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ENTREVISTA A UNO DE LOS LIBERADOS DEL CASO CARRASCO
“No nos vean como asesinos”

Tras pasar seis años presos, ayer salieron en libertad Cristian Suárez y Víctor Salazar. En diálogo con Página/12 Suárez, insistió en su inocencia: �El caso Carrasco no está cerrado�, dijo.

Suárez con su madre Berta y Salazar con la suya, Yolanda, minutos después de salir en libertad. �Nosotros en la cárcel sabíamos que nos estábamos comiendo un garrón�, asegura Salazar.

Por Carlos Rodríguez

“Le diría a la sociedad que siga pidiendo Justicia, como lo hizo en su momento, porque con nuestra condena lo que hicieron fue cerrar una causa como si fuera un paquete, pero les entregaron un paquete vacío.” Después de estar más de seis años preso, Cristian Suárez, condenado a diez años de prisión por el crimen del soldado Omar Carrasco, insistió ayer en declarar su inocencia al salir en libertad condicional junto con el ex conscripto Víctor Salazar, quien había recibido la misma pena. “La gente no se va a olvidar del caso Carrasco porque terminó con el servicio militar y lo que nosotros esperamos es que no nos vean como los asesinos, porque no lo somos”, puntualizó Suárez en diálogo telefónico con Página/12, mientras llegaba en automóvil a su casa de la localidad neuquina de Plaza Huincul, a 100 kilómetros de Neuquén capital, acompañado por las bocinas de una caravana de autos. “Es una forma de apoyarnos y respaldar lo que venimos diciendo acerca de nuestra inocencia”, interpretó Suárez.
La libertad condicional de los dos ex soldados fue firmada ayer por la tarde por la jueza Aydée Vasquez Villar, integrante del Tribunal Oral que los había condenado el 31 de enero de 1996, a casi dos años del crimen ocurrido en marzo de 1994. En ese juicio también se dictó la condena a 15 años de prisión del subteniente Ignacio Canevaro, preso en Ezeiza. Para dictar la condicional se tuvo en cuenta la ley del “dos por uno”, pero apenas significó una reducción de cuatro meses y 18 días. El pedido para que fueran dejados en libertad fue avalado por el fiscal Manuel de Reyes Balboa, el mismo que los había considerado culpables del homicidio.
“Lo que sigue pendiente es demostrar que somos inocentes y que el caso Carrasco no está cerrado con las condenas que nos aplicaron”, dijo Víctor Salazar a los periodistas que esperaron la salida de los ex conscriptos en la puerta de la Unidad 12 de la Policía de Neuquén, en las proximidades del aeropuerto de esa ciudad. “Esto fue una injusticia que todavía puede quedar al desnudo si se hace el juicio por el encubrimiento del crimen, que está siendo demorado por el escándalo que podría generar”, opinó Salazar. Esa causa, que tiene más de dos años de postergación luego de su pedido de elevación a juicio, involucra a cerca de una decena de altos jefes militares que tenían mando cuando ocurrieron los hechos.
“Estar de vuelta en la calle parece un sueño”, fue la primera frase que pudo armar Cristian, abrazado a su madre, Berta, quien ahora espera “recuperar el tiempo que me robaron de la juventud de mi hijo”. El joven ingresó al servicio militar a los 19 años, fue detenido el 20 de junio de 1994 y condenado en enero de 1996. Ahora tiene 27 años y un objetivo que se parece mucho a una obsesión: “Para nosotros fueron años de sacrificio, de saber que nos estábamos comiendo un garrón, de luchar desde adentro para tratar de decir que éramos inocentes y ahora, en libertad, vamos a seguir el mismo camino”.
La idea fija parece involucrar a toda la familia, incluida la menor de los Suárez, que tenía 12 años cuando le “arrebataron” –así lo expresa ella– a su hermano. Silvina Suárez, que ahora tiene 18, es estudiante de abogacía porque quiere “estar capacitada para demostrar algún día que Cristian es inocente”. Aseguró que sus compañeros de estudio nunca la discriminaron: “Jamás me dijeron ‘sos la hermana de un asesino’, me apoyaron y acompañaron en el dolor de saber que había una injusticia”.
Cristian Suárez aseguró que está bien en Plaza Huincul. “Teníamos miedo con Víctor sobre cómo nos recibirían, pero en las salidas transitorias (de las que gozan desde hace más de un año) siempre hemos sido bien tratados porque creo que se dan cuenta que no somos dos asesinos”. Mientras Suárez está en el segundo año de Administración de Empresas, una carrera de tres, Víctor Salazar está completando sus estudios secundarios y ayer regresó a su pueblito de Godoy, en Río Negro, a 100 kilómetros de Neuquén. “Lo más fácil era decir que nosotros fuimos los asesinos, en vez de investigar a fondo y descubrir una verdad mucho más oscura”, sostuvo Suárez.
“Es cierto, ahora soy otra persona. Era muy mamero y tuve que aprender a defenderme porque en la cárcel es muy duro todo”, admitió refiriéndose a un evidente cambio en su personalidad. Marcelo Inaudi y Daniel Valencia, abogados de Suárez y Salazar, están convencidos de que el juicio por el encubrimiento “puede llegar a la verdad, si es que se hace de una buena vez”. En la causa hay elementos que hacen sospechar que Carrasco pudo haber muerto por mala asistencia médica en el Hospital Militar del Cuartel de Zapala, donde ocurrió el crimen. Eso reduciría la responsabilidad de los dos condenados, aún cuando se mantenga la hipótesis que se dio por cierta en el juicio y que indicó que ellos golpearon a Carrasco.

