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EL CONFLICTO DEL SERVICIO DE AGUA EN BUENOS AIRES
Lo que falta es transparencia

Oficialismo y oposición coinciden en bajarle el pulgar al servicio que presta la empresa Azurix, pero no hay puntos de acuerdo en cuál es la salida. Ruckauf le abrió una puerta al sindicato de la ex Obras Sanitarias (menemista) para delegarles la prestación.

Julián Domínguez, ministro
de Obras Públicas de la provincia.

Por David Cufré

El gobierno bonaerense, los legisladores aliancistas y la empresa distribuidora de agua provincial, Azurix, cruzaron ayer acusaciones de todo tipo, responsabilizándose mutuamente por los gravísimos problemas de suministro que sufren miles de personas. Como si fuera un globo que se fue inflando de a poco y finalmente estalló, ahora nadie sabe qué hacer con los pedazos desperdigados. Una alternativa que estudia el gobernador Carlos Ruckauf es entregar la concesión –en caso de que la Legislatura apruebe la anulación del contrato con Azurix– a la Federación Nacional de Trabajadores de (la ex) Obras Sanitarias, sindicato conducido por el menemista Rubén Pereyra. La fórmula sería similar a la aplicada por Carlos Menem con el ferrocarril de carga Belgrano Norte, cuando delegó la operación del ramal a Unión Ferroviaria, otro gremio liderado por un amigo del ex presidente, José Pedraza.
Hasta ahora, lo concreto es que Ruckauf convocó a una sesión especial de la Legislatura para analizar la eventual rescisión de la privatización. El contrato se firmó hace apenas 18 meses y la concesión es por 30 años. La empresa asegura que las deficiencias del servicio son producto de incumplimientos previos de la provincia, que debió haber realizado obras que permitieran su trabajo posterior. El gobernador negó tajantemente ese descargo e insistió en que se podría avanzar con la rescisión del contrato. Desde la Alianza acompañaron esa postura, pero le reprocharon al gobernador que haya dejado llegar el conflicto al punto actual.
El ministro de Obras Públicas bonaerense, Julián Domínguez, convocó para hoy a la presidenta de la Comisión para el Control y Seguimiento de las Empresas Privatizadas, Elizabeth Moyano, diputada radical. El funcionario tanteará en esa reunión cuál es la posición de la Alianza. Si bien todos concuerdan en que la prestación de Azurix es “espantosa”, resulta menos claro cómo salir de esa situación. En efecto, los diputados opositores sostienen que Ruckauf giró el tema a la Legislatura para desembarazarse de la responsabilidad de tomar una decisión. Pero, a la vez, dicen que busca aparecer ante la opinión pública encabezando la defensa de los usuarios.
El diputado Henry Stegmayer (Socialismo Popular) enfatizó que Ruckauf “evade en forma grave sus propias obligaciones, ya que según el contrato de concesión es él quien debe decidir si hay causas suficientes para anular o no la privatización”. El legislador recordó que el contrato establece un procedimiento específico para llegar a su rescisión, como por ejemplo intimar a la empresa a que corrija su accionar y darle un plazo no inferior a 30 días para que produzca su descargo. El Ejecutivo provincial no tomó hasta ahora esa medida. “Si este procedimiento no se cumpliera, la prestadora podría impugnar la rescisión y la provincia podría ser demandada por cifras varias veces millonaria”, advirtió Stegmayer.
Domínguez optó ayer por seguir cargando las tintas contra Azurix. Dijo que resultó “grosero y despectivo” por parte de la empresa que “su única propuesta para mejorar el servicio sea incrementar las tarifas”. Para el ministro, esa oferta es equivalente a “un tratamiento de segunda para los habitantes de la provincia”, al tiempo que insistió en que “si hay inviabilidad en el cumplimiento de las metas que prevé la concesión, la provincia estudiará la rescisión del contrato”. Ruckauf, por su parte, especuló que Azurix estaría buscando la rescisión, ya que el negocio resultó menos rentable de lo previsto y las complicaciones operativas la abruman. “Están buscando fabricar un juicio. Tienen la típica actitud preparatoria para una acción judicial”, afirmó Ruckauf.
El tema de fondo es que al tomar posesión de la concesión Azurix presentó un plan de obras que fue aprobado por el entonces gobernador Eduardo Duhalde. Pero los plazos previstos para esos trabajos no eran consistentes con la mejora del servicio que prometió. Además, surgieron problemas imprevistos –por caso, en Bahía Blanca proliferaron algas en el dique Paso de las Piedras, que contaminaron el agua– y haría falta elevar considerablemente las inversiones para que el servicio general seaeficiente. La empresa se resiste a aportar más dinero y reclamó aumento de tarifas. Pero el descontento popular es tan grande que resulta políticamente imposible inclinarse por esa vía.
Los problemas también se originan en desprolijidades groseras en la privatización. La diputada Moyano señaló a Página/12 que el entonces gobernador Duhalde “tenía tanto apuro en que se aprobara la concesión del servicio de agua y cloacas que obvió cuestiones elementales, como hacer un inventario del estado en que se entregaba OSBA (Obras Sanitarias de Buenos Aires)”. También reveló que la totalidad de los legisladores aliancistas le advirtieron a la embajada estadounidense sobre los riesgos que corría Azurix –compañía del grupo Enron–, pero que esas advertencias fueron desoídas. “Ahora la empresa no puede alegar desconocimiento y lo que debe hacer es prestar el servicio para el que se comprometió”, concluyó Moyano.

