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FESTEJOS
Del extremo norte al extremo sur

Diciembre en Argentina

Flores en el sombrero y un cordero en los brazos. Una familia jujeña desciende de los cerros rumbo a la fiesta.

Del norte al sur, del este al oeste, la Argentina tiene su propia manera de festejar la Navidad, entre tradiciones heredadas de Europa y las raíces indígenas que se sumaron a las prácticas católicas. Una forma especial de celebrar, tan ecléctica que ya es única.

Por Graciela Cutuli

A pesar de las postales, de los Papás Noel de trajes bien abrigados y las mesas cargadas como para afrontar el invierno siberiano, hay Navidades sin nieve y sin frío. Como las nuestras, las argentinas, salvo que uno se encuentre en el extremo sur y ahí sí, quién sabe, tal vez alguna nevada caprichosa se suma al verano fresco de la Patagonia última. A veces, la mirada desde afuera ayuda a comprender la curiosidad de nuestras propias prácticas, y sin duda más de un extranjero se ha asombrado, no sólo ante la belleza y el exotismo de las Navidades del noroeste, sino ante la forma porteña de celebrar entre panettones italianos, abetos alemanes, champagne francés, postres helados (verano obliga) y petardos de todos los colores.

Navidad al norte Famosa por su apego a las tradiciones, Salta puede ser uno de los mejores lugares para recobrar el sentido de una Navidad a la argentina. En Villa Las Rosas, se organiza entre el 25 y el 31 de diciembre un pesebre viviente en escenarios naturales, representado por un grupo de nada menos que 312 personas. Otro pesebre viviente también puede ser visitado el 25 en Angastaco, una ciudad pequeña en los Valles Calchaquíes cuya atracción principal es la iglesia del Carmen. En el mismo lugar, se organiza también para el día de Navidad un concurso de villancicos. Cerca de Angastaco, los lugares para conocer son San Carlos –sobre todo gracias a su plaza central bordeada de recovas y la iglesia de San Carlos Borromeo, armoniosa e imponente en este paisaje despejado–, Cafayate y Cachi. La Catedral de Cafayate sobresale por ser la única en la Argentina que tiene cinco naves paralelas, aunque los amantes del vino le prestan tal vez más atención al Museo de la Vid y el Vino y la visita a las bodegas Etchart, degustación incluida.

Las luces de la bahía de Ushuaia brillan con más intensidad durante los festejos de diciembre.

Gauchos jujeños Mientras tanto, la Navidad dura en Jujuy toda la segunda quincena de diciembre, y se extiende hasta la fiesta de Reyes el 6 de enero, afortunadamente a pesar de la guerra del nórdico Papá Noel. Hay varias razones para visitar la provincia en esta época del año, ya que en Palma Sola se organiza la Fiesta Provincial del Gaucho, con su exposición de destreza gaucha, objetos de cuero y espectáculos folklóricos, y en San Antonio es el turno del Festival del Quesillo, ideal para probar las comidas regionales. En la “Tacita de Plata”, como se conoce a la capital provincial, a un paso de la Quebrada de Humahuaca, repica la música de las quenas, erques y bombos con que se acompañan los villancicos y las danzas que celebran la Nochebuena. En las iglesias, como en el corazón de cada casa, se multiplican los pesebres, y las procesiones navideñas recuperan algo de la esencia de la fiesta muchas veces perdida en los pasillos de los shoppings de las grandes ciudades. En el centro de Jujuy, los perfumados naranjos de la plaza dan paso a la Catedral, un edificio blanco que muestra en el exterior el eclecticismo de las modificaciones sufridas a lo largo del tiempo.

Festival de Pesebres Tucumán, por su parte, se suma a las celebraciones del noroeste con dos manifestaciones en particular, además de las ornamentaciones que visten el centro histórico y la famosa Casa de la Independencia: el Festival de los Pesebres en Río Seco, y el Festival Folklórico de Navidad en Acheral, a las puertas de Tafí del Valle. Independientemente de la época del año, hay que visitar el Parque de los Menhires, que a pesar del maltrato al que fueron sometidos por el traslado desde su ubicación original, y el descuido que caracteriza a muchos turistas, son el mejor testimonio del pueblo indígena que vivía en estos valles, a los que se llega transitando la impresionante selva tucumana entre curvas cerradísimas, cascadas y barrancos vertiginosos. Otro testimonio histórico, esta vez de los jesuitas, es la capilla de La Banda, en parte levantada por los propios religiosos y en parte por la familia dueña de las tierras en el siglo pasado. Un museo aledaño completa el panorama sobre la cultura tafí.

