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El negro blanco
La historia
pasó hace cinco años, pero recién ahora empieza a circular fuera de Africa:
en el �95, un obrero de la construcción holandés llamado Henk Otte aprovechó
el seguro de desempleo y viajó a Ghana para conocer el país donde había
nacido su mujer y donde el abuelo de ésta había sido monarca de una tribu.
Era la primera vez que Otte salía de su Amsterdam natal. A los dos días
de llegar a Ghana, yirando por las calles de un pueblo ubicado a la orilla
del río Aklakpa, el gurú local lo paró en seco y empezó a enumerarle detalles
de su vida en Holanda. En
menos de diez minutos, medio pueblo se amontonó alrededor, hasta que uno
de los paisanos dijo que �el aura� de ese desconocido era igual a la del
rey anterior. Durante días, el pueblo lo siguió a todas partes y formó
fila para verlo en el bar del hotel o en la calle. Un par de noches después,
el mismo gurú que había demostrado conocer al dedillo su pasado holandés
le comunicó que era el elegido: la reencarnación del monarca de los Ewes,
muerto en 1978. La región, que había permanecido acéfala durante 17 años,
se encuentra a 70 kilómetros de Accra, la capital de Ghana, y está conformada
por 100 mil habitantes (el 10 por ciento de la población total del país),
distribuidos en los cuarenta pueblos de la tribu Ewe. Resumiendo, el holandés
Otte fue coronado con el nombre de Togbe Korsi Ferdinand Gakpetor II.
Y, aunque amenaza con mudarse a Ghana, desde hace cinco años gobierna
por fax desde Holanda, y mal no le va: mientras los monarcas de las tribus
vecinas cumplen un rol meramente simbólico, el holandés ya organizó colectas
para mejorar el sistema educativo y consiguió una donación de juguetes
por parte una empresa holandesa. Según explicó al Bangkok Post, lo único
que lo aleja de Ghana es no poder comer ni tomar en público, ni darle
la mano a los extraños. �Sobre todo me inquieta no poder librarme de mis
guardaespaldas ni siquiera cuando voy al baño�, declaró el monarca. Lo
que evidentemente no sabe Otte es que, en otros idiomas, el inodoro también
se llama trono .
A
la pelotita
Mientras
en España todavía discuten la procedencia de los gigantescos pedazos
de hielo que caen por todo el país, la agencia Reuters y Crónica registraron
de manera exclusiva una caída del cielo todavía más asombrosa: al parecer,
un sevillano que se acercaba a su auto estacionado en la calle fue detenido
por un amigo para charlar en el preciso momento en que una rotunda pelota
de cuatro kilos cayó sobre el capot del auto. Una hora después, cuando
los peritos de la compañía de seguros llegaron al lugar del siniestro
para tasar los daños, la pelota de veinte centímetros de diámetro ya
había empezado a descongelarse. ¿Y qué descubrieron? Que en vez de hielo,
la pelota estaba formada de excrementos humanos. Según las últimas noticias,
la compañía de seguros habría identificado el avión que arrojó al vacío
tan magna carga y hasta tendría en su poder la lista de pasajeros. ¿Pero
quién se anima a encarar a alguien capaz de cagar una bola de cuatro
kilos?
vaca
loca
La autóctona cadena
de comida rápida Lomitó�n tiene la costumbre de cerrar las cajas en que
vienen sus hamburguesas con una cinta de papel que incluye alguna de las
ocho historietas Las aventuras de Lomon y sus amigos. En un alarde de
creatividad, los personajes de la tira son un chancho (Toño), un pollo
(Chiky) y un toro (Lomon). Lo que no estaría nada mal si no fuera porque
los tres amiguetes se enorgullecen de ser habitués del Lomitó�n, donde
se sacan los ojos por comer pilas de hamburguesas que son, precisamente,
de pollo, de vaca y de cerdo. O sea: se comen entre ellos. El único que
parece zafar es el toro, que pide hamburguesa de vaca. Salvo que sea la
vaca Aurora, que se vino bombero.
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