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POLEMICAS El nuevo régimen de sexo, violencia, adicciones y multas en televisión

Salió la TV GUIA

Después de numerosas idas y vueltas, el temido y odiado Comfer logró sentar a los canales y productores independientes de TV a la mesa de negociación. Y les propuso que autocontrolaran ellos mismos los bajos instintos desatados en talk-shows y programas de chismes y entretenimientos, y a moderar la violencia y el desenfreno sexual en los programas de ficción. Nadie sabe muy bien cómo va a funcionar la cosa, pero ya hay opiniones divididas. Radar consultó a varios protagonistas de la TV de hoy y ofrece aquí los resultados.

POR CLAUDIO ZEIGER

Para Fernando de la Rúa, el acuerdo mediante el cual se llegó a consensuar una “Guía de Contenidos para la TV” fue uno de los hechos políticos más importantes de su gestión. Sin embargo, a pesar de los dichos del Presidente y de que el acuerdo fije el rumbo futuro de la misma televisión, la TV real prácticamente ignoró el hecho. Al parecer, los canales iban a comenzar una campaña de spots a favor del acuerdo, que aún brilla por su ausencia en las pantallas. Para decirlo de un modo sarcástico, podría aventurarse que ese acto en el que participó De la Rúa, aunque el protagonismo lo tuvieron el Comfer (Comité Federal de Radiodifusión), la ATTA (Asociación de Telerradiodifusoras) y la Capit (Cámara Argentina de Productoras Independientes de Televisión), es la mejor manera de ahuyentar televidentes en una pantalla que sigue apostando muchas de sus fichas a los escandaletes de la farándula producidos con escaso presupuesto. Dicho de un modo no sarcástico, esta “Guía de Contenidos” puede ser considerada muy general, pero tiene el mérito de abrir la polémica sobre varios puntos sensibles de la televisión de los últimos diez años: los llamados “contenidos” (sexo, violencia, temáticas adultas) subidos o bajados de tono en función del crudo rating; la anacrónica protección al menor en una sociedad cuya realidad diaria decididamente es no apta para todo público; el desprestigio del Comfer; la voluntad de las nuevas autoridades por combatir ese desprestigio; y la participación del Estado en la interna de los canales. Dicho de un modo aun más directo, las posiciones se dividirán irremediablemente entre los que creen que la moralina avanzará con la excusa de combatir el sensacionalismo, aquellos que sostengan que sin multas puras y duras nada va a cambiar y, por último, los que crean que la delgada línea que separa el control de la censura puede ser la misma que, en el futuro, separe la autorregulación de la autocensura.

ANTES QUE DEN LAS DIEZ Según el diagnóstico del Presidente, manifestado en forma elíptica durante el acto en el que se firmó el acuerdo, hay un exceso de competencia en la TV y eso está llevando a una carrera loca de escándalos por lograr más puntos de rating. “Afortunadamente –afirmó De la Rúa–, el Estado no sanciona ni censura: a partir de ahora son ustedes los que fijan los límites a respetar.” Ese ustedes son los dueños de los canales y los productores independientes. El Estado, según el Presidente, les pasó la pelota. De aquí en más, se supone que una comisión de seguimiento permanente monitoreará cómo evoluciona la pantalla, pero también discutirá los casos que pudieran dar lugar a advertencias y multas. Por ahora, según la letra firmada, los niños deben ir de la mano de la libertad de expresión: “La presente Guía tiende especialmente a la protección del menor frente al televisor en los horarios en donde puede no haber adultos a su cuidado, asegurando al mismo tiempo el derecho constitucional a la libre expresión y a la libertad de contenidos”, dice la Guía de Contenidos en sus primeros tramos. Luego entra específicamente en lo que el mundillo de la tele considera contenidos: lenguaje adulto, sexualidad, violencia, alcohol y drogas en los programas que se emiten entre el horario ATP (apto todo público, que rige hasta las 20), y ATP con presencia de los padres (de 20 a 22). ¿De qué estamos hablando exactamente? He aquí algunos ejemplos concretos:
* “Se evita el uso y abuso de epítetos rústicos o vulgares y de situaciones donde la grosería ocupe el lugar preponderante en la articulación del sentido. Las palabras groseras o vulgares no superan las expresiones de uso social corriente o enmarcadas en un contexto adecuado.”
* “En los programas de ficción, la sexualidad se sugiere y se da lugar a la fantasía, permitiendo la participación activa del observador, que completa la idea erótica. Incita la actividad imaginativa, la reflexión y la elaboración, evitando el exhibicionismo y los desnudos.”
* “La programación apta para todo público excluye los mensajes y contenidos que asocian el consumo de alcohol con una mejora en el rendimiento físico y psicológico, así como en el éxito social o sexual... Se excluye la presentación de personas reales o personajes de ficción en clara situación de consumo de drogas o presentados como modelo o ideal si mantienen una conducta adictiva” (de 22 en adelante no hay mayores problemas, ya que allí irán los programas no aptos para menores de 16 años: en rigor, la única contravención post 22 horas viene a ser la de exhibir genitales).

