los 60 manifestantes
nos acusan que somos represores, advirtió el mandatario.
No comparto que 60 personas estén extorsionando al gobierno,
pero bueno, tenemos las dos caras de la moneda.
Alrededor de las 15, ya con la orden judicial en la mano de jefes policiales,
efectivos de la Guardia de Infantería avanzaron sobre los manifestantes,
con gases y balas de goma, aunque la primera salva fue lanzada al aire.
El desbande fue general pero, en la retirada, los piqueteros arremetieron
con palos y proyectiles contra los vehículos que estaban bloqueados.
A partir de ahí, comenzó una persecución que se prolongó
por los barrios aledaños: Alto Verde, El Pozo ubicado a cinco
kilómetros de distancia del corte y hasta en una playa cercana.
Hay unos 50 detenidos que ahora están a disposición
de la justicia federal, dijo anoche una fuente del gobierno. La
policía había logrado también secuestrar hondas,
palos y proyectiles de hierro recortados que usaban los manifestantes.
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