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Bergoglio y Mejía fueron ungidos
ante una multitud en San Pedro

El Papa designó a 44 nuevos cardenales, incluidos los dos argentinos. El momento en que los 25.000 asistentes cruzaron los dedos.

El papa Juan Pablo II le pone el capelo rojo a Jorge Bergoglio.
“Esto significa que estás preparado para actuar con fortaleza.”

”Este capelo de color rojo como signo de la dignidad del oficio de cardenal significa que estás preparado para actuar con fortaleza, hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana, por la paz y armonía entre los pueblos de Dios, por la libertad y la extensión de la Santa Iglesia Católica Romana”, dijo el Papa en el momento de cubrir las cabezas de los 44 nuevos cardenales que fueron consagrados ayer en la Plaza de San Pedro. Los argentinos Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y Jorge Mejía, archivista y bibliotecario vaticano, fueron investidos por Juan Pablo II y pasaron a formar parte del grupo de cardenales que estarán en condiciones de elegir al próximo pontífice.
Esta es la segunda vez que el Consistorio Ordinario Público –como se llama la ceremonia en la que se ungen nuevos cardenales– tuvo lugar en la Plaza de San Pedro. Y se hizo allí para poder recibir a la multitud que asistió al acontecimiento, que reunió más de 25 mil personas.
Al saludar a la delegación argentina –integrada por el embajador Vicente Espeche Gil, el secretario de Culto Norberto Padilla y su jefe de gabinete Juan Navarro Floria–, el Pontífice dijo: “(a los argentinos) los tengo siempre presentes y rezo por ellos”. También preguntó por los otros dos cardenales del país: Juan Carlos Aramburu y Raúl Primatesta. Ellos no tendrán derecho a voto en la eventual elección del nuevo Papa porque tienen más de ochenta años. Los obispos Estanislao Karlic, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Emilio Ogñénovich, Vartán Boghossián, Emilio Bianchi Di Carcano y Guillermo Rodríguez-Melgarejo, secretario de la Comisión Episcopal, estuvieron presentes en el Vaticano.
Durante su homilía, el Papa subrayó que estos cardenales son los primeros del tercer milenio y les recordó que deben ayudarle “para aliviar la fatiga de un ministerio que se extiende hasta los confines de la tierra”. Juan Pablo II destacó que los nuevos purpurados provienen de diferentes culturas y que por ello es importante que “las partes” que representan formen “un todo” para poder llevar el mensaje de salvación por todo el mundo.
El Papa asignó a cada cardenal un título o diaconía de una iglesia de Roma. A Bergoglio le otorgó la de San Roberto Bellarmino y a Mejía la de San Jerónimo de la Caridad. El número de cardenales es ya tan elevado que hubo que recurrir a las iglesias de la periferia y a las de nueva construcción de Roma para poder asignarlas a los nuevos purpurados. El rito concluyó con el intercambio del beso de la paz y hoy, en una misa solemne, el Papa les entregará el anillo, otro signo del cardenalato. Para el sábado está prevista en la embajada argentina una recepción “muy íntima y austera”, a pedido de los propios cardenales, en la que se les entregarán bandejas recordatorias.
Cuando Juan Pablo II intercambiaba el beso de la paz con el más anciano de los 44 purpurados –Avery Dulles, de 83 años– la multitud que presenciaba la ceremonia cruzó los dedos. Al flamante cardenal se le cayó el capelo y eso es símbolo de mala suerte para los supersticiosos italianos. Según algunas interpretaciones, la caída acarrea males al cardenal, mientras que otras aseguran que afecta al Pontífice. Pero ayer la “maldición” fue conjurada: el capelo no tocó el suelo, y la mala suerte fue alejada.
De los 44 nuevos cardenales, 23 son europeos (21 electores), 11 (todos electores) son de América latina, 3 (dos electores) de América del Norte, 3 de Africa (dos electores) y cuatro (todos electores) de Asia.

 


 

“NO SON NI SERAN PARTE DE LA CONTROVERSIA”
Cancillería les dijo no a los kelpers

La representante para los Asuntos del Atlántico Sur de la Cancillería, Susana Ruiz Ceruti, dijo ayer que los habitantes de las islas Malvinas “no son parte de la controversia ni lo serán”, en relación a la ayuda que pidieron los isleños a la Argentina para combatir la pesca ilegal.
En una rueda de prensa que ofreció en la Cancillería, la funcionaria ratificó la posición del gobierno argentino, y subrayó que “los isleños son súbditos británicos” y “si tienen algo que decir, que lo digan a través del gobierno del Reino Unido”.
El diario La Nación publicó en su edición del miércoles que el Consejo Legislativo de las Malvinas, principal autoridad política de las islas, había reclamado al gobierno argentino una acción conjunta para detener la depredación del calamar en la zona. Y Ruiz Ceruti ofreció ayer una extensa conferencia de prensa en la Cancillería para aclarar el asunto. La funcionaria ratificó ayer que el gobierno argentino considera a los miembros del Consejo que administra las islas Malvinas como “súbditos de la corona británica” y le quitó así todo valor diplomático a la carta en la que los kelpers invitan a controlar en forma conjunta la depredación pesquera en territorio cercano al archipiélago.
“Los isleños no son parte de esta controversia que existe con el gobierno británico, y no lo serán nunca. Los isleños son sólo súbditos de la corona británica”, dijo Ruiz Ceruti. Y aclaró que “acá no hay problemas de autodeterminación, no existe un tercer actor”, al referirse a la posición de los kelpers, a quienes describió como “habitantes de un territorio que el Reino Unido tomó por la fuerza en 1833”. Además, subrayó que “habilitar a los habitantes de las islas como interlocutores oficiales sería incluso contrario a la Constitución nacional”, y recordó que “nunca los isleños estuvieron sentados con miembros del gobierno argentino si no fue porque iban cubiertos por una delegación británica”.
“La carta que apareció publicada no responde a la posición británica. El gobierno inglés es la contraparte a esta controversia”, aclaró Ruiz Ceruti al mencionar que existe una comisión anglo-argentina destinada a controlar la pesca de las especies ictícolas en las zonas de influencia de ambos países. Esas zonas son las 200 millas marinas abarcadas dentro de la Zona Económica Exclusiva de Argentina y el conjunto de aguas y suelos abarcados alrededor de las Malvinas y que son desde hace 168 años producto de la situación controversial entre ambos gobiernos. La funcionaria dijo que tanto británicos como argentinos están “satisfechos con el resultado del trabajo” que llevan adelante para preservar a la fauna de la pesca ilegal “allí donde se puede”.

 

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