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PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler

�Aguantaremos un año más�

¿Cómo va a ser el año que empieza pasado mañana? “Eso no depende de lo que pase acá. Nada depende de nosotros. Si baja la tasa de interés en el mundo, si sube el euro, si mejoran los términos de intercambio (la relación entre los precios de exportaciones e importaciones)... de repente este país crece 4 o 5 por ciento. Pero, en ese caso, dentro de un año y medio o dos habrá un déficit de la cuenta corriente (del balance de pagos) de 6 o 7 puntos del Producto, y entonces tendremos otra crisis financiera. Para no esperar algo así uno tendría que creer que la convertibilidad se arregló sola, y eso no es cierto.” Así piensa Roberto Frenkel, el mismo que fue jefe de asesores del Ministerio de Economía en tiempos de Sourrouille, Machinea, Vicens, Gerchunoff, pero que esta vez, con De la Rúa en lugar de Alfonsín, no es de la partida. Desde hace un año mira transcurrir la crisis desde el directorio del Banco Provincia, con un perfil harto bajo, como para no meter más ruido con su visión crítica de la política económica. Pero ahora habló con Página/12, sin pelos en la lengua, sobre la coyuntura, el blindaje y lo que podrá sobrevenir.
Hoy, gracias a su larga recesión, la Argentina goza de un ligero superávit comercial (exporta algo más de lo que importa), pero aun así la cuenta corriente (que computa rubros como intereses, giros de utilidades, remesas de regalías, etcétera) tiene un rojo igual a 3,5 puntos del Producto. Esos 10 mil millones de dólares son, para Frenkel, un déficit inercial, causado por la deuda ya acumulada, sobre la cual se pagan servicios, y por la inversión extranjera directa ya ingresada, que remite beneficios y royalties. “Ahora, si la economía creciera –predice–, reaparecería el déficit comercial, que se sumaría al de cuenta corriente, que ya no se puede bajar.” Como dato, cuando crece el PBI, las importaciones se expanden 3,5 veces tan rápidamente, pero es difícil que las exportaciones les sigan el tren, pese a la recuperación en los precios agrícolas, por el problema del tipo de cambio. ¿Y si a pesar de todo ocurriera? “En ese caso aguantaríamos un año más”, responde Frenkel.
Está claro que él no milita entre quienes confían en el inicio de un círculo virtuoso. A su juicio, virtud sería que el crecimiento se autosostuviese, que no requiriera que el país se endeude cada vez más. “Pero eso no va a pasar –asegura–. La deuda externa crecerá igual por el déficit en cuenta corriente. Y dentro de un año dirán afuera otra vez: ¡Mirá qué frágil está la Argentina!” Por el momento, tras el rescate acordado por el Fondo Monetario, los mercados financieros observan con curiosidad a este “insólito país que sigue con el tipo de cambio fijo, método que ya no usa casi nadie, preguntándose cómo será la Argentina con el blindaje. Para empezar, los bonos argentinos están subiendo porque los operadores esperan una recuperación de los papeles y la precipitan ellos mismos con sus compras.”
¿Qué hace falta para que la economía crezca? “Que la masa monetaria haya aumentado cuatro veces tanto, con un trimestre de anticipación, como se constata econométricamente, y que la prima de riesgo no supere los 500 puntos (sobretasa del 5 por ciento anual), de todo lo cual estamos muy lejos. El trimestre pasado la masa monetaria no sólo no creció sino que cayó, y la prima está en 770 puntos. O sea que crecimiento, por ahora, no hay ninguno. Todo lo que hay es un ‘pensamos que podría ocurrir’. Hoy puedo apostar –se juega Frenkel– que tampoco en el primer trimestre del 2001 habrá crecimiento.”
