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Un falso John, un falso Paul, y
una buena tarde con Los Beatles

El telefilm �Un encuentro legendario�, de Lindsay-Hogg, refleja desde la ficción un encuentro de Lennon y
McCartney en 1976.

Las actuaciones son poco creíbles.
Pero son un documento de época.

Por Horacio Bernades

Los fans del “Saturday Night Live” lo recuerdan como si fuera hoy: el 24 de abril de 1976, Lorne Michaels, factótum del programa, envió un mensaje a cuatro célebres espectadores, que se suponía estarían frente a la tele en ese momento. “John, Paul, George, Ringo: les ofrezco tres mil dólares si se juntan en nuestro programa, para hacer tres canciones”. Se trataba, obviamente, de una broma. El único que levantó la apuesta fue Harrison, quien se presentó, un par de semanas más tarde, para reclamar su parte del botín. Pero Harrison no fue el único de Los Beatles que vio el programa ese día. Lennon declaró más tarde que, en el momento en que Michaels lanzó la invitación al aire, él estaba viendo “Saturday Night Live” ... junto a Paul. Y que la broma les pareció tan simpática que estuvieron a punto de presentarse en el estudio. Pero desecharon la idea.
Lo más sorprendente de las declaraciones de Lennon es la presencia de McCartney, ese 24 de abril de 1976, en su departamento del edificio Dakota. ¿Qué hacía Paul allí, a qué había ido, si hasta el momento lo único que se sabía de ellos es que la bronca les duraba, seis años después de la separación? Esa pregunta es la que intenta contestar, a pura especulación ficcional, Two of Us, telefilm emitido en Estados Unidos hace exactamente un año. Evidenciando un perfecto sentido de la oportunidad, el sello AVH acaba de editarla, con el título Un encuentro legendario, en pleno revival Beatle (con la edición del libro Anthology y el compilado One a la cabeza) y justo en la semana del reestreno de Anochecer de un día agitado. Se diría que no había nadie más apropiado para filmar ese presunto reencuentro que quien había dejado grabado para siempre el momento de la separación. Como que se trata del británico Michael LindsayHogg, realizador de Let It Be.
Ese es también el problema, o uno de ellos. Cineasta prolífico pero poco destacado, Lindsay-Hogg divide su carrera entre trabajos para televisión escasamente recordables y documentales musicales hechos a la sombra de Let It Be. Entre éstos, uno dedicado a Neil Young y otro a Pete Townshend, además de la edición definitiva del célebre Rolling Stones Rock and Roll Circus. Se requería una considerable cuota de soltura y desparpajo para sacar a flote un proyecto que, desde el vamos, se presentaba expuesto a los peligros que enfrenta toda reconstrucción cinematográfica de personajes famosos. A saber, la recaída en la solemnidad, el excesivo respeto, la procerificación. A todo lo cual convendría sumarle la dificultad de personificar a dos personajes “del dominio público”, como Lennon & McCartney.
Desde el momento en que aparece Aidan Quinn, munido de lentes de contacto oscuros, carrillos carnosos alla McCartney y buena dosis de almidón, no puede dejar de pensarse que no se trata de Paul, sino de Aidan Quinn-haciendo-trabajosamente-de-Paul. Otro tanto, cuando toca el timbre y sale a recibirlo Jared Harris (actor que ya hizo de Andy Warhol, en dos ocasiones), con anteojitos-Lennon y la actitud de un lobo herido. De allí en más, el falso John y el falso Paul pasarán la tarde juntos, aprovechando la oportuna ausencia de Yoko (que se fue “a comprar una vaca con Sean”), tomando algún tecito, fumando alguna yerbita, meditando un rato, improvisando algún tema frente a aquel famoso piano blanco, cruzándose confesiones dignas de una terapia de pareja y saliendo a dar una vuelta por el Central Park, convenientemente disfrazados, para escapar del asedio de los fans. Sentándose, finalmente, frente a la tele, para ver aquella famosa emisión del “Saturday Night Live”. Una tarde para no recordar, sin duda.

 

Imágenes agitadas

Llamativamente, el video local está en deuda con Los Beatles.La recién reestrenada Anochecer de un día agitado y Help! cuentan con ediciones añosas, a cargo de sellos desaparecidos, lo mismo que Magical Mystery Tour. Let it Be ni siquiera está editada, aunque sí se consiguen Imagine y El submarino amarillo, que AVH lanzó el año pasado. Dejando de lado compilaciones poco recomendables, lo que sí vale enormemente la pena es The Beatles: la primera visita a USA, legendario documental filmado en 1964 (meses antes de Anochecer de un día agitado) y editado por el sello Blakman. Sus realizadores, los hermanos Maysles, son los mismos de Gimme Shelter, y también aquí logran penetrar la intimidad de los ídolos, que se la pasan pegados a una radio, siguiendo la evolución de sus simples en los charts, o aburriéndose mortalmente.

 

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