Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


AL LAVADO SE AGREGA LA HIPOTESIS DE LA MESA DE DINERO EN EL CASO PEREL
Deudas y vueltos que terminaron en muerte

El secretario de Mariano Perel dijo a la Justicia que su jefe le debía 60 mil pesos. Y a otro amigo, 600 mil. La deuda del hombre sería de 7 millones. La Justicia sigue también la línea de la mesa de dinero que manejaba y los vueltos con los que se quedaba.

Por orden de la Justicia de Dolores, ayer fueron allanadas las oficinas personales de Perel.

Por Cristian Alarcón y Raúl Kollmann

Casi no quedan conjeturas que hacer sobre los posibles móviles de la muerte de Mariano Perel. Ahora, junto al lavado, se analiza la actividad del hombre que, tal como señaló Página/12, manejaba una mesa de dinero con inversiones en el exterior. Pero nunca llevaba esos fondos malhabidos a buen puerto. “Se los comía”, dijo una fuente de la investigación a este diario. “Lo han matado porque se quedó con un vuelto”, aseguró. Los investigadores saben que, de tratarse de un homicidio, la gama de posibilidades para haber querido eliminar al empresario son demasiadas, poco habituales. Si es por enemigos, Perel no se quedaba corto. Por actividades ilegales tampoco. Mucho menos por problemas económicos. Abundaban sus acreedores. Ayer declaró su secretario privado. Al hombre le debía 60 mil pesos. A otro amigo íntimo, 600 mil. Así consta en la causa. Para la pesquisa, el “vuelto” por el que Perel y su mujer terminaron con un tiro en la nuca es de una gran importancia para seguir la pista de un posible autor del hecho. El desconcierto de los que trabajan en el caso los lleva a barajar un abanico de hipótesis, pero no hay aún un elemento que haga caer las falsas y emerger una punta de verdad en el crimen.
Es como si la caja de Pandora de los negocios sucios se abriera a medida que pasan lo días. Ahora, tras los primeros contactos de los instructores de la Policía Judicial con la causa, ya no quedan dudas sobre su rol múltiple en el delito de cuello blanco: Perel tenía una larga lista de acreedores. Su último negocio no fue en realidad, según algunos elementos, lo que hacía para Antfactory, específicamente. Sino los que propulsaba sin demora hacía años para su propio beneficio. Este diario lo adelantó ayer: una fuente extremadamente cercana a la familia sostiene que “él le estaba prometiendo hacer trabajar el dinero a un cúmulo de personas, pero no lo invertía, sino que se lo estaba comiendo”. Casi no quedan dudas para los investigadores de la capacidad y la cintura que tenía Perel para mover el dinero ilegal por circuitos que lo blanquearan o en el tráfico de informaciones. “Combinaba sus actividades como un experto que era”, opina un pesquisa con acceso a los archivos económicos del hombre.
Las hipótesis de este crimen han ido del homicidio seguido de suicidio al asunto del vuelto, pasando por la teoría de que el ejecutivo pagó con su vida haberse cruzado de vereda de los negocios sucios, actuando como informante “quebrado”. ¿Pero qué dijo? ¿A quién? ¿Cómo era que comercializaba sus datos? Nada de eso está aún en la causa. Tardará en llegar. Así ocurre también con las pericias, imprescindibles para zanjar la simple duda sobre si no pudo ser una locura de un rico desesperado por las deudas y los enemigos que querían vengarse de sus traiciones. “Son diez días más otros 15 días de prórroga”, explicó el secretario de la fiscalía ayer. No obstante, más rápido que eso será el trabajo del programa Excalibur y de los cruces de llamadas telefónicas.
En el medio del desconcierto y la dificultad para conseguir información que produzca avances reales en la causa, los investigadores de la Policía Judicial se esperanzan en los buenos resultados del comisario José Luis Costa, a cargo de la cuestión como en tiempos de Cabezas. La lista de números telefónicos a los que se comunicó Perel son datos que se esperan con ansiedad. De hecho, los pesquisas ya tienen una lista de llamados, que son los realizados en el Apart Hotel Puerto Hamlet, donde apareció muerto el matrimonio el domingo a la mañana. Esos llamados son los que rastrean ahora los pesquisas. ¿Quiénes eran los acreedores del empresario? ¿Cuánto era lo que realmente debía? ¿Había robado para sostener el tren de vida lleno de confort que llevaba?
Por lo pronto, ayer quedó claro que le debía hasta a su secretario y asistente en la última década, José Luis Dastes. En la causa ya está claro que su situación económica era patética. Al hombre le debía 60 mil pesos. A otro amigo íntimo 600 mil. Eso cuenta el ejecutivo de Antfactory Julio Hardy, quien el día que se conoció el hallazgo lo primero que hizo fue llamar al asistente de Perel para contarle. “¿Y ahora quién va a pagar las deudas?”, fue la observación de Dastes. Hardy no entendió. “A mí me debe 60 lucas y a un amigo de él de muchos años, de apellido Sujoy, 600.” El hijo de Sujoy había sido empleado de Antfactory gracias al favor de Perel a su padre. Así consta en la causa. Para los instructores, el “vuelto” por el que Perel y su mujer terminaron con un tiro podría ser mucho más millonario que esas deudas a conocidos embaucados por su propaganda sobre ganancias extraordinarias. Sus allegados hablan de una deuda que podrá superar los 3 millones y llegar a 7. “Es todo un dinero dificilísimo de rastrear. Justamente era su especialidad, hacer desaparecer la plata sucia”, explicó una fuente de la Procuración General de la Corte.
Parte importante de esa información podría llegar de manos del propio Dastes. Ayer ingresó a las oficinas de la fiscal María Claudia Castro con un maletín repleto de papeles. Los documentos a analizar por la fiscalía se acumulan. Ayer fueron allanadas unas nuevas oficinas de Perel a pocos metros de las ya revisadas de Antfactory. Por la tarde llegaron a Dolores en una camioneta verde las cajas llenas de documentación. Los investigadores aportados por la Procuración de la Suprema Corte y el especialista en Excalibur, comisario mayor José Luis Costa, seguían anoche, con la fiscal, analizando información y comenzando a cruzar datos, en una tarea que ya saben llena de dificultades: son demasiados los caminos que deja abiertos para investigar una persona con semejante cantidad de negocios oscuros en su haber.

