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Otra versión del Avellaneda Blues

Unas 25 mil personas vivieron en la localidad santafesina una fiesta popular, motorizada por Memphis y el grupo tropical Las Palmeras.

El cantante Adrián Otero también tuvo su blues de Santa Fe.
Fue una nueva jornada del ciclo “Argentina en vivo 2”.

Por Roque Casciero
Desde Avellaneda, Santa Fe

El show de Memphis La Blusera como parte de Argentina en Vivo 2 será tema de conversación durante largo tiempo para los habitantes de la ciudad santafesina de Avellaneda. El concierto de Adrián Otero y compañía fue muy bueno, el número de apertura –Los Palmeras– es una leyenda en toda la provincia, y la infraestructura montada en el Autódromo Municipal no tenía precedentes en esta localidad. Pero, sin dudas, lo que permanecerá en la memoria colectiva de la región será el espectáculo que dieron los propios pobladores y sus vecinos de Reconquista. De los 80 mil habitantes que suman las dos ciudades pegadas –apenas las delimita el arroyo Del Rey–, una tercera parte decidió que la del miércoles a la noche era una ocasión inmejorable para la fiesta popular más concurrida de la historia del norte santafesino.
Cuentan los lugareños que, hace unos años, las exposiciones agrícolas ofrecían conciertos gratuitos y multitudinarios, aunque nunca llegó a juntarse semejante cantidad de gente. Pero esos tiempos ya no existen más: con la cosecha del algodón perjudicada por las inundaciones, los chacareros no están para demasiados festejos. Sin embargo, algún nervio especial debe haber tocado la presencia de Memphis, porque Avellaneda y Reconquista –donde la banda tuvo su primer club de fans– se volcaron masivamente al show. En las horas previas, era notable cómo el autódromo se poblaba de familias con sus sillas playeras –algunas hasta con mesas plegables y heladeritas bien provistas–, además de chicos con remeras con los colores de Colón y Unión, o los rostros del Indio Solari y Chizzo Nápoli, de La Renga.
A diferencia de lo que pasa en otras ciudades adonde llega Argentina en Vivo 2, el baile empezó apenas largaron su set los teloneros. Es que toda Santa Fe conoce al quinteto tropical Los Palmeras, con sus 28 años de trayectoria y sus 32 discos. El último álbum se llama Irreemplazables (sic) y hay que decir que el título –más allá de la ortografía irregular– no parece una exageración, porque los chicos los buscaban para la foto o el autógrafo tanto como a los miembros de Memphis. Quedó claro: la cumbia y el rocanrol conviven sin prejuicios en el gusto de los avellanedenses menores de 20.
Aunque el show de Memphis fue un repaso de sus hits, permitió vislumbrar los cambios musicales que produjo el alejamiento de algunos miembros y su reemplazo por instrumentistas más jóvenes. Hay temas que ya no suenan tan pop como en los últimos tiempos, aunque tampoco tienen la mugre y el feeling de hace una década. Habrá que ver qué sucede con Angelitos culones, el disco (primero para una multinacional) que la banda comenzará a grabar en un par de semanas, porque Otero adelantó que incluirá aires de ranchera, soul y hasta rap, además de los típicos blues y boogie woogies en los que Memphis cimentó su éxito. Lo que sí permanecerá es el vozarrón inconfundible del cantante. Con esa garganta rasposa, como de haber desayunado clavos, levanta a todos con “El blues de las 6 y 30”, si bien se luce mucho más en blues pesadones como el clásico “Eugenia”. Al público más familiar no le cayó tan bien ese tema dedicado a una prostituta, pero bailó hasta cansarse con el hit-Tinelli “La flor más bella”.
Cuando Otero agradeció a “la barra de Reconquista”, sólo se escucharon aplausos. En cualquier otro lugar, los silbidos hubieran atronado, pero no parece haber esa clase de antagonismos entre las dos ciudades divididas por un cauce de agua. Los descendientes de italianos que pueblan Avellaneda apenas se acaloran cuando discuten con sus vecinos sobre en cuál de las localidades nació Gabriel Batistuta, el máximo crédito de la zona. Mucho menos iban a ponerse a pelear justo en la noche que todos eligieron para armar la mayor fiesta de la que se tenga memoria a ambos márgenes del arroyo Del Rey.

 

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