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Retornos U2 vuelve a las raíces

Hanson lo hizo

En diálogo exclusivo con Radar, Curtis Hanson cuenta cómo repitió la hazaña de Los Angeles al desnudo: volver a elegir una novela para llevar al cine (en este caso no de James Ellroy sino de Michael Chabon), apoyarse en un reparto poderoso (Michael Douglas, Robert Downey Jr., Frances McDormand, Tobey Maguire, Katie Holmes) y hasta darse el lujo de tener un tema inédito de Bob Dylan para repetir, en clave de comedia, lo que había logrado con el thriller. Fin de semana de locos ya es una candidata de fierro para arrasar en los Oscars del 2001 y, a partir del jueves que viene, los argentinos podremos saber por qué.

POR MARTIN PÉREZ, DESDE RIO DE JANEIRO

El sol es implacable y el blanco de la majestuosa estructura cuadrada que es el Copacabana Palace Hotel parece brillar con luz propia. Sentado en una reposera junto a la pileta que tranquiliza a muchos de los huéspedes que no se atreven a aventurarse a la playa frente al hotel, Curtis Hanson observa la construcción desde la seguridad de sus anteojos negros y comenta: “Es tan perfecta que parece un set de cine, o una torta de cumpleaños. No un edificio real”. Flaco, atento y vestido de negro de pies a cabeza incluso bajo el sol carioca, Hanson deja sobre una mesa el enorme fruto del que bebe con un par de pajitas y estira su mano para ver más de cerca la edición española de Chicos prodigiosos, la novela de Michael Chabon en que se basa su nueva película, que se estrena el próximo jueves en Buenos Aires bajo el nombre Fin de semana de locos. Pasando la mano por la ilustración de portada de la edición de Anagrama, en la que se ve un auto y la estela de un avión contra un cielo azul, comenta: “Qué gracioso. Es obvio que es la estela de un jet, pero esas líneas cruzando el cielo me hacen recordar la razón por la cual incluimos un tema del disco Oh Mercy de Bob Dylan en la banda de sonido de la película. Ése que se llama ‘Shooting Star’, que a mi modo de ver es la perfecta metáfora visual de los niños prodigio: una estrella fugaz. El temor de quemarse y desaparecer luego de haber brillado brevemente en el firmamento”.