CóMO, DóNDE, CUáNDO Gustavo López, el actual interventor del Comfer y principal propulsor del sistema de autorregulación, se entusiasma con “Vulnerables”, no sólo porque le parece un muy buen programa sino porque lo considera un ejemplo prístino de cómo mostrar las cosas duras de la vida, pero acordes a las mejores intenciones de la Guía. Hasta unas emisiones atrás, entre las huestes del doctor Segura estaba Gonzalo Pierna Molina dándole a la cocaína, y más allá de que el programa vaya en horario sin restricciones (y de que Gonzalo prácticamente haya dejado el hábito), su enfoque viene a encajar perfectamente con las nuevas directivas (ejemplo seguido por estos días en “Okupas”). Dice López: “Nunca se muestra el momento de la inhalación. No se ve el tubito metido en la nariz: se muestra cuando el personaje fracciona la droga, cuando se agacha y cuando se levanta. Son pequeñas sutilezas que hacen a la cuestión. No se censura, no se oculta y, como es algo no apto para menores claramente, va en un horario acorde. El tratamiento visual que tiene la acción de drogarse está dentro de estos parámetros de la Guía”. Pero, ¡ay! No todo es tan correcto en la TV.

QUE NO TE SORPRENDA Apenas unos segundos después de que Graciela Alfano, ligerísima de ropa y de espaldas a cámara, terminara de franelear a su novio también ligero de ropa en “Memoria”, en la pantalla apareció la placa: “Aquí finaliza el horario de protección al menor”. ¿Burla del destino? Hubo sanción al programa de Gelblung y, según cuenta López, los directivos de los canales esta vez admitieron que no faltaban razones. En rigor, los productores y conductores de talk-shows pueden optar por correr el riesgo siempre y cuando les reditúe rating. Pero, como puede verse en Azul Televisión, también pasa lo contrario: Lía Salgado debió perder unos cuantos puntos de rating, resignándose al “pedido” del canal de bajar el tono de los temas, muchas veces bizarros de su talk-show.
Los canales, por su parte, se quejan de que hasta ahora las multas eran aplicadas con criterios más que arbitrarios: argumentan que faltaban reglas claras y que había “discrecionalidad”. Desde el Comfer, López asume que el organismo que dirige tiene una carga de desprestigio inconmensurable, a tal punto que él mismo lo compara al descrédito del famoso censor José Paulino Tato al frente del Ente de Calificación Cinematográfica: “El público en general relaciona al Comfer con la censura. Y los que están en el tema de la televisión lo relacionan con la corrupción. Es cierto que el sistema de sanciones había perdido sentido: se había transformado en un sistema extorsionador de la voluntad política de los canales. La denuncia era que las multas eran extorsivas y que servían para presionar a los canales, ya que se terminaban canjeando las multas por publicidad oficial”, resume López.
En la nueva gestión, sin embargo, las multas por violación de horarios arreciaron sobre programas conflictivos, como el tan meneado “Verano del 98”, emitido por Telefé, y que dejó de salir al aire el viernes para el alivio de muchos. Caracterizado como telecomedia y emitido dentro del horario de protección al menor, varias veces causó controversias relacionadas con el sexo y la violencia. En enero pasado, hubo un capítulo donde tres personajes catalogados como “buenos” se cargaban a un psicópata que había asesinado y estafado (o sea, claramente un “malvado”), en una escena confusa donde no se entendía a ciencia cierta quién mataba al malo. Uno de ellos asumía la culpa, pero no se mostraba arrepentido. La discusión, digna de un talk-show, generada por aquel capítulo giraba en torno a la siguiente pregunta: ¿es bueno inducir a los adolescentes a que matar a un malvado está bien?
La conclusión del Comfer fue que ese capítulo de “Verano del 98” infringía el artículo 17 de la Ley de Radiodifusión, pero lo cierto es que el párrafo invocado sólo afirma: “En el horario de protección al menor que fija la reglamentación de esta ley, las emisiones deben ser aptas para todo público... Los programas destinados especialmente a niños y jóvenes deberán adecuarse a los requerimientos de su formación”. O sea, casi cualquier cosa es sancionable, a partir de semejante nivel de generalización y ambigüedad.
“Hay un campo de blancos y negros, y otro campo de grises. Nuestra propuesta en esta Guía fue dejar de lado los grises. Si nos ponemos a discutir si tal forma de besar sí es apta y tal otra no, se nos termina pasando por delante un elefante y todo dará lo mismo. Nuestra consigna es: frente a la duda, ser permisivos para no aparecer siendo censores”, dice López. “En cambio, si una vedette aparece a las cuatro de la tarde semidesnuda y hablando del chizito de alguien, y eso se repite en todos los programas de la tarde y en los noticieros, el tema ya sí que nos compete. Hay que proteger la no sorpresa: ese derecho a no sorprenderse en los horarios de protección debe primar por sobre el criterio de sorprender con un desnudo. ‘Todos al diván’ es previsible en su horario de las 23, pero si en ‘Almorzando con Mirtha Legrand’ se desnuda la conductora, se arma un escándalo: ése es el razonamiento.”

