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Defensa confirmó que no quiere un museo en la ESMA

Un vocero del Estado Mayor Conjunto anunció oficialmente que en el predio donde funcionaba la ESMA se instalará �un gran espacio académico para las Fuerzas Armadas y no un museo de la memoria�.

Predio: Las escuelas de guerra del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, que se unificarán en 2001, �irían para el predio donde estuvo la ESMA�.

Un símbolo de los campos de concentración de la dictadura.

El jefe de prensa del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Vicente Engelman, confirmó que el Ministerio de Defensa no piensa entregar la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) para que allí se instale un museo de la memoria, tal como lo establece una ley de la Legislatura porteña. “Vamos a unificar en ese lugar un gran espacio académico para las Fuerzas Armadas”, dijo el capitán de fragata. La resistencia de la Armada a dejar la ESMA como lugar símbolo del terrorismo de Estado volvió a indignar a los representantes de los organismos de derechos humanos.
Desde que en enero de 1998 el ex presidente Carlos Menem anunció la demolición del edificio se desató un debate sobre el destino del predio. El juez federal Ernesto Marinelli impidió la destrucción del lugar en un fallo en el que señaló que la ESMA integra el patrimonio cultural del país. En ese momento, Fernando de la Rúa, que era jefe de Gobierno porteño, inició un juicio para recuperar los terrenos de la ESMA, que la ciudad había cedido en 1904. El juicio aún sigue abierto, pero el ahora gobierno nacional de De la Rúa no está interesado en que el terreno vuelva a la ciudad. Por el contrario, tiene planes de instalar allí un “polo educativo”. Página/12 había adelantado en mayo del año pasado que el Ministerio de Defensa se oponía al museo y quería situar allí un instituto de capacitación de las Fuerzas Armadas.
Engelman expresó ayer que “la concentración de unidades académicas se inscribe dentro de un proceso de reestructuración que permitirá unificar materias y profesores, para hacer un mejor aprovechamiento de los esfuerzos y los recursos” y reconoció que “esto permitirá liberar edificios, algunos en zonas de alto valor inmobiliario, con la idea de que lo que pueda recaudarse por las ventas vuelva a las Fuerzas Armadas”.
El vocero del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas precisó que la Escuela Nacional de Náutica comenzará a funcionar este año en el predio donde funcionó la ESMA, y eso dejaría libre su edificio –ubicado en el extremo norte Puerto Madero– para una eventual venta. Voceros del Ministerio de Defensa informaron que la Escuela de Mecánica ya está “parcialmente trasladada” a Puerto Belgrano. Engelman también informó que las escuelas de guerra del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, que se unificarán en el transcurso del 2001, “irían para el predio donde estuvo la ESMA”.
En junio del año pasado la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó por unanimidad la ley que revocó la cesión del predio de la ESMA. Pero en Defensa argumentan que esa norma es impugnable jurídicamente porque en el terreno en el que los marinos instalaron el mayor centro clandestino de detención del país “nunca dejó de funcionar una escuela”. La frase de los colaboradores de Ricardo López Murphy cobra sentido en tanto que la ex municipalidad cedió el predio a la Armada específicamente para que allí se instalara “alguna de sus escuelas”.
Más allá de los fundamentos sobre la “reestructuración” o “el ahorro”, López Murphy dejó clara su posición sobre los museos para evocar los crímenes del terrorismo de Estado en una reunión con la Comisión por la Memoria de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. “No voy a auspiciar un monumento o museo o algo similar en un entorno militar porque eso actuaría como elemento de conflicto”, afirmó.

