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MINITURISMO Volando a Martín García

Ubicada a sólo 37,5 kilómetros de la costa argentina, la isla Martín García se ha convertido en los últimos años en un destino muy atractivo para el miniturismo de la región. A tan sólo 20 minutos de avión desde Buenos Aires, un pequeño paseo por una larga historia.

Por Mariano Blejman

Siempre cuesta comprender cómo funcionan las ciudades vistas desde arriba y es increíble ver cómo la historia se ocupa de juntar los acontecimientos en lugares que, a la luz del paso del tiempo, quedan chicos frente a tamaños sucesos. Lugares que, vistos desde el cielo, parecen minúsculos. Pero son inmensos. Esa parece ser la historia de la isla Martín García.
A diferencia de otros años, cuando llegar hasta era sinónimo de cárcel o confinamiento, hoy el viaje hacia Martín García se ha convertido en un verdadero placer. En un vuelo de 15 minutos, desde el Aeropuerto Internacional de San Fernando, la isla vista desde arriba se convierte en un diminuto mapa en movimiento: los autos se transforman en juguetitos, los barcos en representaciones de barco, el río se hace pequeño y allí enfrente se ve el Uruguay.

Camino al pasado
El avión apunta hacia abajo y aterriza en el único callejón entre la maleza que se ve desde el cielo. La construcción de la pista de aterrizaje hizo desaparecer un viejo cementerio indio que atestigua el paso de íntimos ritos ceremoniales.
Este paisaje isleño también fue el escenario de una historia muy singular. Fue descubierta en 1516, cuando don Juan Díaz de Solís tuvo que desembarcar en la isla para enterrar al despensero de su nave, quien había muerto a bordo. Como el despensero se llamaba Martín García, don Solís decidió no sólo dejar su tumba sino también bautizar el lugar con su nombre. Por su posición estratégica, la isla fue escenario de batallas navales y por su aislamiento insular fue elegida para instalar allí un lazareto y un crematorio durante la epidemia de fiebre amarilla del siglo pasado. Como bien se sabe, la isla también fue la sede de un penal civil y militar, donde estuvieron recluidos como presos políticos los ex presidentes Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi.


Senderos umbrosos para un recorrido por la historia argentina.

Ladrillos de la
historia

En la llegada al aeropuerto no hay azafatas, ni recepcionistas, pero la abultada maleza invita a caminar por una pequeña senda hasta el antiguo laboratorio del año 1913, donde trabajó el doctor Mazza. Hoy es un pintoresco restaurante.
Dar una vuelta completa por la isla puede llevar un par de horas, si el viajero tiene los minutos contados, o un par de días si uno puede tomarse el tiempo que la historia requiere. Los distintos guías llevan a los turistas a conocer el pequeño pueblo y sus antiguas construcciones: la Capilla Nuestra Señora del Carmen; la ex Batería Buenos Aires, erigida en 1864, con sus cañones centenarios; una cárcel de la Marina que llegó a albergar a unos 800 presos; el primer faro; los lugares de detención de los ex presidentes; la casa que habitó el poeta Rubén Darío y también la antigua panadería que elabora el pan dulce a cuya fama contribuyó el aviador y ex presidente Carlos Menem, quien solía volar con cierta frecuencia hasta la isla para llevarse unos cuantos.


La casa donde Arturo Frondizi estuvo confinado en 1962.

Los alamos siguen de pie
Una vez ubicados en el centro de la isla, todo se vuelve cercano. Hacia el oeste se pueden descubrir los 22 álamos carolina perfectamente ordenados a distancias equidistantes en el trayecto a pie que puede hacerse por el bosque. La organización de los árboles no es casual sino producto de una decisión de Domingo F. Sarmiento, quien se escabullía de la ciudad debido a sus problemas de salud. El hizo plantar los álamos que todavía existen camino a la selva. La casa donde vivía Sarmiento se llamaba la Cartuchería y fue demolida hace unos años.
Hacia el sur de la isla, a principios de siglo, decenas de inmigrantes se descolgaban desde los barcos para llegar al Barrio Chino, que se había convertido en una de las cuatro entradas al continente, junto a La Boca, La Plata y Bahía Blanca. En el pequeño barrio se produjo un extraño crisol de folklores, ropas y costumbres. Hoy los árboles crecen sobre las paredes y amenazan con destruir las pocas edificaciones que quedan en pie. Lo que subsiste allí se debe principalmente al trabajo de los pobladores. Durante unos años, tan sólo cinco familias decidieron sostener el agua y la luz, pero no pudieron con la maleza.


El hospital violeta donde Perón estuvo recluido entre el 15 y 17 de octubre de 1945.

Una isla muy anciana
Rodeada al este por el Canal del Infierno y al oeste y al sur por el Canal de Buenos Aires, la isla se originó hace 1800 millones de años como un conjunto de rocas más sólidas que las islas aluvionales del Delta del Paraná. Actualmente, la naturaleza sorprende a los visitantes, sobre todo si son aficionados a la fotografía. Los fines de semana es frecuente ver el arribo de pasajeros de todas las edades portando sus cámaras en la búsqueda de arbustos como los molles, espinillos y talas. Además de los ciervos dama-dama, también pueden verse cuises y gran cantidad de pájaros como la calandria, carpinteros, pico de plata y siete colores. De las más de 200 especies de aves que pueblan la isla, en los bañados costeros se pueden ver la garza blanca, el chiflón, el pato picazo, la garza mora y el cisne coscoroba, cazando o pescando en los espesos juncales. Pero lo que –sin duda– se llevan los visitantes que pasean por allí es una lección de historia argentina concentrada en unas pocas hectáreas.
Desde el avión, el paseo de unos minutos se hace tan simple que muchos en el aire se preguntan por qué una isla tan cercana a Buenos Aires fue siempre un lugar de difícil acceso. Y por qué ahora, de repente, se encuentra tan, pero tan a mano, que bien vale la pena un pequeño salto a ese pequeño lugar con tan intenso pasado.

Datos útiles
Viajes a la isla Martín García en avión: Ing. Ricardo Fernández 1556636849. Incluye ida y vuelta de San Fernando a Martín García, comida abundante en el Comedor Solís de José Maciel (la ex farmacia del Dr. Mazza) y una visita guiada y personalizada por toda la isla durante todo el día. Valor aproximado $ 100. Avión de seis pasajeros. Por aviones más grandes, consultar. Visita optativa de Turismo Aventura: Carlos Huron. Gomón, islas desiertas, lugares pesqueros. Se contratan en el Comedor Solís de la isla.