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DENUNCIA DE HIJOS POR SEGUIMIENTOS Y AMENAZAS
Los servicios de siempre

Militantes de HIJOS increparon a supuestos policías o servicios de inteligencia que los vigilaban. �Nosotros los escrachamos a ustedes�, �La Marina no olvida ni perdona�, les respondieron.

Esta es una de las fotos que los HIJOS presentaron ante la Justicia para que investigue.

Por Victoria Ginzberg

“Nosotros los estamos escrachando a ustedes”, “La Marina no olvida ni perdona”. Estas frases fueron las que recibieron como respuesta los miembros de HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) cuando interpelaron a supuestos policías o servicios de inteligencia que filmaban sus actividades. Cansados de persecuciones y, sobre todo, con miedo, los integrantes de la agrupación presentaron ante la Justicia un habeas corpus preventivo en el que denunciaron las posibles violaciones de la ley de Defensa y de Seguridad Interior, que prohíben a las Fuerzas Armadas y a la policía realizar este tipo de seguimientos. La Cámara Criminal y Correccional desestimó el habeas corpus pero consideró que debían investigarse los posibles delitos que surgían de las pruebas presentadas por HIJOS.
El escrito presentado por HIJOS ante la Justicia se centra en los hechos ocurridos en dos escraches organizados por esta agrupación: el del 7 de octubre de 2000, en el que se alertó a los vecinos de Floresta que Ernesto Enrique Frimon Weber –alias 220– vive en la calle Virgilio 1245 de Capital Federal, y el del 9 de diciembre de 2000 que se realizó en el domicilio del ex agente del batallón 601 Rubén Osvaldo Bufano, en Madariaga 6236, Vila Lugano.
Los jóvenes que asistieron a este último acto –que se realizó poco después de que HIJOS denunciara la violación del arresto domiciliario por parte del ex dictador Emilio Eduardo Massera– observaron que los estaban filmando con una cámara tipo betacam y una antena satelital. Ante las preguntas de los organizadores, los hombres respondieron: “La Marina no olvida ni perdona”. Los HIJOS, a su vez, filmaron y retrataron a varias personas que podrían ser policías de civil o espías. Hoy a las 18 en Venezuela 821 los jóvenes realizarán una conferencia de prensa para denunciar las intimidaciones y amenazas que sufren desde hace tiempo.
La agrupación de derechos humanos solicitó a la Justicia que los ministerios de Interior y de Defensa y la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) informen si las personas de las fotografías y del video pertenecen o pertenecieron a alguna repartición de la Policía Federal, la Gendarmería, las Fuerzas Armadas o a la SIDE y en su caso si estaban de servicio y qué órdenes tenían con respecto a los integrantes de HIJOS. También solicitaron que, en cumplimiento de la ley de habeas data, el estado suministre los datos reunidos sobre miembros de HIJOS.
El expediente está en manos del juez de instrucción Gustavo Daniel Karam. Su colega Ricardo Arturo Warley había desestimado el hábeas corpus después de que las Fuerzas Armadas y la policía respondieran que no existían órdenes de captura contra los dos integrantes de la agrupación que figuran como denunciantes. Pero los jóvenes insistieron y volvieron a la Justicia con una nota publicada a fines del año pasado por la revista Noticias. “Es casi un trabajo de rutina. Se siguen las marchas y se realizan cuadros de contactos y relaciones. De todas maneras no hay que sacarles la mirada de encima: en algún momento puede aparecer alguien que quiera utilizar su bronca para sacer provecho, como pasó con Quebracho”, manifestó, según la revista, “un agente acostumbrado a estas tareas”.
Los seguimientos, persecuciones y amenazas no son nuevos ni privilegio de los HIJOS de la Capital. La regional de Rosario presentó un habeas corpus preventivo a fines de noviembre de 2000. La abogada de la agrupación en esa ciudad, Matilde Bruera, había recibido un libro lleno de explosivos y varios jóvenes sufrieron amenazas telefónicas de muerte. En Rosario y en Córdoba aparecieron, en facultades o cerca de los domicilios de los integrantes de la agrupación, carteles con sus datos personales.

 


 

JUICIO A LA DICTADURA EN ALEMANIA
Testigos del horror

“La última vez que vi a Elisabeth Käseman fue en El Vesubio cuando nos fueron llamando uno por uno a todos. Se respiraba el olor a muerte que sentíamos cuando había traslados. Nos dejaron allí esposados y encapuchados”, relató ayer en Bonn, Alemania, la ex detenida Elena Alfaro. Ella y Diana Austin declararán hoy como testigos en la fiscalía de Nüremberg, que investiga 12 casos de ciudadanos alemanes o descendientes de esa nacionalidad desaparecidos o asesinados en Argentina entre 1976 y 1983.
Elisabeth Käseman era la hija del teólogo más importante de la Iglesia Evangélica alemana. En 1968 viajó a Buenos Aires para hacer su tesis en sociología. Recorrió las villas de Wilde, Lomas de Zamora y Retiro para recoger datos sobre los niveles de pobreza. El 8 de marzo de 1977 fue secuestrada y llevada al cuartel militar de Palermo. Tres semanas después el entonces general Guillermo Suárez Mason informó públicamente de un “enfrentamiento en el que murieron 16 personas, entre ellas cuatro mujeres”. El médico de la embajada alemana comprobó que uno de los cadáveres correspondía a Elisabeth.
La Coalisión contra la Impunidad, que organiza el juicio de Nüremberg contra 41 militares argentinos, afirma que “la embajada ocultó durante dos días la información oficial sobre esta muerte a fin de no perturbar el partido de fútbol que disputaban las selecciones de Argentina y Alemania”. El padre de Elisabeth, Ernst Heinrich Friedrich Käseman, relató al escritor Osvaldo Bayer que le entregaron el cadáver veinte días después que apareció en Monte Grande. “No tenía cabellos, le faltaban los ojos, le habían roto la nuca a balazos”, describió.
La reverenda Diana Austin, pastora de la Iglesia Presbiteriana de Nueva York, fue secuestrada de su casa en Buenos Aires por militares argentinos el 11 de marzo de 1977. Aseguró que fue interrogada durante 14 horas y que sus respuestas eran confrontadas inmediatamente con las de la señora Käseman, a quien mantenían bajo torturas en una habitación contigua. “Me aplicaron varias veces la picana y me amenazaron con dañar a mis sobrinos”, manifestó Austin.
Elena Alfaro estuvo en el centro clandestino El Vesubio entre abril y noviembre de 1977. Allí vio que Käseman tenía señales de tortura. “Su estado físico era lamentable, estaba muy delgada. La última vez que la vi fue el 23 de mayo. Eran 16 personas indefensas, encapuchadas y esposadas, llenas de ideales y de vida, que fueron ejecutadas en el campo del Vesubio”, contó la ex detenida.
La Fiscalía de Nüremberg debe emitir en breve las órdenes de captura contra Carlos Guillermo Suárez Mason, Pedro Durán Saenz, José Montes y Juan Bautista Sasiaiñ, acusados por el crimen de Käseman.

 

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