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EL PSICOANALISIS Y SUS RELACIONES CON LA CIENCIA 
�Proletarios del goce, ¡separáos!�

Un examen de la relación entre ciencia y psicoanálisis conduce a un sorprendente diagnóstico de sujeto en el mundo actual.


Por Rolando Karothy *

Relación ambigua y paradojal: el psicoanálisis y la ciencia se acercan y se separan, para acercarse nuevamente. Pero en este nuevo acercamiento no se trata tanto de si el psicoanálisis es una ciencia o no: el problema mayor consiste, inversamente, en cómo considerar a la ciencia desde el momento en que el psicoanálisis existe.
El psicoanálisis comparte con la ciencia un horizonte caracterizado por la necesidad de formalización: de ahí la importancia del matema y la preferencia lacaniana por un �discurso sin palabras� (cito sus palabras). Pero el psicoanálisis, a diferencia de las ciencias, no plantea una relación de aplicación entre la teoría y la práctica, porque cada caso es absolutamente singular y excepcional y no una muestra de lo que la teoría describe como entidad nosológica. Esto llevó a Lacan a considerar que el psicoanálisis es una �ciencia de lo singular�, expresión que parece plantear una contradicción en los términos: al menos según la concepción aristotélica, la ciencia no puede sino ser de lo general, en el sentido de la consideración de las leyes universales y generales, lo cual, a la vez, implica la posibilidad de su aplicación en los casos singulares y genera la experimentación y la contrastación.
Jean Allouch afirma la existencia de un �discurso del método en Freud�. Señalemos que el primer uso claramente conceptual de la palabra methodos, que encontramos en Platón, está vinculado explícitamente con una forma de caminar, pues odos significa camino. El método no es la tekhné (aproximadamente traducible como �técnica�), con la cual estuvo confundido desde los griegos hasta el Renacimiento, es decir, hasta �el momento inaugural en que el método se vuelve científico�. Freud también señala un método en el chiste, en la defensa, en la búsqueda de satisfacción. �A partir de tales indicaciones, se descubre que hay un posible método freudiano, porque hay método en la locura�, dice Allouch.
Freud constituye el carácter metodológico de su discurso a partir de la exclusión del azar, la existencia del determinismo y la crítica al carácter de obviedad de lo obvio. En la Clark University, en 1909, decía que �no existe nada pequeño, nada arbitrario ni fortuito en las expresiones psíquicas�, un tiempo después agrega que se trata de �un determinismo que no tolera ninguna excepción�. 
El método freudiano, por otra parte, se sostiene, como en Maquiavelo, en el estudio de la singularidad de un caso histórico.
Hay que señalar, además, que en la ciencia el sujeto pone a trabajar el significante y de ahí resulta un saber transmisible sin el sujeto. El analista, en cambio, considera el valor del significante, pero para permitir la emergencia del sujeto y su relación con el goce.

Ningún �genio maligno�

La ciencia moderna surge a partir del proyecto cartesiano, que consiste en la reforma absoluta del saber por una vía que intenta retomar las consideraciones de la pedagogía humanista de Rabelais y Montaigne, es decir, �sustituir la persuasión por la convicción� (Bernard Baas y Armand Zaloszyc, Descartes y los fundamentos del psicoanálisis, ed. Atuel). Descartes propone establecer una duda hiperbólica: dudar del mundo, del cuerpo y de las ideas innatas (principios de la lógica y la matemática). Puesto que un �genio maligno� le ha hecho dudar también de esas ideas innatas, Descartes necesita demostrar la existencia de Dios �como causa de las ideas innatas en el alma del sujeto� y esta circunstancia �que lo lleva a encontrar pruebas de la existencia de Dios� muestra que la �evidencia del cogito no basta para asegurar el tan esperado acceso a la cadena diacrónica de la ciencia�. 
El sujeto que busca la certeza ingresa en el conocimiento sincrónico del escepticismo, es decir, en el movimiento ficcional de la duda. El cogitoindica el �término de la duda�, �el sujeto escapa a la atracción de la duda� �según Baas y Zaloszyc� y se dirige a Dios como otro polo de atracción, pasándose así del cogito a la certeza de la existencia de Dios por la vía demostrativa de la razón.
El sujeto cartesiano busca en la figura de Dios el rasgo de perfección �que lo constituye a sí mismo como sujeto consistente. Y por eso, una vez acabada la demostración de la existencia de Dios se da por terminado el tema, no se insiste porque el sujeto ha encontrado que consiste y puede partir rumbo a la ciencia�, dicen los citados autores.
El problema de la garantía o la idea de un Dios no engañador, tal como aparece en la meditación cartesiana, se puede leer también en Einstein cuando formula que Dios, astuto pero honesto, no juega con los dados: �Tú crees en un Dios que juega con los dados, en cuanto a mí yo creo en el imperio perfecto de la ley�, le escribió a Max Born en 1944.
A diferencia de Descartes, Lacan señala que el Otro no garantiza la verdad porque la estructura del significante delimita que la verdad no es sin la mentira, para constatar lo cual es paradigmático el ejemplo freudiano denominado chiste escéptico: se encuentran dos judíos en una estación de trenes; uno le pregunta al otro adónde viaja: �A Cracovia�. �Qué mentiroso eres �contesta el primero�: cuando me dices que vas a Cracovia, me quieres hacer creer que vas a Lemberg; pero yo sé bien que realmente viajas a Cracovia.� Se puede mentir diciendo la verdad.