 


 

AUTORIZAN EL MUSEO DE ARTE LATINOAMERICANO
Buenas noticias para Constantini

Por Eduardo Videla

El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), que construye en Palermo el empresario Eduardo Constantini, ya tiene el visto bueno de la Legislatura porteña. Tal como adelantó Página/12, la Comisión de Planeamiento Urbano aprobó ayer el dictamen que avala tanto la construcción del edificio como su ampliación fuera de las normas del Código de Planeamiento Urbano, y sería sancionado por el cuerpo antes del 15 de diciembre. Sin embargo, Constantini deberá esperar un tiempo más para exhibir allí su colección: como toda excepción, debe someterse a una audiencia pública y a una nueva votación de los diputados.
El controvertido edificio, que se levanta en la avenida Figueroa Alcorta y San Martín de Tours, ya está prácticamente terminado, pero como Constantini pidió un permiso para techar la terraza y habilitar así un nuevo salón, supeditó la inauguración a la aprobación de ese trámite. La Legislatura debía, además, salvar otra omisión: el Código sólo autoriza en esa zona la habilitación de museos en edificios históricos, preexistentes, y no en nuevas construcciones.
En el dictamen, se le impuso a Constantini una sola condición: “Que el museo tenga acceso libre y gratuito para todos los estudiantes del sistema público”, dijo a Página/12 el titular de la comisión, Marcelo Vensentini.
Constantini construyó el museo para reunir allí su colección de obras de artistas latinoamericanos, una de las más importantes del mundo: son más de 200 obras de unos 60 autores, entre ellos, Antonio Berni, Frida Khalo, Cándido Portinari, Xul Solar y Guillermo Kuitca. La propuesta cosechó el apoyo de todo el espectro de la cultura local, pero generó encontronazos entre los vecinos: mientras unos lo apoyan, otros lo critican porque dicen que provocará un importante impacto ambiental en el barrio.
La aprobación del proyecto no respetó colores partidarios: lo apoyaron Vensentini, Clori Yelicic y Ricardo Bussaca (de la Alianza) e Irene López de Castro (Encuentro por la Ciudad), mientras que se abstuvieron Miguel Doy (Encuentro), Antonio Crespo Campos (Alianza) y Eduardo Valdez (PJ).
Los legisladores también acordaron suprimir del Código de Planeamiento Urbano toda restricción a la habilitación de museos en la ciudad”, de acuerdo con un proyecto presentado por las diputadas López de Castro y Pimpi Colombo, de Encuentro por la Ciudad.
“No queremos que se siente un precedente”, rebatió por su parte Miguel Doy, tras fundamentar su abstención en “las irregularidades que detectamos en el expediente, ya que un funcionario del Ejecutivo autorizó el museo cuando ese trámite debió hacerlo la Legislatura”. Se refería al director de Interpretación Urbanística, Francisco Prati, denunciado ante la Justicia por un grupo de vecinos, por mal desempeño de sus funciones.
Los legisladores, finalmente, desestimaron la posibilidad de aprobar la norma a cambio de una contraprestación de Constantini para financiar mejoras en edificios del área de la Secretaría de Cultura, como se pensó en un principio. “Lo aprobamos porque el proyecto es bueno para la ciudad desde el punto de vista urbanístico”, concluyó Vensentini.

 

 

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