 


 

“AUTOR MEDIATO” DEL ROBO DE BEBES
Preventiva a Massera

El ex dictador Emilio Eduardo Massera ya tiene prisión preventiva en la causa por sustracción y apropiación de Javier Gonzalo Penino Viñas. Este fue el caso que lo devolvió a prisión el 24 de noviembre de 1998, pero hasta ahora la jueza María Servini de Cubría no había dictado esta medida, que en el Código nuevo equivale a un procesamiento. La resolución considera que Massera es “autor mediato penalmente responsable” del robo del hijo de la desaparecida Cecilia Viñas.
La magistrada se pronunció sobre la prisión preventiva a fines del año pasado, tres días antes de la feria judicial, pero la resolución sólo se conoció ahora. La medida fue confirmada el miércoles pasado por la Cámara Federal.
Javier Gonzalo nació en la Escuela de Mecánica de la Armada. Su mamá, Cecilia Viñas, fue secuestrada en julio de 1977, cuando estaba embarazada de siete meses. Estuvo cautiva en el centro clandestino que funcionó en la Base Naval de Buzos Tácticos de Mar del Plata y fue trasladada a la ESMA quince días antes del parto. El represor Jorge Raúl Vildoza –prófugo de la Justicia– y su mujer Ana María Grimaldos se apropiaron del bebé.
El fallo de Servini reproduce testimonios de ex sobrevivientes de la ESMA y de represores del centro clandestino, como Jorge Eduardo Acosta, Alfredo Astiz, Jorge Perren y el médico Jorge Magnaco. “Se deduce incuestionablemente de los hechos relatados por los testigos oculares en el presente proceso la participación del entonces comandante en jefe de la Armada, pues se concluye que si los mandos inferiores actúan en la denominada `represión contra la subversión’, lo es en cumplimiento de las órdenes superiores y siguiendo inexorablemente la cadena de mandos conformada”, expresó Servini.
Al referirse a la figura de “autor mediato”, por la que fue acusado el Almirante Cero, la jueza explicó que se trata de “aquel que no necesita ejecutar el hecho por sus propias manos: se puede servir de otras personas pero él posee el dominio en la realización de los hechos ilícitos cometidos”.
Massera, preso en Campo de Mayo, también está procesado en la causa en la que el juez federal Adolfo Bagnasco investiga el plan sistemático por el robo de bebés durante la dictadura.

 

