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Chubut: Verano en la costa Patagónica

Lo que comenzó como un sueño de libertad por parte de un grupo de personas humildes de origen galés, terminó convirtiéndose en uno de los rincones más atractivos del país. En verano, los lobos y elefantes marinos ocupan la escena que dejaron las ballenas. Paisajes y aventuras en un lugar donde la naturaleza sigue siendo una reina.


Por Nicolás García Sáez

La increíble fauna marina y la calidad de las aguas que bañan los tres kilómetros de playas de Puerto Madryn, han convertido a este lugar de la costa patagónica en uno de los sitios preferidos para sumergirse y explorar el mundo subacuático del Atlántico sur. Pero uno de los aspectos que también sorprende a los argentinos y extranjeros que llegan a Puerto Madryn es la estrecha relación que tienen sus propios habitantes
con la flora y fauna que los rodea: hablan de cetáceos, camélidos y bardas como si fuesen políticos o jugadores de fútbol, y esa elección termina siendo reconfortante para quien los escucha. Así, en una conversación de café, observando el mar, nos enteraremos qué pasó con tal o cual ballena por la mañana, o qué hizo éste o aquel elefante marino por la tarde, muchos de ellos con nombre y algunos hasta con apellido. Cuidados hasta la médula por los madrylenses –quienes han desarrollado un altísimo grado de conciencia ecológica–, las ballenas, lobos y toda la fauna marina del Golfo Nuevo está tan protegida como las vacas sagradas de la India.

Verano en movimiento

Cuando se camina por las playas de Madryn, hasta el menos experimentado siente la tentación de lanzarse bajo la superficie del Atlántico y dar sus primeros “pasos” entre pulpos, estrellas de mar, caracoles y nudibranquios, cholgas, lobitos marinos y las infinitas especies que pueblan sus aguas. En este viaje submarino, el buceador también podrá caminar entre los misteriosos pasillos de un viejo barco hundido acompañado por cardúmenes de peces que lo recorren infatigablemente.
Pero no todos son paseos subacuáticos en este lugar cuya diversidad ofrece una amplia gama de posibilidades para el deporte y también para el descanso. Los aficionados al windsurf encontrarán un aliado en los vientos patagónicos para deslizarse por la superficie del Golfo Nuevo. En esta especie de santuario donde la fauna marina se ha ido familiarizando con los intrusos, no es extraño que puedan ver desplazarse por debajo de la tabla a una gigantesca medusa ondulándose con indiferencia o a algún otro habitante de esas aguas.
Fuera del mar y a pocos kilómetros del casco urbano de Puerto Madryn, los turistas descubrirán los espectaculares y escenográficos circuitos ideales para la práctica de mountain bike. Y aunque no hay montañas, el esfuerzo de pedalear por las estepas del Chubut es equivalente a la trepada de una ladera. Dejando de lado la bicicleta, un trekking a lo largo de 14 kilómetros los llevará paso a paso hasta la reserva faunística de Punta Loma. El premio a la larga caminata es el acceso a un mirador emplazado en una barranca con vista al Golfo Nuevo. Desde allí se disfruta de un espectáculo en vivo: una multitud de lobos marinos de un pelo nadan, duermen y juegan como si fueran los dueños absolutos del paisaje que adoptaron. Después de esa pausa, vale la pena continuar otros tres kilómetros hasta la playa de Cerro Avanzado, un lugar que conserva entre sus estratos restos fósiles de ostras e invertebrados marinos. Pero más allá de estas maravillas que es posible encontrar a cada paso, los visitantes no deben dejar de subir a las bardas del cerro: allí los espera uno de los mejores panoramas del Golfo Nuevo.