�Todos proletarios�

La ética kantiana prenuncia la ética del discurso capitalista porque esta posición en la que cada uno está solo con la ley nos advierte sobre el modo en que ese discurso propicia que cada sujeto esté solo con su plus de gozar. En la posición kantiana cada uno está solo con la ley, con la forma de la ley, como si esta ética no hiciera lazo social.
Esta es la paradoja que se refleja, siguiendo la misma lógica, en el discurso capitalista: todos universalizados en función del consumo que el mercado ordena, pero cada uno sólo con aquello que hace apariencia de plus de gozar. Lo que el capitalismo siempre le condenó al comunismo, la colectivización de los medios de producción, ahora reaparece en su propia estructura como una colectivización derivada de la proletarización de los individuos a causa del sometimiento a los objetos de consumo del mercado que Lacan llamó lathouses, �letosas�, objetos de consumo que prometen el bienestar inmediato. De esta manera, cada uno encontraría prêt-à-porter los objetos de goce en el mercado. Se trata de la proletarización de los sujetos que quedan convertidos así en individuos, sometidos a la estructura en la cual cada uno queda en una posición relativa a esa colectivización. 
La expresión �todos proletarios� alude a la proletarización del sujeto cuando se convierte en individuo sometido al mercado, pero es claro que, como algunos pueden consumir más que otros, no resultan todos iguales. La opción actual no es pensar la estructura social sólo en términos de explotadores y explotados, sino también en términos de las diferencias a partir de la uniformización proletarizada de todos los sujetos.
Los objetos de consumo del mercado funcionan con la particularidad de ser también objetos que se ofrecen con la pretensión de universalizar las condiciones de goce, como modelo universal de satisfacción del goce.
Uno de esos productos de consumo es el psicofármaco. Elizabeth Roudinesco sostiene: �Es la inexistencia del sujeto la que determina no sólo las prescripciones psicofarmacológicas actuales, sino también las conductas ligadas al sufrimiento psíquico. Cada paciente es tratado como un ser anónimo perteneciente a una totalidad orgánica. Inmerso en una masa donde cada uno es la imagen de un clon, ve cómo se le prescribe la misma gama de medicamentos frente a cualquier síntoma. Pero, simultáneamente,busca otra salida a su desdicha. Por un lado se encomienda a la medicina científica y, por el otro, aspira a una terapia que cree más apropiada al reconocimiento de su identidad. Se pierde entonces en el laberinto de las medicinas paralelas. Asistimos también en las sociedades occidentales a un increíble auge de ensalmadores, hechiceros, videntes y magnetizadores. Frente al cientificismo erigido religión y frente a las ciencias cognitivas, que valorizan al hombre-máquina en detrimento del hombre deseante, vemos florecer toda clase de prácticas surgidas, ya de la prehistoria del freudismo, ya de una concepción ocultista del cuerpo y del espíritu: magnetismo, sofrología, naturopatía, iriología, auriculoterapia, energética transpersonal, prácticas mediúmnicas y de sugestión�.
Pero volvamos a la ciencia. La ciencia trabaja con el carácter acéfalo del significante y en esto es similar a la pulsión de muerte. Se ve el malestar: ningún amo es capaz de controlar el trabajo acéfalo del significante.
El psicoanálisis encuentra su lugar a causa de la incompletud de la ciencia. En el mundo actual se producen protestas por la carencia de humanidad del saber científico y se reivindica, por esa vía, la ignorancia, no el saber. Pero se trata de la docta ignorancia, es decir, una ignorancia que sabe más que el saber científico. El psicoanálisis tiene como rasgo constitutivo la docta ignorancia, porque desde sus orígenes se trata de la impotencia del saber científico o referencial para captar el enigma de la vida humana. En todo caso, en esa docta ignorancia se trata de otro saber que ponemos en el plano de la singularidad subjetiva, esa que cada uno despeja en su propio análisis. 

* Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Director de Lazos, Institución Psicoanalítica. Profesor de teoría psicoanalítica en la Universidad Nacional de La Plata. Texto extractado del trabajo �El psicoanálisis y sus relaciones con la ciencia�.

 

 

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