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TRIUNFAL ASUNCION DE PANIAGUA COMO PRESIDENTE DE PERU
Las escenas del día menos pensado

Ayer Valentín Paniagua asumió la presidencia de Perú después de que el Congreso destituyera a Fujimori por “permanente incapacidad moral”. Esta es la crónica de lo que nadie esperó ver en Perú.

Valentín Paniagua saluda a la multitud desde el Palacio.
“¡Juicio a Martha Chávez!”, le reclamaban los manifestantes.

Por Carlos Noriega
Desde Lima

En medio de manifestaciones de apoyo, el abogado constitucionalista Valentín Paniagua (64) asumió ayer la presidencia del Perú, poniendo así fin a la era fujimorista, que se prolongó por una década. El ambiente que reinaba ayer en el país era diametralmente opuesto al clima de protestas y violencia en el cual Alberto Fujimori inauguró hace cuatro meses su tercer mandato presidencial. En su primera medida como presidente de la república, Paniagua designó al ex secretario general de las Naciones Unidas y ex candidato presidencial en 1995, Javier Pérez de Cuellar, como su primer ministro. Pérez de Cuellar, quien está radicado en París, llegará a Lima recién en la noche de hoy. Los comandantes generales de las Fuerzas Armadas llegaron hasta Palacio de Gobierno para saludar al nuevo presidente.
Luego de que ayer el Congreso aprobara la renuncia de Ricardo Márquez, el segundo vicepresidente de Fujimori (el día anterior le había dado trámite a la renuncia del primer vicepresidente Francisco Tudela), quedó el terreno despejado para que Paniagua asumiera la presidencia. Previamente, al filo de la medianoche del martes, el Congreso unicameral de 120 bancas había aprobado por 62 votos rechazar la renuncia de Fujimori y destituirlo por “permanente incapacidad moral”. De esta forma, el ex presidente queda inhabilitado para participar en política. Entre aplausos y gritos de “Valentín, Valentín”, un sonriente Paniagua ingresó al Congreso poco después de la una de la tarde para juramentar como presidente de la República. En las galerías no entraba una persona más. Estaban los principales dirigentes políticos del país. También los ministros del último gabinete fujimorista.
Hace una semana Paniagua estaba muy lejos de imaginar la escena que vivía en ese momento. Las circunstancias políticas lo elevaron rápida e imprevistamente al lugar que hoy ocupa. Sin poder ocultar su contrariedad, la vicepresidenta del Congreso, la fujimorista Luz Salgado, se tuvo que resignar a ponerle la banda presidencial. Ella, sin duda, hace unos días también estaba muy lejos de imaginar que sería protagonista de una escena como ésa. El primer discurso de Paniagua como presidente fue breve. Apenas duró quince minutos. “Nace hoy un nuevo tiempo, se cierra una etapa y se abre otra”, fueron sus primeras palabras en su flamante cargo. Paniagua puso énfasis en señalar que la “tarea central” de su gobierno será garantizar que “ninguna autoridad política, ni dependencia pública, interfiera en el próximo proceso electoral. El resultado expresado en las ánforas será escrupulosamente respetado”. Fue en extremo escueto para tocar el álgido problema de las relaciones con los militares, entre quienes Montesinos aún mantiene importante influencia. “Persuadido del sometimiento de las fuerzas armadas y policiales al orden constitucional, la paz interna y exterior está garantizada”, fue todo lo que dijo sobre el tema. Limpiar a las Fuerzas Armadas de los oficiales montesinistas será la más urgente y difícil tarea del nuevo gobierno. En medio de un gran desorden por el tumulto de congresistas, políticos, periodistas y simpatizantes que lo acompañaban, Paniagua salió del Congreso para dirigirse a Palacio de Gobierno. En la Plaza Mayor lo esperaba una entusiasta multitud. Acompañado de los principales líderes parlamentarios de los partidos que formaban la ex oposición, convertida desde ayer en oficialismo, el nuevo presidente salió a uno de los balcones de Palacio para saludar a los manifestantes, que en ese momento comenzaron a corear “Juicio a Martha Chávez”, la parlamentaria rabiosamente fujimorista. El besamanos en Palacio de Gobierno se prolongó por varias horas. Nadieparecía querer perderse la ocasión saludar al flamante nuevo presidente. Incluso no pocos fujimoristas fueron a felicitarlo.
Mientras en el Perú sonaban las últimas clarinadas de los funerales de su régimen, en Tokio Alberto Fujimori abandonaba el hotel donde estaba alojado. No se informó el lugar a donde se mudó.