 

Más armas, más equipos

Las oficinas de la empresa Antfactory no eran las únicas que usaba Mariano Perel. Ayer la fiscalía allanó las que utilizaba como estudio particular, a metros de las de la empresa incubadora de negocios en Internet. Allí encontraron nuevamente su pasión por las armas. Había un aparato que “sirve para adaptar un arma de fuego de calibre 22 a calibre 45”, contó ayer una fuente que participó de la medida. La policía también encontró dos equipos de rastreo satelital, o GPS, parecidos al aparato encontrado bajo el asiento de la camioneta Cherokee que se creyó una rastreador usado por los asesinos. Ya se hicieron los contactos entre los capos de la Policía Judicial y el FBI. “Los elementos que desmenucemos irán siendo enviados para cotejar a los Estados Unidos y de allá vendrá información sobre los personajes con los que este hombre se manejaba y los movimientos de dinero que pudo hacer”, explicó una fuente de la investigación.
Si con los elementos secuestrados en su casa, en la sede de Antfactory y ahora en su estudio se quisiera hacer un mapa de su vida, seguramente estaría lleno de amenazas y fuego cruzado. No sólo por la cantidad de armas que tenía, la mayoría registradas –ayer aparecieron los papeles del Renar– sino por los archivos que llevaba. Para el lunes, los investigadores quieren tener más claro qué era lo que hacía el financista en Antfactory Latin American porque están citados a declarar varios de los ejecutivos de la filial local de la empresa inglesa. Los testigos deberán explicar lo que ya dejó claro Julio Hardy: cómo es que su compañero viajaba con una asiduidad anormal a los Estados Unidos, por qué tenía una oficina paralela y sino fue después de la muerte que Antfactory mudó material a la oficina del muerto.

 

PRINCIPAL