La Península fantástica
Un recorrido por la Península Valdés completa el viaje hasta Puerto Madryn. En el Istmo de Ameghino se ve hacia un lado el Golfo Nuevo y, girando lentamente la cabeza, aparece el Golfo San José donde, a lo lejos, se divisa la Isla de los Pájaros. Siguiendo el paseo se llega a Punta Norte, la única elefantería del mundo en territorio continental. Allí duermen su siesta de meses los elefantes marinos. Por aquí también hacen su aparición, entre febrero y abril, las orcas, algunas de las cuales han sido bautizadas afectuosamente por los guardafaunas con nombres como “Maga”, “Ezequiel”, “Jazmín”, o “Alacrán”. Continuando unos 30 kilómetrosde camino costero se arriba a Caleta Valdés, donde es posible observar elefantes marinos desde un mirador sobre el mismísimo borde del mar. Esta ruta atraviesa la zona de Punta Delgada, bordeando acantilados y panorámicas espectaculares, y desemboca finalmente en la aldea turística de Puerto Pirámides, un lugar privilegiado por la armonía del paisaje: playas de extenso y suave declive, protegidas por imponentes acantilados que la naturaleza ha ido perfilando como las pirámides que construyeron antiguas civilizaciones.
Como ya es bien sabido, desde Puerto Pirámides se realizan los avistajes de ballenas, pero habrá que esperar hasta el mes de mayo para contemplar y quedar hipnotizados por la magia con la que estas moles marinas hechizan a los turistas de todo el planeta que se acercan a verlas. Y si de hechizos estamos hablando, habrá que quedarse aquí para contemplar como un sol de rojo fuego se esconde suavemente en el horizonte del mar y deja paso a las estrellas. Y nosotros, mientras tanto, las contemplamos desde abajo, entre los médanos, hablando de bueyes perdidos. O de ballenas, que en la Península Valdés es lo mismo, aunque aquí nunca se pierdan.

“Mimosa” de gales

Hace casi 150 años, en la entonces muy lejana Gran Bretaña, un grupo de personas comenzó a buscar otro lugar en el mundo donde pudieran afincarse con sus familias. Tierras deshabitadas donde sus hijos crecieran en plena armonía con la naturaleza. Eligieron el sur más distante, la Patagonia argentina, y empezaron a preparar el largo viaje hacia su nuevo destino. Después de navegar durante más de dos meses contra viento y marea a travésdel océano Atlántico, el 28 de julio de 1865 el velero galés “Mimosa” ancló en las aguas del Golfo Nuevo. Desembarcaron en aquel momento alrededor de 150 personas, familias de origen muy humilde, y denominaron a este puerto natural “Puerto Madryn” en homenaje a Loves Jones Parry, quien era barón de Madryn en el país de Gales.

Datos útiles

Cómo llegar: Lapa ofrece servicios diarios a la ciudad de Trelew por $ 187 ida y vuelta. Desde allí, un servicio de ómnibus ($ 10) recorre en una hora 56 km hasta Puerto Madryn.
Alojamiento: Madryn cuenta con aproximadamente 6000 plazas, distribuidas en hoteles de 4 a 1 estrellas, con precios que van desde $ 150 hasta $ 20 la habitación doble, además de residenciales, hosterías, campings, albergues y viviendas de alquiler temporario.
Comidas: La ciudad ofrece gran variedad de comidas para todos los gustos. Desde elegantes restaurantes donde se pueden degustar platos típicos (especialmente mariscos y pescados), parrillas para deleitarse con el cordero patagónico y lugares más pequeños donde se sirven minutas. Muchos de los restaurantes ofrecen menú turístico y servicio de comidas para llevar. A la hora del té, es altamente recomendable probar la torta galesa, típica de la región, que se sirve acompañada con un desfile de exquisitas tortas caseras.
Alquiler de autos: Desde $ 75 por día con 300 kilómetros libres. Es bueno tener en cuenta que el precio de la nafta es un 50 por ciento más económica que en la Capital Federal.
Museos: Oceanográfico: ubicado en el Chalet Pujol (calles Domecq Garcia y J.Menendez). Como gran atracción atesora un calamar gigante encontrado en la zona. De Arte Moderno: (Roca 444) es el más austral del mundo y cuenta con obras de Quinquela Martín, Pérez Célis, y Luis Felipe Noé, entre otros.
Informes: Secretaría de Turismo de Puerto Madryn. Av.Julio A. Roca 223. Tel.:453504/452148.
e-mail: sectur@madryn.gov.ar
Internet: www.madryn.gov.ar