PAF! Aunque usted no lo crea, Jorge Rial no tuvo grandes problemas con el Comfer, y menos en TV. Una sola vez, en la radio, recuerda, lo amonestaron por hablar de unas flores llamadas “campanitas”, que podían servir para hacer un té alucinógeno: los chistes que se hicieron sobre el tema fueron considerados inconvenientes por el Comfer. A pesar de todo, Rial le pega duro a la entidad y esgrime sus razones: “Yo no me creo mucho que los productores acepten a pie juntillas esta nueva Guía. Le van a dar bolilla si el rating acompaña, y si no, la van a ignorar. Nunca creí en un Estado que me diga lo que tengo que hacer o ver, y lo que no. Por más que haya buenas intenciones, no me parece que esta gestión vaya a cambiar el sentido del Comfer. Es el mismo perro con distinto collar: un ente que está para recaudar guita. Lamentablemente, el Comfer está asociado a lo peor de la Argentina: la dictadura, las prohibiciones y el beneficio personal. Yo creo que hay que eliminar el Comfer y regular los contenidos de la televisión de otra manera, convocando a otros sectores que no están incluidos, como los periodistas y los educadores. Sin ir más lejos, en esta época es muy difícil determinar cuál es el verdadero horario de los menores, y aceptar además que hay gente adulta a la que le gusta ver minas en bolas en televisión”.
Rial también cree que, si se va a hablar del tema de los contenidos, debe ser insoslayable meter la medición del rating en la discusión, porque se generan presiones muy grandes. “Ojo. Así como no creo en el Comfer, tampoco creo en la televisión, en los que la hacemos: definitivamente, no bebemos agua bendita. Si el rating anda mal, yo voy a traer a Silvia Süller a que diga barbaridades. No creo que a los productores les guste hacerlo, pero esto es algo que tiene que ver con una presión real. Si se van a regular los contenidos, también se debería regular el tema del rating. Porque, aunque no lo creas, Ibope tiene mucho que ver con este asunto: las medidoras no son confiables y se debería intervenir sobre este tema convocando a distintos sectores, incluidos los telespectadores.”

