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LITERATURA en Página/12 - 28 de Mayo de 2000
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El juguetero rabioso

Enrique Wernicke (1915-1968) probó toda clase de oficios, desde topógrafo hasta publicitario. Con frecuencia, y hasta sus últimos días, supo ganarse la vida como fabricante artesanal de soldaditos de plomo. Sin embargo, fue el oficio de escritor lo que le deparó una consagración póstuma, casi clandestina, en ese extraño rubro de “escritor para escritores”. Wernicke escribió novelas, teatro y un sinfín de cuentos que cimentan su maestría en el género. Escasamente reivindicado, al morir dejó un diario de 1500 carillas mecanografiadas en las que refle-xiona sobre sus frustraciones íntimas y su trabajo literario.