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Siempre hay lugar para uno más dentro de la SIDE

El ex juez Pablo Bruno, acusado de haber presenciado torturas a detenidos, fue designado como director de Asuntos Internos de la SIDE. Goza de estrechas relaciones con la Policía Federal.

Bruno con algunos de sus amigos, Enrique “Coti” Nosiglia y Hugo Anzorreguy, sorprendidos por Página/12.

Por Eduardo Tagliaferro

Un día después de haber renunciado al juzgado que tenía a su cargo, Pablo Bruno, acusado de haber tolerado torturas a un grupo de detenidos involucrados en el denominado “Robo del Siglo”, fue incorporado oficialmente al plantel de la SIDE. Anteayer, en un expeditivo trámite, el gobierno nacional aceptó la renuncia de Bruno al Juzgado de Instrucción Nº 28 y con ello lo liberó de defenderse frente al Consejo de la Magistratura que tramitaba su destitución. Ayer fue designado responsable de la estratégica repartición Asuntos Internos, encargada de controlar a los espías nativos.
Un destacado funcionario de la SIDE ratificó ayer a Página/12 que el nombramiento de Bruno “respondía a la necesidad de cubrir un puesto que históricamente estaba vacante” y que “es imprescindible cubrir en toda fuerza que participa de actividades tan sensibles como la investigación de hechos casi siempre conectados con el delito”.
Hombres de la SIDE sugirieron a este diario que la incorporación de Bruno estaba destinada a poner fin a “algunos comportamientos de agentes de dudosa filiación democrática”. Si bien el nombramiento de Bruno se efectivizó ayer, hace varios días que se podía ver al ex juez deambular por las oficinas de la central de inteligencia.
De buenos contactos con la Policía Federal, Bruno se caracteriza por tener una fluida relación con el operador radical Enrique “Coti” Nosiglia. Esa misma relación le permitió entablar estrechos contactos con el ex titular de la SIDE, el menemista Hugo Anzorreguy. De esa relación dio cuenta este diario cuando registró el encuentro de Bruno con Anzorreguy y Nosiglia, en el paquete café porteño La Biela.
Algunos colaboradores que acompañaron a Nosiglia en su paso por el Ministerio del Interior recordaron a Página/12 que para esclarecer el secuestro del empresario Osvaldo Sivak, el hoy secretario general del radicalismo contó con la ayuda de un oficial de inteligencia de la Policía Federal, precisamente el padre del nuevo funcionario de la SIDE.
“Es una etapa superada en mi vida”, dijo Bruno al fundamentar su alejamiento de la Justicia. Su carrera había comenzado hace muchos años y una de las actuaciones que lo pondría en la primera plana de los diarios fue la detención de Aníbal Gordon, jefe de la banda parapolicial Triple A, que durante el gobierno de Isabel Perón operaba desde las mismas oficinas de la SIDE que desde hoy el ex juez ocupará oficialmente.
En esa ocasión, Bruno se desempeñaba como secretario del juez Lucio Somoza y apareció fotografiado junto a Gordon y a un oficial de inteligencia de la Policía Federal que lo llevaba esposado. El oficial se llamaba Carmelo Spataro. Una curiosidad de la historia volvió a reunir a Spataro y a Bruno en un expediente judicial. Fue diecisiete años después, cuando el Tribunal Oral Nº 9 lo acusó a Bruno de haber tolerado la tortura de los detenidos por el asalto a la empresa transportadora de caudales Firme SA, cuyo titular era, curiosamente, Carmelo Spataro.
Esta extraña amistad tal vez explique la “diligencia” puesta de manifiesto por el magistrado en la búsqueda de los 14 millones robados a la empresa de caudales. “Media Policía Federal argentina se movilizó junto a dos jueces y secretarios, cuando apareció parte del dinero”, dijo en ocasión del juicio oral, el fiscal general del Tribunal Nº 9. Bruno también había sido acusado por “tortura psicológica” durante una declaración indagatoria por Carmen Lapacó, integrante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, quien había denunciado ante su juzgado un robo en el Centro de Estudios Legales y Sociales.
Fuentes de la SIDE consultadas por este diario minimizaron los antecedentes de Bruno y, descalificando la acusación que el ex juez tiene por haber presenciado torturas, dijeron que “la denuncia la hacen quienes precisamente son acusados de participar en el ‘Robo del Siglo’”. A la hora de las especulaciones, los hombres de la SIDE señalaron su malestar por la difusión de la noticia y responsabilizaron por la filtración a “algunosespías molestos por la designación de quien de ahora en más deberá controlarlos”.

 


 

{ITALIA PIDIO UN RESARCIMIENTO PARA LAS VICTIMAS
Para que los genocidas además paguen

Laura Termine
Desde Roma

Un abogado del gobierno italiano pidió ayer a una Corte de Roma diez mil millones de liras –alrededor de cinco millones de dólares– de resarcimiento moral por los asesinatos de siete ciudadanos italoargentinos y la desaparición de un bebé durante los años de la dictadura y la cadena perpetua para los ex generales Guillermo Suárez Mason y Santiago Riveros imputados en Italia por esos crímenes. Giovanni Piero De Figueredo, que representa al primer ministro italiano en el juicio contra los ex generales y cinco militares subordinados de Riveros, solicitó al Segundo Tribunal Criminal de Roma alrededor de 500.000 mil dólares por cada una de las víctimas y cerca de un millón y medio de dólares por el secuestro y cambio de identidad del hijo de Laura Carlotto, nacido en cautiverio.
Sin embargo, será casi imposible que los imputados deban erogar esa suma a las arcas del Estado italiano, ya que no existen herramientas legales para hacer cumplir una eventual sentencia favorable, tratándose de un juicio cuyos imputados son de otra nacionalidad.
De Figueredo pidió también cadena perpetua para el resto de los imputados. “Sean despiadados como fueron despiadados estos siete imputados contra nuestros conciudadanos, pero aplicando el derecho”, les dijo el abogado a los miembros de la Corte de Assise después de pedir las condenas.
Durante su alegato de cuatro horas, De Figueredo jugó a proponer los posibles argumentos de la defensa y uno a uno los fue desacreditando, ante la mirada incrédula de los defensores de Suárez Mason y Riveros, que actúan de oficio. El abogado del gobierno resumió los años de “piombo” en Italia recordando algunos de los atentados terroristas más sangrientos, como la masacre de Piazza Fontana, negando que la existencia de la subversión pueda justificar la represión desenfrenada de Estado. “En Italia todo esto no generó una dictadura militar, no hubo centros clandestinos de detención, ni torturas, ni desaparecidos”, sentenció. Después desestimó la posibilidad de que los ex generales actuaran sólo obedeciendo órdenes superiores.
“Suárez Mason y Riveros participaron del golpe del ‘76, tuvieron puestos de comando importantes que no se le darían a cualquiera, no eran obligados a obedecer órdenes de todo tipo, podían jubilarse”, ironizó. Dirigiéndose a los nueve jurados populares, el abogado del Estado italiano reconoció la falta de pruebas directas contra los militares, “Suárez Mason y Riveros no empuñaron el arma homicida y nadie los vio dar las órdenes de matar a las víctimas de este juicio”, dijo De Figueredo, e inmediatamente recordó el artículo 110 del Código Penal que prevé la condena a quienes participen de un delito como mandantes u organizadores.

 

 

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