Por Carlos Polimeni
El tema de Jimi Hendrix con
que los Red Hot Chili Peppers cerraron esta madrugada su notable show
bien podría operar de síntesis del espectáculo: Fire
(Fuego) sonaba a declaración de principios en un estadio
de ánimos incendiados, en que una multitud de 40 mil personas parecía
saltar al unísono. La banda había armado una lista de temas
que le garantizaba impacto, con mayoría absoluta de dos discos
claves de su carrera, como Californication, que lo devolvió
a los lugares de privilegio de los rankings de medio mundo, y su mejor
declaración de principios Blood sugar sexx magik. El
set fue relativamente breve dieciseis temas en noventa minutos
y remató con bises infalibles, como Sir psycho y Fire.
El show fue casi un milagro. A las 20.30, hora en que debía estar
terminando la performance de los grupos soportes argentinos ,que no tocaron,
la cantidad de lluvia que había caído sobre la ciudad indicaba
que era razonable suspender la velada. El empresario Daniel Grinbank,
pese a que tenía 35 mil entradas vendidas, le propuso al grupo
pensar en postergar todo, quizás para hoy. Los RHCP se negaron
de plano, después de mirar como el cielo iba abriéndose.
El cielo les dió la razón: no llovió más,
desde las 21, cuando salió Deftones a deformar, en adelante.
Casi por inercia, la actuación de los Peppers empezó a las
23. Casi con lógica, abrieron con uno de los temas mas grossos
de su último, y aquí super exitoso disco, Californication.
Apenas Flea atacó con la introducción en bajo, una ovación
sacudió el estadio mojado: es que Around the world
es un pasaporte al contagio. El público era una suma de públicos.
Padres con hijos, a montones. Chicos con aspecto e ilusión de primer
show solos. Adolescentes con look trabajado por horas, con pelos de todos
los colores posibles. Muchos punks de esta era. Muchas remeras de Nirvana.
Parejas de treintañeros, en plan de comentar: Uh, éste
tema lo escuchamos en el 87.
Give a way, Californication, Under the bridge
y I like dirt se llevaron las grandes ovaciones en ese césped
caldeado por el sudor y lleno de gente enrojecida. Alguien revoleó
un zapato para expresar admiración y Flea lo levantó y mostró
a la multitud. Oh, un zapato aquí, dijo con su simpática
voz de pito, en castellano. Un pequeño zapato argentino,
insistió, entre risas. La performance demencial del guitarrista
John Frusciante, su constante desequilibrio escénico, fueron el
polo musical de la noche que tan mal había empezado. Flea y el
baterista Chad Smith construyeron sin altibajos esa pared, que posibilita
el grupo. Adelante, a veces desafinando, pero siempre remontando, Anthony
Kiedis, cumplió con creces su labor de cantar y hacer piruetas.
La gente, que fue un espectáculo aparte, merecía la entrega
absoluta de un grupo tocado con la varita del funk.
EL
DILUVIO ALTERO TODOS LOS PLANES
Liniers era casi un rio
La lluvia fue la gran protagonista
de las horas previas al show. Cuando a partir de las 18 la ciudad fue
azotada por uno de sus típicos diluvios de verano, en Vélez
se multiplicaron las caras largas y empezaron los cálculos. Los
primeros en perder fueron los grupos locales Santos Inocentes y Catupecu
Machu, cuyas actuaciones se suspendieron. El show de Deftones estuvo en
duda hasta último momento. Finalmente, con un retraso considerable,
el grupo de Chino Moreno, uno de los tantos surgidos a partir de la existencia
de Red Hot Chili Peppers, hizo lo suyo con profesionalismo.Aun en los
momentos más violentos del temporal, el mensaje de la organización
era que se hacía sí o sí,, pero entre
bambalinas se negociaba. A las 20, unas 6 mil personas no se movían,
aguantando el agua en las plateas y el campo. Afuera, los accesos se convertían
en un caos: autos que se quedaban en el camino, colectivos parados, asistentes
tratando de vadear calles hechas ríos. El barrio aparecía
tomado por los fans que, frente al embate del cielo, hacían antesala
en todo puesto de panchos o pizzería que contaran con un techo.
Adentro, el negocio de la noche fue vender, más no comprar, ponchitos
impermeables, que una vez que la lluvia paró no servían
más que como recuerdo
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