LOS QUE PUSIERON EL GANCHO El director de programación de Canal 13, Hugo Di Guglielmo, se muestra cauteloso y afable respecto del acuerdo, recostado seguramente en la tranquilidad de que su canal es el menos apercibido por el Comfer. “Creo que la Guía es justamente eso, y me parece que es la mejor aproximación que se puede hacer a este tema. Al menos se tuvo la oportunidad de conversar y cambiar impresiones entre las partes responsables. Seguramente, la autorregulación es el mejor camino. Porque, cuando se regula demasiado, la censura es un fantasma que ronda cerca. Es cierto que, en horarios dentro del segmento de protección al menor, se han visto cosas que no deberían ponerse en el aire, pero creo que básicamente el tema es una cuestión de buen gusto y criterio.”
Hace apenas un año, los productores independientes –esa nueva raza que en gran parte marca la temperatura de la TV de hoy– se nuclearon en una entidad bautizada Capit. Su presidente, Carlos Rottemberg (pionero en la materia al producir en forma independiente a Mirtha Legrand y a Moria Casán en TV), está exultante porque por fin los sentaron a la mesa, a punto tal que cree que, de ahora en más, ya no debe hablarse de caja boba sino de personas de carne y hueso responsables de cada programa. Nicolás Repetto, Marcelo Tinelli, Adrián Suar, Enrique Estevanez, Mariano Grondona y los Borensztein son los principales protagonistas de la cruzada independentista.
“Yo me enteré de que los japoneses cuidan a los chicos japoneses. O sea, que los dibujos japoneses violentos o muy sensuales no se emiten en la televisión de allá. En una época, acá también se hacían películas que tenían escenas de sexo que sólo iban en las copias para exportación”, dice Rottemberg. “Yo diría que el ejemplo de la TV de hoy es Silvia Süller. Mirtha Legrand se autorregula y no la lleva a su programa: la llevaba cuando tenía algo artístico para ofrecer o promocionar, pero hoy, que lo que ofrece son chismes sobre otras personas, no la invita. Esto no implica que la Süller no esté en otro programa en un horario después de las 22. Esto no es censura sino autorregulación.”

OJO CON LOS MENORES Jorge Leyes colabora en el equipo que hace “Primicias”, fue hacedor de diálogos en “Gasoleros” y se proyecta como guionista de su propio programa. Acostumbrado a manejarse con el mundo de los “contenidos”, insoslayables en cualquier telecomedia de ficción, da testimonio de una de las caras más reales de esta polémica televisiva: el trabajo cotidiano de los guionistas. “Un tema especialmente delicado es el de la sexualidad de los menores. Fue todo un tema cuando Sol (en “Primicias”, la hija de 16 años de Arturo Puig y María Valenzuela) quedó embarazada. Hubo muchos mails y faxes de espectadores que se manifestaron muy molestos por el modo en que se estaba tratando el despertar sexual de la niña. Lo que yo noto es que parece que se puede hablar de todos los temas adultos, pero eso mientras bordee el costado progre pedagógico. Cuando te corrés un poco de esa perspectiva, empiezan los problemas. Es muy difícil manejar todo lo relacionado con los menores, porque los conflictos estallan de una manera que los propios adultos muchas veces no se bancan. También es dificilísimo plantear en TV la violencia hacia una embarazada. Sé de un caso de una telenovela en que la mala quedaba embarazada y había que matarla, y hubo muchos dilemas hasta que resolvieron que su último gesto, mientras caía por el hueco de un ascensor, fuera proteger el embrión. Cuando en ‘Primicias’ apuñalaron al personaje de Esther Goris, que estaba embarazada, fue una verdadera excepción.” Leyes no se muestra especialmente perseguido por el fantasma de las multas, pero admite que en el entorno de los guionistas hay un fantasma de autocensura dando vueltas. “Creo que lo que está en juego en las ficciones de televisión es un espíritu democrático: que nadie quede excluido. Si aparece un peruano, que quede en claro el prejuicio y el no prejuicio. Pero lo cierto es que los inmigrantes no están incluidos con naturalidad en la televisión actual: había más paraguayos en la TV de los 70 que ahora, cuando en la realidad hay muchas más personas que vinieron de Paraguay. Se está pecando por omisión, y creo que eso se debe a que el gran fantasma de cualquiera de los autores de hoy es el de ser acusado de fascista. Se puede bancar cualquier crítica sobre el programa, pero no ésa. Da la sensación de que ésa es la autorregulación más fuerte que hay.”

¿VAMOS A UN CORTE? Pol-ka recibió airadas quejas cuando, en “Primicias”, se sugirió que había una mafia detrás del tema de trasplante de órganos, lo que llevó a poner una placa aclaratoria en la emisión siguiente, diciendo que el programa estaba a favor de los trasplantes. Más adelante, los programas de ficción empezaron a adoptar la cautelosa modalidad de advertir que los contenidos del programa son ficción y cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. Aunque usted no lo crea, hay mucha gente que se preocupa por estos menesteres: se toman el trabajo de comunicarse con los canales o con el Comfer y hacer llegar sus quejas. Quizás es la misma gente que, según la encuesta encargada por ATTA a David Ratto, está pidiendo “la moderación de la TV basura y violenta” (encuesta que en gran medida decidió a los canales a firmar la TV Guía). Con la amable invitación del Estado a autocontrolarse, con el público pidiendo mano dura: ¿estará naciendo otro estilo en la pantalla, aunque usted aún no lo vea en su programa favorito?

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