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MARIA JULIA ALSOGARAY QUIERE DEFENDERSE SOLA
Dígame doctora, no ingeniera

La ex polifuncionaria dejó sin efecto la designación de todos sus abogados. Dice que afrontará sola una �cruzada denunciera�.

María Julia Alsogaray fatigó
los pasillos de Comodoro Py.
Acusa al Gobierno, con Storani y Chacho a la cabeza, de perseguirla.

Por Irina Hauser

Con la audacia que la caracteriza, María Julia Alsogaray recorrió ayer la mayoría de los juzgados federales donde tiene causas pendientes para anunciar que de ahora en más se defenderá sola, “sin la asistencia de letrados”. La ex secretaria de Recursos Naturales llevó a los jueces un escrito donde se queja de que “al comenzar la contienda electoral de 1999 se produjo una verdadera catarata de denuncias calumniosas desde la tribuna política” en su contra “y la promesa de llevar dichas acusaciones a los Tribunales”. Es algo similar a lo que ya afirmó cuando querelló a la Oficina Anticorrupción (OA). “No deseo seguir alimentando este juego, al que quiero y puedo enfrentar personalmente”, dice el documento.
“Conspicuos exponentes de la Alianza gobernante, como el ex vicepresidente de la Nación, Carlos Alvarez, y el ministro del Interior, Federico Storani, se encuentran en la necesidad de conseguir a cualquier precio alguna medida judicial en mi contra, como forma de ver confirmada su temeraria afirmación de que soy una ‘figura emblemática de la corrupción menemista que ya ha sido condenada por la opinión pública”, despotrica la ingeniera en su presentación.
Ya a fines de enero, Alsogaray anunció su decisión de renunciar a los servicios de los abogados Oscar Rabinovich, Roberto Eliosoff y Pablo Slonimsqui, a pesar de que en su momento los describió como “los mejores técnicos”. Es que, al parecer, las conversaciones con el ex presidente Carlos Menem la llevaron a concluir que era conveniente cambiar de estrategia y asumirse como víctima de una persecución política para afrontar la veintena de causas judiciales en que está implicada.
Para defenderse a sí misma, la ex interventora de ENTel dijo que se ampara en el Pacto de San José de Costa Rica. Todo indica que el único caso en que no lo hará es en el expediente por enriquecimiento ilícito, en el que fue procesada por el juez Juan José Galeano y por el que tiene prohibido salir del país. En ese caso nombraría a un abogado. Algunos rumores señalaban como candidatos posibles a ese rol a Mariano Cúneo Libarona y a Mariano Cavagna Martínez, un íntimo del juez federal Adolfo Bagnasco, quien se prepara para trabajar en su estudio cuando deje de ser juez. Bagnasco instruye una causa contra María Julia en la que está cuestionada por haber entregado en forma supuestamente indebida, mientras manejaba la venta de la ex ENTel, 200 hectáreas de Radio Nacional. Pero ése no es el peor de sus dolores de cabeza. La causa por enriquecimiento está apelada ante la Cámara Federal, que deberá resolver si ratifica su procesamiento. Con todo, el expediente más peligroso para ella es otro que está en manos del juez Rodolfo Canicoba Corral, en que la OA la acusó de liderar una asociación ilícita junto con otros ex funcionarios y que la podría llevar a la cárcel, ya que se trata de un delito no excarcelable. Con algunos de aquellos viejos compañeros que aparecen imputados en varios casos, y que tienen defensores propios, Alsogaray encarará una suerte de defensa conjunta.
En el texto que distribuyó en los tribunales federales, la ex funcionaria mimada de Menem volvió a responsabilizar a la OA de liderar una “cruzada denunciera” y de tener “una actitud desembozadamente persecutoria, cuestionando sistemáticamente la oportunidad, el mérito y la conveniencia de las decisiones y acciones que me tocó asumir y realizar durante mi paso por la función pública”. Para rematar, la ingeniera dice que tiene “tranquilidad de conciencia” y que no duda de que podrá responder a las demandas en su contra defendiéndose sola.

