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el Kiosco de Página/12

CRACK

Por Antonio Dal Masetto

Tema en el bar: la falta de valores, la ausencia de autoridades reconocibles. Los padres juguetean a ser amigos de los hijos y terminan siendo cómplices sometidos. Los pibes no encuentran límites, prueban sus fuerzas, lo que hay enfrente es siempre blando y terminan pensando que sus padres son unos imbéciles. Alguien cuenta el caso de un pariente que retó a su hijo duramente por haber sido expulsado del colegio y dos horas más tarde lo llamó por teléfono y plañideramente le pidió perdón por haber sido tan rudo. Otro cuenta que su sobrino de doce años fue pescado fumando, los padres se hicieron los desentendidos y la criatura se confesó con el tío: ¿a vos te parece que yo con doce años pueda estar fumando y que nadie me diga nada? La conclusión de los parroquianos es que estamos metidos dentro de un enorme flan.
Oímos una voz que baja desde el cielo:
–Las cosas se ven con mayor amplitud cuando se miran desde lo alto.
Es don Sosa, el pintor, que arriba de la escalera le está dando con el rodillo al cielorraso.
–Baje, don Buonarroti –le dice el Gallego–, largue un rato la Capilla Sixtina, tómese un semillón con los amigos y aclárenos eso de mirar desde lo alto.
–Me pasé la vida arriba de las escaleras, en toda clase de casas, con la gente viviendo su vida a mis pies e ignorando mi presencia. Vi de todo. Sin ánimo de cometer herejía, vengo a ser como el ojo de dios –dice el pintor mientras baja, se arrima y le pega un trago al semillón–. Y con respecto al tema que los tiene tan preocupados quiero aclararles que hay casos y casos. Por ejemplo, hace poco estoy pintando una casa en Mataderos, y desde mi mirador lo veo entrar al tío Eduardo, el solterón de la familia, totalmente escorado debido a la cantidad de vino que se tomó a lo largo del día. El tío Edy, con tono de querer ser gracioso, dice: “Qué hacés doble abuela”. “¿Qué es eso de doble abuela, de qué estás hablando?”, dice doña Tita, la dueña de casa, una señora bajita y muy enérgica. El tío Edy, pese a la mamúa, se da cuenta de que metió la pata, trata de recular, pero doña Tita lo aprieta y salta la verdad. Se entera que Karina, la novia del Quique, el menor de sus tres hijos, está embarazada. Y no sólo eso, sino que Karina ya estuvo embarazada del Quique hace cuatro años y ahora es madre de un hermoso querubín. ¿Por qué doña Tita nunca supo del nacimiento del querubín ni de este segundo embarazo? Resulta que el Quique juega en Nueva Chicago desde chiquito y para el barrio fue y es una extraordinaria promesa futbolística. Nadie duda de que de ahí saldrá el futuro Maradona. Así que lo tienen entre algodones y lo protegen, no importa las macanas que se mande. Hay que comprenderlo, dicen, son las excentricidades de toda estrella. En realidad, el Quique ya debería haber pegado el gran salto al estrellato, se le está pasando el cuarto de hora, pero la gente no pierde las esperanzas, siempre hay argumentos que justifican las demoras: que la envidia, que el entrenador lo sabotea, que hay intereses creados, que viene de un club chico. La cuestión es que el Quique trabaja de futuro crack, se deja el pelo largo y cuando no entrena se la pasa en la esquina tomando cerveza con los amigos. Por supuesto que en el barrio nadie ignoraba la existencia del querubín y el nuevo embarazo. Pero todo el vecindario, la novia, los padres de la novia, el padre del futuro crack, los hermanos del futuro crack, incluso la señora de al lado que por las tardes toma mate con Tita, se confabularon para ocultarle la verdad. Doña Tita es una mujer de gran carácter y principios firmes, lo blanco es blanco, lo negro es negro y se acabó, no le interesan las especulaciones. Por eso temían que interviniera e interrumpiera la meteórica carrera del futuro campeón. Terminada la confesión del tío Edy me acomodo bien en lo alto de la escalera, no quiero perderme nada de lo que venga. Doña Tita sale a la puerta, llama al hijoque está en la esquina tomando cerveza con los amigos y cuando el Quique entra le mete un sopapo que resuena en toda la casa. “Desde ahora vas a usar tu nombre completo, Enrique. Te me cortás el pelo y te ponés en vereda. Te aguanté muchas cosas, inclusive sabía que te fumabas unos porros en la esquina con los otros vagos, bueno, no tenías responsabilidades y estabas haciendo lo que se supone era tu vocación, el fútbol, pero ahora resulta que tenés tu propia familia, un hijo de casi cuatro años y otro por venir, así que hacete cargo y ponete a trabajar de adulto. Mañana le voy a pedir al jefe de personal del supermercado que te arregle un puestito, aunque sea para limpiar pisos, es buena persona y me va a dar una mano. ¿Entendiste?”. “Sí, mamá.” “Esta noche voy a arreglar cuentas con tu padre, con tus hermanos y con los flanes de tus suegros. Y mañana bien temprano, con todos los vecinos del barrio, tus cómplices en estos cuatro años, los voy a visitar uno por uno, casa por casa.” “Sí, mamá”, volvió a decir el ex futuro campeón y se fue derecho a la peluquería. Ya ven amigos que no siempre todo es tan negro, ¿qué me dicen de doña Tita?
Los parroquianos aplaudimos y como en el tablón saltamos y cantamos: “Y dele y dele Tita corazón, pegue duro hasta que entren en razón”.

REP

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