 


 

STANDARD & POOR’S CRITICO EL ENDEUDAMIENTO BONAERENSE
Deuda con pronóstico reservado

El deterioro de las finanzas públicas, la muy limitada capacidad de recortar gastos, el rápido crecimiento de la deuda y la falta de indicios de una reversión de los resultados negativos en las cuentas públicas de la provincia de Buenos Aires para el 2001 determinaron, a criterio de la evaluadora de riesgos Standard & Poor’s, que se le asignara la calificación “BB-” a la deuda en moneda extranjera del distrito gobernado por Carlos Ruckauf.
La evaluación realizada por S&P, a propósito de la emisión por parte del gobierno bonaerense de la serie 19 de Eurobonos de mediano plazo por 200 millones de euros (con vencimiento en enero de 2003), señala que “luego de dos años de estrés financiero, el presupuesto de la provincia preveía una mejora en su desempeño fiscal en el 2000”. Sin embargo, refiere, “las ejecuciones presupuestarias fueron afectadas negativamente por el lento ritmo de recuperación económica y la incapacidad de la provincia de reducir sus gastos operativos”. Las estimaciones del presupuesto original, con un déficit operativo estimado de 734 millones de pesos y un déficit fiscal de 1360 millones, resultarán ampliamente desbordadas, según señala el informe de S&P. “En cuanto al 2001, el presupuesto no prevé un cambio significativo en la evolución fiscal, por lo que se espera un déficit fiscal de 1457 millones de pesos”, agrega.
El informe consigna que la deuda provincial a noviembre del 2000 ascendía a 3283 millones de pesos, que equivalen al 36 por ciento del total de ingresos y el 3,2 por ciento del PBI. Sin embargo, si a esa cifra se le suman otras obligaciones, como las emisiones de corto plazo y deudas que la provincia contrajo con el Banco Provincia, el total de deuda alcanza 4800 millones, “un nivel moderado aunque creciente”.
Como uno de los signos preocupantes del contexto financiero de la provincia, S&P señala la “considerable variación negativa” de la recaudación de impuestos durante el 2000, “tanto comparado con los resultados de 1999 como con los mismos pronósticos para el año”. La amplia y diversa base económica de la provincia, los indicadores de deuda relativamente bajos y el acceso a capital de un gran número de fuentes son señalados, sin embargo, como aspectos rescatables de la situación de la provincia para mantenerle la calificación. Aunque el propio informe advierte que “la falta de indicios que reflejen una reversión de esta tendencia de amplios resultados negativos durante el año 2001 se combina con expectativas de persistencia de desequilibrios de importancia hasta, al menos, el año 2003”.

 

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