DEBATE
Por Pepe Eliaschev

La vergüenza de Osvaldo Bayer

Osvaldo Bayer siente “inmensa vergüenza” y una indignación tan grande que casi le ha impedido hablar. Cuenta sus sentimientos en una crónica desde Bonn para Página/12 (20-1-01). ¿Qué avergüenza a Bayer? ¿Cuál es la afrenta? Un juzgado de la ciudad alemana de Nuremberg demandó a los asesinos de 79 personas de ascendencia germana asesinados por las FF.AA. argentinas durante la dictadura militar. Bayer llega a una conclusión que lo sofoca hasta “la médula de los huesos”: si no fuera por la Justicia alemana, la impunidad y la cobardía de los argentinos prevalecerían. Dice: “Los argentinos no somos capaces, no tenemos el coraje civil de juzgar a nuestros infames verdugos y lo tienen que hacer tribunales de otros países”. El de Nuremberg, claro. Recuerda que en esta ciudad fueron condenados los lugartenientes de Hitler. “Nuremberg, ¡qué símbolo!”, se exalta.
Ciertamente, es un símbolo. En 1922 allí se fundó una de las primeras seccionales del Partido Nazi. En 1933 había en Nuremberg unos 9000 judíos. Vivían allí desde 1182. Empezada la guerra quedaban sólo 2611 (los alemanes siempre han sido escrupulosos en la matemática de la muerte) y de ese total, 1471 fueron arrojados a los trenes de la muerte y deportados a sendos campos de exterminio. Contabilidad nazi: de 1471 sólo regresaron vivos 43.
Bayer se entusiasma ahora con el símbolo justiciero de Nuremberg. Conviene detallar los hechos, puros y duros.
En Nuremberg no sesionó un tribunal alemán para juzgar a criminales de guerra alemanes. Fue un tribunal internacional de las potencias vencedoras para juzgar a los máximos jerarcas de la nación vencida.
El Tercer Reich capituló el 8 de mayo de 1945. El Acuerdo de Londres del 8 de agosto de ese año constituyó el Tribunal Militar Internacional integrado por los Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido y Francia, al que luego adherirían 19 naciones amigas. Su primera sesión fue el 18 de octubre de 1945. La acusación era contra 24 procesados. Dos de ellos no llegaron a la etapa final: uno se suicidó y otro resultó absuelto por enfermedad y demencia. De los 22 que quedaron, tres fueron declarados inocentes. De los 19 restantes, 12 fueron condenados a muerte, tres a reclusión perpetua y cuatro a períodos de entre 10 y 20 años de cárcel. De los 12 condenados a muerte, uno fue in absentia (Bormann) y otro se suicidó antes, Goering. Nuremberg ejecutó, en consecuencia, a 10 criminales de guerra. De los tres condenados a reclusión perpetua, Hess ya se hallaba detenido desde 1941 y murió de muerte natural en 1987.
El Tribunal Militar Internacional ejecutó tras el veredicto de octubre de 1946 a los 10 condenados a muerte mediante la horca.
Diez ejecutados. Tres reclusiones perpetuas.
En la Segunda Guerra Mundial desatada por Alemania, Europa perdió 46 millones y medio de seres humanos, más de la mitad de los cuales (25.600.000) fueron soviéticos.
Matemática de la muerte, estadística de la “justicia”: 10 condenados a muerte por el asesinato de 46 millones y medios de europeos. Condenados, por cierto, por el tribunal de las victoriosas tropas aliadas de ocupación. Se escaparon varios (Hitler, Goering, Mengele, Bormann, muchos más) y Eichmann fue atrapado en la Argentina, llevado a Jerusalén, procesado, condenado a muerte y ajusticiado en 1961.
En la Argentina hubo, según la Conadep, unos 10.000 desaparecidos, aunque los organismos defensores de los derechos humanos estiman en 30.000 las personas secuestradas y asesinadas por las FF.AA. Entre 1976 y 1983. A poco de asumir, Alfonsín decretó el procesamiento de las juntas militares de ese infame septenio. La Justicia argentina, caso único en el mundo, dictó sentencia y, en un país sin pena de muerte ni ocupación militar extranjera, el tribunal les dio perpetua a Videla y Massera e impuso severas penas a otros jerarcas del “Proceso”. Bayer dice que lo avergüenza que alemanes de 2001 juzguen a argentinos que estaban en el poder en 1976. Recuerda con orgullo el carácter simbólico de los juicios de 1946. Asocia ambos Nuremberg. Brinda como ejemplo ese “tribunal contra los asesinos del racismo y de las cámaras de gas”, pero no advierte que esos fiscales y defensores eran oficiales de los ejércitos aliados.
Vergüenza, indignación y afrenta curiosas y desconcertantes. Bayer no debería atormentarse tanto por los “interrogatorios” a que lo someten sus airados vecinos alemanes. Podría recordarles en cambio que, además de los 10 ajusticiados en Nuremberg, y del puñado de otros condenados durante la posguerra, la abrumadora mayoría de los atormentadores, asesinos, gaseadores y fusiladores alemanes gozaron de perfecta, masiva y serena impunidad ni bien el clima triunfal de 1946 devino en la Guerra Fría y en la creación de Alemania Federal en 1949, que cerró el capítulo de condenas y persecuciones al nazismo ante la nueva rivalidad con Rusia y la alianza estrecha de Bonn con Washington.
Las leyes de punto final y obediencia debida del Congreso argentino en los años ochenta fueron producto de la debilidad de nuestra sociedad civil y del espíritu de cuerpo corporativo de las FF.AA. Nadie puede sentirse ni satisfecho ni orgulloso de ellas. Pero las juntas militares argentinas fueron procesadas por un gobierno argentino y condenadas por un tribunal argentino. Los alemanes no condenaron a nadie. Perdieron y pagaron. Que no den ahora lecciones morales desde Bonn, nada menos.

 

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