EL HOMBRE QUE MECE LA CUNA A los 55 años, Curtis Hanson no es precisamente un niño prodigio. Y menos aún una estrella fugaz en el firmamento de Hollywood. Nativo de Los Angeles e hijo de un maestro de escuela, Hanson aprendió los rudimentos del cine a la manera de Truffaut: trabajando como crítico y periodista de una revista especializada llamada Cinema, cuyos reportajes le permitieron visitar los sets de filmación de John Ford, Samuel Füller o Vincente Minnelli y entrevistar a cada uno de ellos. Quizá por eso no le costó mucho conseguir, a comienzos de los 70, sus primeros trabajos como guionista. De hecho, suyo es el guión de un film llamado Perro blanco, que Roman Polanski iba a filmar luego de Barrio chino. Pero el director polaco terminó huyendo de los Estados Unidos, acusado de abusar de una menor, y el film finalmente fue rodado por Füller –uno de los mentores de Hanson– doce años más tarde, en 1982.
“Algo similar me pasó como director. Dirigí mi primera película en 1972 y recién ocho años más tarde pude hacer la segunda”, confiesa Hanson. “No fue fácil. Desde que ingresé a Hollywood intenté el camino más largo: hacer al mismo tiempo dos oficios distintos, como guionista y director. Pero recién a fines de los 80 logré que me dejasen hacer las dos cosas al mismo tiempo.” Si bien Hanson atrajo cierta atención sobre su trabajo con el thriller hitchcockiano (y efectista) La mano que mece la cuna (1992), su decisivo espaldarazo llegó cinco años después, con Los Angeles al desnudo, una vibrante y compleja adaptación de la novela de James Ellroy, que le valió unánimes elogios en todo el mundo y una cosecha de Oscar (hasta Kim Basinger se llevó el suyo). Tarde pero seguro, esa película permitió que su nombre ingresara en el selecto club de los directores clase A. Pero al mismo tiempo generó incómodas expectativas: ¿es casualidad que el gran dilema del protagonista de Fin de semana de locos sea precisamente que no puede terminar la sucesora de la novela que lo hizo famoso, y que Hanson haya tardado tres años en estrenar una película, luego del éxito de Los Angeles al desnudo?
“Es imposible no ver paralelismos entre ambas historias”, contesta Hanson. “Podría decir que, aunque leí la novela de Michael Chabon con el éxito de Los Angeles al desnudo sobre mis espaldas, la hubiera querido adaptar con el mismo fervor de haberla leído quince años antes. Pero, por supuesto, en esa época aún no estaba ni publicada ni escrita. Lo cierto es que todos los que tienen un éxito deben enfrentar a continuación todosesos dilemas que rodean el fenómeno del One Hit Wonder (una categoría de la industria discográfica para describir esos artistas que tienen un gran éxito y luego desaparecen del mapa). Y yo no fui la excepción. Más de una vez he dicho que lo mejor que me deparó el éxito de Los Angeles al desnudo fue conocer a Billy Wilder, quien me llamó después de ver la película y me citó en su oficina. Apenas entré, Wilder me dijo: ‘Ahora quieres hacer una comedia, ¿no es cierto?’. Sorprendido, le contesté que sí y él me dijo: ‘Lo mismo quise hacer yo después de Pacto de sangre y Días sin huella. El gran problema es conseguir que ellos te dejen hacerlo’. Lo que me dijo Wilder es muy cierto. Pero cabe aclarar que, a diferencia de lo que le sucede al personaje de Michael Douglas en mi película, si uno tiene la suerte de lograr un éxito en el mundo del cine, se le hace más fácil conseguir el dinero para su próxima película”.

UN PROBLEMA DE ESCRITURA Allá por 1995, dos años antes que Curtis Hanson lograse su gran espaldarazo con Los Angeles al desnudo, fue cuando el escritor Michael Chabon publicó su segunda novela, Wonder Boys. Incluido por el New Yorker en una de esas listas consagratorias de jóvenes escritores que se destacarían en el siglo veintiuno, Chabon nació en Pittsburgh (su primera novela, publicada en 1988, se llamó precisamente The Mysteries of Pittsburgh) y en un reciente reportaje en el New York Times, a propósito del libro que acaba de publicar (una novela titulada The Amazing Adventures of Kavalier & Clay, que propone una imaginativa y ambiciosa crónica de la época de oro de la historieta norteamericana), había sido todo un desafío porque le recordaba la novela fallida que, a comienzos de los 90, debió abandonar luego de dedicarle miles de páginas. De aquel sonoro fracaso surgió el germen de Chicos prodigiosos, a modo de exorcismo, ya que su personaje principal, un escritor llamado Grady Tripp, (Michael Douglas, en la película) padece el mismo síndrome que aquejó a Chabon en aquellos años: más que un bloqueo, un suerte de grafomanía. Tripp está obsesionado por terminar una novela que no deja de crecer. Suerte de mito literario a partir del éxito de su primera novela, lleva siete años trabajando sin señales de acercarse al final. En medio de esa pesadilla, debe hacer de anfitrión de su editor (el gran Robert Downey Jr.), quien viaja a Pittsburgh para asistir a un festival literario organizado por la universidad donde Tripp dicta un taller literario. El propósito del editor es irse de Pittsburgh con el original terminado, al menos en una primera versión. Pero Tripp tiene otros problemas en su cabeza. Tres, para ser precisos: su tercera esposa ha decidido dejarlo, una de sus estudiantes lo acosa, empecinada en seducirlo, y la esposa del decano de la universidad –y amante de Tripp– le anuncia que está embarazada. Tripp surcará ese vertiginoso fin de semana acompañado por su más que paciente editor y por uno de sus alumnos (un salingeriano Tobey Maguire, odiado por todos sus compañeros de curso porque escribe mejor que todos ellos juntos), enfrentando todo tipo de episodios tragicómicos, que involucran a un furioso perro ciego y la chaquetita que usó Marilyn Monroe el día de su casamiento con Joe Di Maggio.
Hay un momento en la película en que Tripp se queja de que en el mundo actual nadie piensa demasiado y, si lo hacen, no piensan en la literatura precisamente. ¿Qué lo tentó a hacer una película sobre el mundo literario?
–Antes que nada, habría que aclarar que, cuando el personaje de Michael Douglas dice esa frase, lo hace porque está muy malhumorado y muy descorazonado. Pero, como rápidamente le apunta Tobey Maguire, sí hay gente que piensa en la literatura: de hecho, el primer libro de Grady fue lo que decidió al chico a comenzar a escribir. Es decir, una suerte de respuesta a ese acto de lanzar una botella al mar como lo es el acto de escribir (y publicar) un libro. En lo que respecta a la pregunta en sí, no creo haber hecho una película sobre literatura. Ni siquiera sobre losdilemas creativos. La ambientación en un mundo literario es una suerte de camuflaje de lo más útil para reflejar algo que creo es una característica universal: ese mirar atrás en el tiempo, a ver si hicimos las cosas bien, y hacia adelante, esperando hacerlas mejor, luchando para saber cómo convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.