Sin embargo, podría haberlo después si ingresaran capitales, en cuyo caso habría más moneda en circulación y más crédito, bajaría la prima de riesgo, mejorarían las expectativas. ¿Podría entonces repetirse un boom semejante al que ocurrió entre mediados de 1996 y de 1998? Frenkel no lo cree: “En ese entonces no había habido todavía crisis asiática ni caída del Nasdaq, Brasil era una locomotora y había mucho menos deuda acumulada. Además, hoy no abundan los proyectos de inversión ni hay mucho paracomprar. El sector público vendió todo, y de las privadas ya se compraron desde Freddo a Caro Cuore, incluida YPF. Ya no quedan espacios de mercado interno por ocupar. Y si lo que buscan es el Mercosur, mejor van a Brasil”.
Ya que estamos, tampoco parece razonable esperar una caída drástica en la prima de riesgo país. La prima de Brasil –señala Frenkel– está más o menos igual que la argentina. “No es un problema sólo argentino –concluye–. La prima de México está hoy en 392 puntos básicos. ¡Un montón! Y eso que a México le va extraordinariamente bien. Hay que recordar que la Argentina, antes de la crisis asiática, tenía 250.” Esta aversión de los capitales financieros al riesgo es la situación nueva que se instaló tras las crisis de Rusia y de Brasil, y que el tobogán del Nasdaq (acciones de la nueva economía) profundizó.
Pero, ¿la Argentina no puede crecer prescindiendo del ingreso de capitales? ¿No tiene un motor propio? “No lo hay ni nunca lo hubo –descarta Frenkel–. Ahora (Machinea y su equipo) intentan cebar un poco la bomba con el Plan de Infraestructura, pero es muy poco: 4000 millones al año, un punto y algo del Producto. Algo aportará también el agro. Pero con todo eso sólo es esperable que el Producto crezca 2 puntos en el 2001, lo cual es nada. Apenas un crecimiento vegetativo.” En otras palabras: el ingreso medio por habitante seguirá en el pobre nivel actual. Sólo un cambio violento en el contexto internacional, con otro boom en el ingreso de capitales, obraría el prodigio de un crecimiento significativo, “algo entre Cavallo y Machinea, por decirlo de algún modo: entre 10 por ciento y 4”, ríe Frenkel de su propia broma aritmética.
Pero parece difícil plegarse a su pesimista proyección, aunque en esto coincida con la mayoría de los economistas. Es que después de casi tres años cuesta abajo, con una caída acumulada de 6 puntos en el PBI, ¿sólo es esperable una mísera recuperación de 2 por ciento? Econometría en mano, Frenkel cuantifica que una expansión de 4 puntos en el Producto exige un crecimiento de 10 por ciento en la inversión, además de lo que aporte una dinámica demanda de consumo. Pero ni una ni otra le tiran una cuarta a la actividad económica, que sigue en el barro. Y recuerda, de paso, que “el programa fiscal es de una dureza extraordinaria. El compromiso que firmó el Gobierno con el FMI de congelar el gasto primario (excluido el pago de intereses de la deuda) durante cinco años “es durísimo”. Y que habrá problemas todo el tiempo con las provincias.
De todas formas, algo debería poder estar haciéndose ya mismo para evitar que la crisis de financiamiento vuelva a presentarse a la hora señalada. Frenkel lo admite: “Habría que estar ocupándose seriamente del famoso tema de la competitividad, cuestión que pasa por la tecnología, el crédito para las pyme, el desarrollo de redes... Todo ese trabajo microeconómico que en el Gobierno no hace nadie.” ¿Enrique Martínez (secretario Pyme) tampoco? “No tiene plata para ser efectivo.” ¿Ha mejorado al menos la calidad de la gestión económica, del manejo de organismos clave como la AFIP? “Se habla de eso, pero ver no veo nada.”
Frenkel coincide en que el primer test a que será sometido el blindaje sobrevendrá hacia marzo o abril. Para entonces el país tendría que estar colocando papeles de financiamiento en los mercados. “Si lo logra –vaticina–, la Argentina entrará en una cierta senda de normalización. Pero si la prima de riesgo se mantiene para entonces demasiado elevada, el blindaje pasará a ser historia y volveremos a la situación crítica de octubre, porque los operadores se anticiparán al momento en que al país se le acaben los fondos.”
¿Hay que contar entonces con una devaluación? La respuesta que llega suena a resignada: “La devaluación es una fantasía”. ¿Ni siquiera eso es posible?


 

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