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“Gracias a los insultos de la gente,
batí todos los records de audiencia”

Miguel Angel de Renzis reconoce que los llamados agresivos de sus televidentes le sirvieron para aumentar su popularidad.

“De Renzis: Ayer y hoy”
se emite por PyE, a la 0.30.
A veces, de programa político se transforma en una comedia.

Por Julián Gorodischer

A este hombre le dedicaron los insultos más creativos. Primero lo sorprendieron desde el teléfono con algún “Gordo bolú...” cuando, ingenuo, atendió un llamado en su programa “De Renzis: Ayer y Hoy” (por el canal de cable PyE, de lunes a viernes a las 0.30 horas). La escalada fue en aumento, y el hombre se hizo famoso en los programas de archivo de la TV abierta. El cable daba vida a un nuevo objeto de culto, antes un gris presentador de otro pequeño espacio político. Ahora, después de que le dijeron las palabras más soeces, él disfruta del resultado conseguido: “Batí todos los récords de audiencia en el cable”, asegura a Página/12, unos minutos antes de que su programa salga al aire.
La escalada agresiva frenó junto con el fin de las campañas. Lo explica: “Fueron rencores partidarios, fui un duhaldista reconocido”. Pero en los picos del hábito de insultarlo, De Renzis escuchó las bromas pesadas más originales. El factor sorpresa nunca estuvo ausente. La charla comienza, por caso, en el “primer programa interactivo de la tele”, y alguien le sigue el juego que más le gusta: la queja y el reclamo. Con la bandera argentina como fondo, con ese tono pretencioso con el que habla de “recuperar la dignidad de los argentinos” o de “la segunda independencia de la Patria”, el hombre escucha en permanente movimiento. Su desplazamiento es constante: recorre todos los rincones del estudio, desorientando a las cámaras. De pronto, la voz del otro lado quiebra el tono: “De Renzis, tengo una duda...”.
El conductor detiene el relato de esa anécdota. “Podés imaginar lo que vino después”, dice al cronista. “Pregunté cuál, y me respondieron: ‘la podonga’”. Otras veces, la dedicatoria es más personal y lo coloca en un primer plano. El que aparece en esos casos es un brutal cambio de registro: el programa político se transforma en una comedia. El mismo conductor que auspicia la creación de un movimiento para “sacar adelante a la Argentina”, el que recomienda complejas operaciones financieras a quien pide sus consejos, escucha, impasible, los violentos juicios sobre su gordura. A De Renzis –que ahora tiene una propuesta de la TV abierta, para llevar la escena del desconcierto a un nivel masivo– le dijeron de todo. Escuchó atento, motivado por la premisa que sostiene en la entrevista:
–A mí no me insulta quien quiere, sino quien puede. El resto no me llega.
–¿Generar un espacio televisivo para que lo agredan por teléfono no es una actitud masoquista?
–Este país sufrió demasiado para que yo no permita que la gente se exprese. Todo empezó como una cuestión política, porque dije públicamente que iba a votar a Duhalde. Se prendieron los pibes como una gracia. Agreden en dos o tres minutos, porque total no te conocen. Primero no dije nada, después puse los números al aire y se ocupó la gente.
Se refiere a “su gente”. Stella Maris ha sido invitada para contar su militancia en Argentina Viva, el grupo que De Renzis comanda “sin ninguna intención” de candidatearse. “¿Qué decimos?”, pregunta a su ídolo, antes de que la luz se encienda, como si sólo él pudiera aleccionarla. “Lo que quieras”, responde el “pluralista”, que conoce de memoria lo que vendrá: Stella Maris gritando a la lente: “Levantemos este país”, y la posterior invitación del conductor al encuentro del próximo sábado. “Porque sólo la gente puede salvar a la Argentina que sangra”. Su gente, claro.
Poco más tarde viene lo divertido: un nuevo llamado. Pasan, uno tras otro, los apoyos a la cruzada del periodista, flamante (aunque no reconocido) líder político. Pero el anzuelo está tirado. En cualquier momento todo puede cambiar, como otras veces, cuando el espectador asume que vale la pena exponer al conductor para romper el contracté de la pantalla chica. El mismo De Renzis prefiere conceder antes que condenaresos insultos: “Por momentos pienso que son una gran estupidez; otras veces creo que puede ser interesante analizarlos”.

 

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