EL FABULOSO KLOVES BOY A pesar de que Hanson asegura que una de las ventajas de alcanzar cierto suceso en Hollywood es que, a continuación, es más posible hacer lo que uno siempre quiso hacer, quien primero quiso adaptar al cine la novela de Michael Chabon fue Steve Kloves, el guionista y director de Los fabulosos Baker Boys (1989). La historia fue así: luego de comprar los derechos cinematográficos de la novela de Chabon, el productor Scott Rudin ofreció a Kloves escribir el guión y dirigir la película. “Scott tiene un mérito infrecuente en este gremio”, ha dicho Kloves en más de una entrevista. “Podría perfectamente limitarse a repetir éxitos como Cambio de hábito, Ni idea o Shaft, pero cada tanto compra los derechos para el cine de buenos libros, como Chicos prodigiosos o Las horas, la novela de Michael Cunningham, porque sabe que algunos de nosotros respondemos a la buena escritura, y quiere mantenerse y mantenernos en ese nivel”, explica Kloves, que actualmente está adaptando nada menos que la saga de Harry Potter. Y que confiesa haberse entusiasmado cuando Rudin le propuso adaptar la novela de Chabon. “Apenas leí la novela, fantaseé con la idea de filmarla algún día. Cuando me llamó Scott, lo primero que pensé fue: ¡y encima me van a pagar por hacerlo! Con esa historia como punto de partida, era una oportunidad única de hacer una película como las que admiraba desde chico, las que me llevaron a elegir esta profesión.”
Michael Chabon sabía que la compra de los derechos cinematográficos es sólo el comienzo de ese largo camino que debe recorrer una novela hasta llegar a la pantalla grande: “A pesar del entusiasmo de Rudin y Klover, nunca dejé de preguntarme si el argumento podía servir realmente para una película. Será que he visto a demasiados productores de Hollywood descartando diez guiones por día, y me imaginaba la cara de espanto que pondría cualquiera de ellos ante ese libro, que en mi opinión tiene algo para irritar a todos y a cada uno de los potenciales espectadores”. Para Chabon, la primera señal de que la adaptación no sería otro más de esos infinitos proyectos que nunca reciben la famosa “luz verde” que permite que se los filme, fue cuando Rudin convocó a Curtis Hanson, luego de que Kloves no hiciera uso de la opción de dirigir su propia adaptación.
“Para mí, esta película fue desde el comienzo uno de esos proyectos imposibles que cada director tiene en su columna de deudas consigo mismo”, confiesa Hanson. “El libro de Chabon me produjo la misma fascinación que en su momento me suscitó el de Ellroy. Porque, a pesar de tener obviamente estéticas distintas, ambos se apoyan en lo mismo: los personajes. Los Angeles al desnudo aparentaba ser un thriller, pero lo que realmente me interesaba retratar era la vida emocional de los policías. Y lo mismo me sucedió con Chicos prodigiosos, sólo que en este caso el camuflaje es la comedia. Es muy común que, en las películas, en especial en las películas norteamericanas, la historia venga primero y los personajes sean poco menos que maquetas al servicio de la trama. Yo prefiero un guión en el que los personajes vengan primero, y la historia crezca a partir de ellos”.
Hay un axioma que dice que la mejor manera de ser fiel a una novela en su adaptación al cine es traicionándola. Sin embargo, su adaptación sigue casi el mismo camino que el libro de Chabon...
–Creo que Michael está tan satisfecho con la película por la misma razón por la cual James Ellroy festejó el resultado de Los Angeles al desnudo. Porque incluso cuando cambiamos cosas (y en la novela de Ellroy los cambios son enormes), ambos pudieron ver a sus personajes en la pantalla. Muy a menudo, las adaptaciones de novelas al cine ofrecen unaversión resumida y más bien esquemática del argumento, porque es imposible trasladar trescientas páginas a dos horas de película. Pero, si uno hace eso, el resultado es, en el mejor de los casos, un pálido reflejo del original. Así que mi camino es inverso: trato de ser fiel a los personajes y dejo que la trama vaya hacia donde tiene que ir. De hecho, los primeros treinta minutos de Fin de semana de locos (como pasaba con Los Angeles al desnudo) confunden un poco. El espectador sabe que Michael Douglas es la estrella, porque ha visto el póster; lo que no sabe es qué sentir, porque no tiene claro hacia dónde se dirige la historia. Y la razón por la cual eso no se sabe es porque los personajes no tienen la más mínima idea de adónde irán a parar: el vértigo de ese fin de semana (como el juego de cajas chinas que resultaba ser la investigación en Los Angeles al desnudo) arrastra al espectador a la misma montaña rusa en que se hallan los personajes.