Pacotas riojanas Finalmente, no estaría completo un recorrido navideño en el noroeste sin pasar por La Rioja, donde la fuerte creencia popular se cimentó sobre las no menos fuertes tradiciones indígenas con dioses tan variados y originales como Yastay, guardián de los animales de la montaña, el viento Huaira, Cancanchí, que guardaba la llave de las tormentas o el duende Miquilo. Las fiestas, pesebres y procesiones se multiplican en todos los pueblos de la provincia, desde el encuentro de pacotas navideñas de Chamical a la Fiesta de la Navidad de Sanagasta, en la Quebrada de los Sauces, donde dejaron su huella los diaguitas. El 26, la cita es en Jagüé, cerca de Vinchina, cuando se celebra con una peregrinación la fiesta de la Virgen de Andacollo. La región vale la pena también por su riqueza arqueológica, mientras los verdaderos amantes de la cordillera y la aventura podrán intentar una excursión a la laguna Brava. Si no, se puede volver a Chilecito, la segunda ciudad de La Rioja, para celebrar el 27 el Festival de la Navidad en los Cerros. De todos modos, en La Rioja la fecha clave es el 31, día del Tinkunaco, cuando se encuentran las procesiones en homenaje a San Nicolás de Bari y al Niño Alcalde, entre hombres a caballo y gente de a pie que simbolizan, en plena capital provincial, el cruce de las dos culturas que en ella conviven.

En tierra entrerriana, el perfil iluminado de un gigantesco pino se refleja en las aguas del Paraná.

Intermedio entrerriano Antes de dejar las bellezas y tradiciones del noroeste para buscar postales algo más tradicionales de la Navidad en el sur argentino –¿quién no imaginaría ver a Papá Noel saliendo con sus renos del bosque de arrayanes?– vale la pena detenerse un poco en Entre Ríos, donde la segunda quincena de diciembre reserva varias fiestas locales que animan el calor veraniego. En Concordia, es la hora de la Fiesta Nacional de la Citricultura, el gran regalo del sol a la región, con diversos espectáculos, desfiles de carrozas (no puede faltar la elección de la reina) y visitas a las plantaciones y establecimientos industriales que hacen vivir a la ciudad. Crespo también tiene lo suyo, con la Fiesta Nacional de la Avicultura, que permite visitar las granjas. Mientras tanto, San Salvador celebra a su principal producto, el arroz, con otra Fiesta Nacional que incluye desde festivales hasta exposiciones y jornadas técnicas. Y finalmente, para los paladares ansiosos, en San Jaime de la Frontera, siempre en Entre Ríos, la segunda quincena de diciembre depara el Festival Provincial del Cordero, con un lindo encuentro de payadores, festival folklórico y desfile de carrozas.

Sikus, quenas y cajas van marcando el camino de las celebraciones del norte argentino.

Navidad al sur En algunos lugares del sur, la Navidad ya toma ese aire más europeo que le dio la inmigración, aunque es de imaginar que se imponen las tendencias más arraigadas y el pan dulce bien suele servir de postre a un buen asado en la medianoche del 24 o el mediodía del 25. En los bosques de Ushuaia o Bariloche, en la región de los lagos o cerca del glaciar Perito Moreno, la Navidad se vive como en un cuento de hadas, rodeado de las nobles maderas de la región, de los pinos, de los vientos que traen un toque invernal a una fiesta de estío. Algunas ciudades hacen un esfuerzo especial para que todo resulte más bello: como Ushuaia, verdadera punta del fin del mundo, y San Martín de los Andes, que organiza hasta el 6 de enero concursos de vidrieras y jardines adornados con motivos navideños, además de una serie de espectáculos y torneos deportivos. Otra manera de unir las fiestas de fin de año con el folklore, muy distinta de las celebraciones del norte, es en la segunda quincena de diciembre la Feria de la Lana de Las Ovejas (Neuquén), donde existen variantes: desde participar en un fogón criollo hasta presenciar las más diversas habilidades a caballo, y del 27 al 30 la Fiesta Provincial del Cordero de Río Gallegos (Santa Cruz), como su colega entrerriana dedicada a celebrar (para cierta desdicha de muchos de ellos) las bondades del ganado ovino. Hay muchos modos, muchos estilos al fin y al cabo, de convertir diciembre y la Navidad en una ocasión de turismo: sobre todo en la Argentina, siempre diversa y múltiple, incluso para una de las fiestas más globalizadas del mundo.