 


 

MARIO DADONE DESCARGO RESPONSABILIDAD EN UN MUERTO
El viejo truco en IBM Nación

Por A.M.

Quienes escuchaban la declaración del ex directivo del Banco Nación, Mario Dadone, se miraron como si ya hubieran asistido a una escena similar. Dadone fue indagado por el juez Adolfo Bagnasco acusado de fraude y cohecho en el caso IBM-Banco Nación y aseguró que el dinero que apareció en una cuenta bancaria en el exterior a nombre de su esposa perteneció al fallecido Roberto Imposti, otro ex directivo del Nación. La mujer también declaró y afirmó que su marido le pidió que firmara para abrir una cuenta, pero que ella desconocía con qué objetivo. Hoy declara su hermano, el ex presidente de esa entidad Aldo Dadone, y su cuñada Elizabeth Albarracín.
Acompañado por el abogado Mariano Cuneo Libarona, Mario Dadone se presentó –de traje azul a rayas– y su esposa de tailleur negro y “muy arreglada”. Bagnasco lo había procesado, pero en 1996 la Cámara Federal lo benefició con la falta de mérito. El juez decidió citarlo a él y a su hermano de nuevo a indagatoria porque recibió informes del juez de Ginebra, Michel Graber, sobre el movimiento de cuentas de los Dadone y sus esposas. A Dadone se le imputa haber recibido una suma de dinero por haber logrado, mediante su actuación como integrante del directorio del Nación, el direccionamiento de la licitación del proyecto informático Centenario en beneficio de la empresa IBM. La informatización de 525 sucursales le iban a costar al banco 249 millones de pesos y la coima pagada ascendería a 37 millones, aunque sólo se llegaron a pagar 21.
El dinero recibido por Dadone habría sido girado desde la cuenta 3494 que la empresa CCR poseía en el Banco General de Negocios, con distintas transferencias bancarias en el exterior que finalmente fueron depositadas en la cuenta 745.985 y 747.417 de la Unión de Bancos Suizos de Zurich a nombre de Mabel Caldara, su esposa. Fueron 1 millón 159 mil dólares que ingresaron en esa cuenta el 25 de mayo de 1994. Mario Dadone era el apoderado de esa cuenta.
El acusado relató ayer ante el juez y el fiscal Carlos Cearras que Ricardo Imposti, otro miembro del directorio, le ofreció participar en un negocio de inversión en campos. Dadone dice que le respondió que no le interesaba, pero ofreció prestarle dinero. Firmaron un contrato por un préstamo de 280 mil pesos. Imposti no devolvió las primeras dos cuotas pero al tiempo le anticipó a Dadone que iba a recibir 1 millón 159 mil dólares –la cifra exacta detectada en la cuenta suiza– y que la iba a poner en una cuenta en el exterior. Dadone le ofreció que usara una de sus cuentas ubicadas fuera del país. Acordaron un mecanismo por el cual Imposti pudo retirar, según la versión de Dadone, la diferencia entre lo que le debía y el dinero recibido.
Dadone aseguró que no le preguntó a Imposti sobre el origen del dinero y que tampoco le llamó la atención que alguien que no podía pagar una deuda de pronto recibiera una suma semejante. Sin embargo, recordó que en 1996, cuando el estalló el escándalo a partir de la publicación del libro La Nación Robada del periodista Santiago Pinetta, empezó a pedirle explicaciones a su compañero de directorio. Quería saber si había usado su cuenta para canalizar el dinero del soborno mencionado en la denuncia. En ese momento de la declaración, el fiscal Cearras le preguntó si estaba acusando al fallecido Imposti de haber cobrado parte de la coima. Dadone respondió que “de ninguna manera”. Y continuó explicando que dejó de llamarlo a partir del pedido de un familiar de Imposti porque estaba muy enfermo y se ponía nervioso. Imposti murió en febrero de 1997.

 

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