QUÉ LINDA NOCHE PARA FUMARSE UN PORRITO Por lo general, cuando Hollywood se enfrenta a situaciones como el adulterio, la homosexualidad, el travestismo y el consumo recreacional de drogas, no puede evitar la bajada de línea. Se sabe: en las películas de terror, la jovencita promiscua será fatalmente asesinada. Hasta en Boogie Nights, los excesos de los 70 tienen su castigo en los 80. Afortunadamente, desde el comienzo de Fin de semana de locos queda claro que el film se despega de semejantes paternalismos, desde el temprano primer plano de Michael Douglas encendiendo un porro con los títulos de la película. “Una de las grandes virtudes de la novela de Chabon es la forma en que evita todo juicio sobre el comportamiento de sus personajes. Son presentados como seres humanos en acción, simplemente, y por lo tanto son capaces de reírse o sufrir con su propio comportamiento, en vez de ser juzgados o justificados por una voz omnisciente”, señala Hanson. “Eso fue decisivo para mí, tanto en la escritura del guión como en el casting y en las marcaciones a los actores. Había que acceder a los personajes sin hacer ningún juicio sobre ellos, pero sin caer en esa arbitrariedad que a veces tienen las comedias, donde todo puede pasar en cualquier momento. Muy a menudo, en las películas y en los libros, los personajes son presentados de tal manera que pareciera estar avisándosele al público el porqué de esos comportamientos, sea el uso de drogas, el travestismo, el adulterio, la homosexualidad, el uso de armas y hasta el perro ciego... La idea era evitar toda mirada simplista, que no se corresponde en absoluto con la vida real. Y es lo que siempre evitaron directores como Jean Renoir o Hal Ashby, dos ejemplos de un humanismo, diría yo, que no se suele ver en el cine. En cuanto a los actores, a menudo se ve en las estrellas de cine que actúan de manera evidente sus personajes. Y, cuando su personaje es cuestionable por una u otra razón, parecen indicarle a la audiencia que están haciendo un retrasado, un drogadicto, un psicópata, un homosexual, pero que no son realmente así. Y lo más increíble es que incluso ganan premios con eso.”
¿Por qué Michael Douglas para interpretar a Grady Tripp?
–No se me ocurrió a mí, debo confesar. Pero lo primero que pensé cuando supe que Douglas estaba interesado en el papel, fue que con él a bordo iba a ser mucho más fácil conseguir filmar la película. Y la verdad es que, cuanto más pensaba en Tripp, más me convencía de que era un papel a la medida de Michael. No sólo por la astucia que ha tenido para elegir personajes paradigmáticos a lo largo de su carrera, desde el Gordon Gekko de Wall Street hasta el marido infiel de Atracción fatal: eso en todo caso habría que preguntárselo a él. Lo que yo no podía dejar de recordar era el camarógrafo hippie que encarnó en El síndrome de China. E incluso al policía que interpretaba en “Las calles de San Francisco”, que, a pesar de ser tan soberbio y arrogante, podía dejarse llevar por sus pasiones o guardar un porro armado en el bolsillo.