 


 

REPORTAJE EXCLUSIVO A JAVIER PEREZ DE CUELLAR, NUEVO PRIMER MINISTRO
“Voy para hacer un Estado de Derecho”

Por Eduardo Febbro
Desde París

Javier Pérez de Cuéllar ingresó al poder político peruano por la puerta que Alberto Fujimori dejó abierta con su fuga a Japón. Vasta paradoja en la vida de un diplomático brillante, ex secretario general de las Naciones Unidas, que en 1995 había perdido las elecciones presidenciales frente al prófugo Fujimori. En esta entrevista exclusiva con Página/12, realizada poco después de su nombramiento oficial, Pérez de Cuéllar adelanta los grandes rasgos de su futura gestión. En ella figura una misión central: preparar el terreno para la democratización del Perú.
–¿Qué sintió ante el nombramiento?
–No puedo más que expresar mi gratitud con el presidente que, generosamente, me ofreció un puesto de tanta importancia. Me siendo sumamente honrado de haber sido seleccionado, sobre todo porque la tarea es muy grande. Se trata de un trabajo que hay que desarrollar en muy poco tiempo, o sea desde aquí hasta el mes de julio. Apenas 8 meses durante los cuales nuestra tarea va a consistir en tratar de reconstruir la democracia en el país para entregársela al nuevo gobierno. Ese gobierno que se elegirá en el mes de abril tiene que ser un gabinete que ya tenga al menos el terreno preparado para continuar la labor de estabilización y de arraigamiento de la democracia en nuestro país. No hablo de la simple democracia que consiste en votar o en que haya elecciones, no, para nada. Me estoy refiriendo a la democracia que significa el bienestar social de todos mis compatriotas.
–¿De aquí a julio se puede trabajar a fondo en semejante tarea?
–Aparentemente es un plazo muy corto, lo admito, tiene usted razón. Pero ya le dije yo que lo que debemos hacer es preparar el terreno y no que vamos a dejar la democracia establecida. Nuestra misión es ésa: preparar las cosas para que, en la medida de lo posible, el nuevo gobierno reciba una estabilidad democrática en nuestro país. No es fácil, claro está. Pero mire usted, este cambio tan súbito de un régimen autoritario a otro democrático ya ha producido un impacto muy grande. Confío entonces que encontraremos una gran cooperación en todos los sectores del país.
–Usted es nombrado primer ministro cinco años después de haber sido vencido por Fujimori en las urnas.
–Bueno, eso no influirá en mi actuar. Además, el señor Fujimori ha cometido una suerte de harakiri político. El mismo se ha matado con esa fuga hacia el exterior... sin haber tenido el coraje de haber presentado la renuncia en el territorio nacional. Entonces yo ya no tengo ninguna necesidad de ejercer alguna clase de venganza: el mismo Fujimori se vengó en lo que yo he llamado un harakiri político.
–Usted hereda sin embargo un país fujimorizado... y hasta contaminado por Montesinos.
–Bueno, en lo que se refiere a la fujimorización del país, según entiendo el desencanto ha sido tan grande por la forma en que Fujimori actuó que, evidentemente, esa fujimorización va ir desvaneciéndose. En lo que se refiere al otro aspecto, es decir Montesinos y su montaje de corrupción que ha quedado como herencia, bueno... eso es una tarea bastante complicada. Pero confío en que la opinión pública estará satisfecha de ver que, después de 10 años, recién va a empezar a respirar un aire verdaderamente democrático.
–¿Ha pensado ya en la arquitectura de su próximo gobierno?
–A partir de hoy en día no tengo ninguna preferencia política. Considero que la gestión de nuestro gabinete radica en despolitizar nuestro esfuerzo para construir al país democráticamente. Estoy dispuesto a estar a la altura de la tarea que me encomendaron. Mañana llego al país con la intención de restaurar las instituciones de la República y hacer del Perú un Estado de Derecho. Eso es muy importante: un Estado de Derecho para todos pero también una mejor situación económica. No hay que olvidar que pese a las declaraciones del antiguo régimen la situación económica que heredamos es compleja.

 

 

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