LOS AUTENTICOS PRODIGIOSOS Los logros y fracasos en el largo camino de un guión hasta llegar a la pantalla no sólo dependen del hombre que firma la película al final. Especialmente en films como Fin de semana de locos, donde cada integrante del ensamble brilla con luz propia. Por ejemplo, el director de fotografía Dante Spinotti (que, además de Los Angeles al desnudo, se destacó en Cazador de hombres y Fuego contra fuego, de Michael Mann) o la editora Dede Allen, “una de las más grandes de la historia del cine”, según escribió Philip French en The Observer. Después de diez años sin trabajar, la responsable de la edición de Bonnie and Clyde aceptó ponerse al servicio de Hanson y, según escribió Amy Taubin en el Village Voice, “su trabajo hace que cada plano de la película sea el equivalente visual de la síncopa de la batería de Max Roach”. En cuanto al elenco, como ocurría en Los Angeles al desnudo, la descollante actuación de los personajes masculinos no quita brillo a los papeles femeninos, más secundarios. Lo que Hanson logró con Kim Basinger en su película anterior, lo hace esta vez con Katie Holmes (de la serie televisiva “Dawson Creek”), quien tiene a su cargo el papel de estudiante acosadora. Más previsible es que lo logre también con la estupenda Frances McDormand: “Vi la película tres veces”, contó Chabon. “Y hay un momento ínfimo de la actuación de Frances que descubrí recién la tercera vez. Es una escena en que está ayudando a subir a los autos a los invitados del festival y, como ha nevado, dice que tengan cuidado porque está slippy. Lo correcto sería decir slippery, pero slippy es un modismo de Pittsburgh, y no pude evitar maravillarme de que haya agregado eso en un momento menor e improvisado.” Pero quien se ha robado todos los elogios en Fin de semana de locos fue Robert Downey Jr., cuyo trabajo en el film de Hanson fue el último antes de ingresar a una prisión estatal para cumplir una condena de un año por reincidencias en el consumo de drogas y portación de armas. “En el libro, el personaje de Downey tiene la misma edad que Grady. Pero como yo no quería que ésta fuese una película sobre la crisis de la mediana edad, decidí que el agente fuese varios años más joven”, cuenta Hanson. “Siempre pensé que el trabajo de Downey en Chaplin y Feriados en familia fue absolutamente genial, y me ha gustado muchísimo en casi todas las otras películas que hizo. Así que decidí jugarme con él. Y no me arrepentí ni una sola vez en todo el rodaje.”
La leyenda de Hollywood dice que, cuando Bob Dylan le hizo escuchar a Sam Peckimpah las canciones que escribió para Pat Garrett y Billy The Kid (1973), éste no pudo evitar que se le escapase una lágrima. Sin tanta emotividad y sin tanta leyenda, Hanson no puede evitar enorgullecerse de tener una canción inédita (y varias clásicas) del autor de “Like a Rolling Stone” en su película, además de “Watching the Wheels”, de John Lennon; “Old Man”, de Neil Young y “Waiting for the Miracle”, de Leonard Cohen. El tema nuevo de Dylan (“Things Have Changed”) es la primera colaboración del gran Bob con el cine desde la época de Peckimpah y también el primer tema que da a conocer desde su celebrado álbum Time Out of Mind, de 1997 (para los fanáticos, “Things Have Changed” acaba de aparecer en la flamante compilación The Essential Bob Dylan). “¿Si estuve con Dylan?”, sonríe Hanson. “Estuve sentado al lado de él, de la misma manera en que estoy sentado a tu lado. Vino una noche a la sala de montaje, le mostré dos horas en la moviola, después nos sentamos a beber algo y me hizo un par de preguntas sobre el film. Y un buen día llegó una latita a mi productora, conteniendo la cinta con ese tema nuevo. Había entendido todo. Claro que, ¿quién puede saber más que Bob Dylan sobre lo que es ser un niño prodigio? ¿Y quién ha superado mejor que él las dificultades de mantenerse creativamente vital durante décadas? La verdad es que soñaba con trabajar con él desde que hizo aquella banda de sonido para Peckimpah, pero ésta fue la primera de mis películas en que me atreví a llamarlo, no sóloporque me parecía excitante sino porque podía dar el registro justo. Y, felizmente, él pensó de la misma manera. Y, también felizmente, a Dylan le gustó Los Angeles al desnudo, razón por la cual aceptó venir a la sala de edición aquella noche. De hecho, no sólo nos dio un tema nuevo sino que nos dejó usar tres canciones más en la banda de sonido, cuando le contamos que la música era decisiva en este film y que odiábamos esas bandas de sonido que incluyen temas que no tienen nada que ver con la película. Espero que Bob esté satisfecho con el resultado y que note que la escena donde pusimos una de ellas, ‘Not Dark Yet’, fue filmada de tal manera que los diálogos no se encimasen con la letra.”

VOLVER A EMPEZAR Scott Fitzgerald dijo alguna vez que no había segundo acto en las vidas norteamericanas. Pues bien, Fin de semana de locos tuvo su segundo acto: estrenada en febrero de este año en los Estados Unidos, los fríos números señalan que apenas recaudó 18 millones de dólares antes de que la retiraran precipitadamente de cartel. Lo que sucedió fue que la Paramount se dio cuenta de que la fecha de estreno y la estrategia de promoción habían sido equivocadas. Según Hanson, “había quienes pensábamos que era mejor lanzar la película a fin de año, pero el estudio decidió hacerlo todo a las apuradas, con un afiche horrible y un circuito reducido de salas. A pesar de que las críticas fueron formidables, la respuesta financiera fue tan mediocre que decidieron cortar en seco con la promoción y reestrenarlo en la fecha que nosotros considerábamos idónea en primera instancia”. Fue gracias a esta decisión que Fin de semana de locos llega a estrenarse en la Argentina. Luego de su pobre performance en taquillas a la hora de su estreno original, no se pensaba lanzar el film en nuestro país. Pero ahora las cosas han cambiado. Ya hay rumor de múltiples nominaciones al Oscar y la respuesta que ha obtenido la película en los países donde se estrenó refuerza la sospecha de que Hanson repetirá la performance de Los Angeles al desnudo. “No sé qué pasará en los Oscar, pero sí sé que éste es un film especial y requería un trabajo especial de promoción. Era una vergüenza lanzarlo sólo con la cara de Michael Douglas, y además en una foto en la que parecía Papá Noel, de la que se burlaron en todas las críticas”, dice el director. Ahora, el afiche de Fin de semana de locos hace justicia a su brillante reparto. “La verdadera lucha de un director es lograr que el film se pueda terminar. Porque las buenas películas, una vez que salen al mundo, siempre encuentran su público. Pero, en este caso, debo confesar que la lucha siguió incluso después de aquel estreno fallido”, apunta Hanson. Y agrega, antes de levantarse: “Y una de las cosas por las que más me alegra que el film sea relanzado ahora es que Robert Downey ha salido de la cárcel y podrá participar de la promoción. Se merecía disfrutar a pleno todos los elogios que ha despertado su actuación”.

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