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Un abogado defiende a un acusado
de lavado y es asesor del Central

Pablo Maggio asesora a un director del Central que sigue el tema del lavado. Y patrocina a un acusado por ese delito.

Manuel Domper es actualmente director del Banco Central.
Tiene a su cargo el seguimiento
del lavado de dinero.

Por Susana Viau

El Agente Especial Senior (SSA) Perino y la Examinadora Especial Senior de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Debra Bonosconi, quedaron pasmados por la elegancia de ese tercer piso, lindante con el río, en el corazón de Puerto Madero. Pero los norteamericanos no estaban allí para mirar el paisaje: el estudio de abogados Saint-Jean & Maggio había sido el lugar fijado para que los dos funcionarios interrogaran al agente inmobiliario marplatense Nicolás Di Tullio, acusado de haber recibido en la cuenta 25.913 de Mercado Abierto Bank en el Citibank de Nueva York,“aproximadamente” 11.752.229 dólares procedentes del narcotráfico mexicano. Más precisamente del cartel de Juárez. El abogado de Di Tullio, Pablo Maggio, se hallaba presente y los dos agentes especiales lo encontraron razonable. Lo que no les hubiera resultado imaginable era que Pablo Maggio, tal como reveló Página/12 en los inicios de la investigación que lleva a cabo sobre las actividades del grupo Moneta, además de tener como cliente al Citibank de Argentina, cumpliera el rol de asesor del director del Banco Central Manuel Domper, encargado –vaya paradoja– del seguimiento del lavado de dinero.
La investigación de la “Operación Casablanca” involucraba también al cambista, mesadinerista y propietario del Mercado Abierto Bank, Aldo Ducler, quien había intervenido en la campaña política de Ramón “Palito” Ortega. Por eso asistían, asimismo, a la entrevista las abogadas María del Sol Muñoz, del estudio de Raúl Sanguinetti, en representación del M.A. Bank y M.A. Casa de Cambio, de Argentina, y Mariela Cravetta por el M.A. Bank y M.A. Casa de Cambio, en Estados Unidos.
Ese 25 de junio de 1999, la entrevista de Puerto Madero acabó siendo maratónica: según consignó en su prolijo reporte el Agente Especial Senior Perino, comenzó a las 10 de la mañana y se prolongó durante cinco horas. En el informe, Perino escribió también la referencia de esas actuaciones: las incautaciones 19982704000374 y 199827040003272, practicadas en un mismo día –el 18 de mayo de 1998–, en Los Angeles. La primera suma eran 234.598,23 dólares; la segunda 1.596.110. Ambas incautaciones se habían realizado en las cuentas 36137631 que el M.A. Bank tenía en el Citibank y 36111386 del M.A. Casa de Cambio también en el Citibank.
Perino, sabiendo que no hay detalles desdeñables, reseñó que cuando pasaron a la sala de conferencias del bufete pudo observar que en una oficina adyacente, de paredes de vidrio, la abogada Cravetta conversaba con dos hombres, quienes al serle presentados resultaron ser Di Tullio y Maggio. Esa charla en petit comité había durado exactamente 15 minutos.
Cuando salieron para reunirse con él y con Debra Bonosconi se había agregado un tercer abogado; Daniel Saint-Jean, un ex liceísta, hijo del general Alfredo Saint-Jean (ex ministro del Interior de Leopoldo Fortunato Galtieri) sobrino de Ibérico y ex secretario y ex fiscal federal.
La distinguida clientela
La intervención de las cabezas del estudio Saint-Jean & Maggio en representación de Di Tullio era una jugada audaz y riesgosa porque el despacho era asimismo representante del Citibank en asuntos penales: había actuado en su nombre en una causa iniciada contra el caído Banco Extrader y en asuntos aún más espinosos. Por ejemplo, en la querella que Guido Boddi, un particular que reclamaba la herencia de su padre, había entablado y desembocó en el allanamiento de una “cueva” del Citibank de Argentina, ubicada en San Martín 140, donde funcionan otras dependencias del banco, y en la que operaban dos ex vicepresidentes del Citi, Lolo Francisco Beraldi y Javier Crespo, ambos procesados en la actualidad. Ahí, de acuerdo a la documentación secuestrada, se abrían cuentas en el exterior y se manejaban los fondos de esas cuentas. En sus declaraciones, los “citibankers” Beraldi y Crespo, dijeron y se desdijeron.
Lo cierto es que en alguna de esas idas y vueltas informaron que allí se cumplían tareas del área de “private banking”. Banca Privada, destinada a la atención discreta de grandes depositantes, basada en la premisa de “conozca su cliente” (para evitar la filtración de dinero de procedencia ilícita), un conocimiento que, en México, no alcanzó a detectar el flujo de fondos de Salinas de Gortari, procedentes –según sostuvieron entonces los investigadores– de los sobornos, la corrupción y el narcotráfico ligado al cartel de Juárez. Lo cierto es que, a poco de comenzar el allanamiento a la sede de San Martín 140, se presentaron Pablo Maggio y Daniel Saint-Jean, convocados de urgencia por los asustados “citibankers”.
El expediente judicial fue derivado al Banco Central para que éste determinara si en esas oficinas allanadas se infringían las normas de la legislación financiera y cambiaria. Del ‘96 al ‘98, el expediente durmió el sueño de los justos en los cajones de los altos funcionarios del BCRA. Sólo la tozudez del denunciante Boddi logró reactivarlo. Igual, no sirvió de nada. A los pocos días, sin haber realizado ninguna diligencia en San Martín 140, el BCRA cerró el caso por encontrar que todo se encontraba dentro de lo permitido. La firma de esa resolución era la del director Manuel Domper, contratante de Pablo Maggio.
Pero las desprolijidades no pararon. Hace un año, fue el propio presidente del Banco Central, Pedro Pou, quien contrató y presentó como perito de parte ante la Justicia al contador Federico Maggio, hermano del abogado Pablo Maggio e integrante, él también, del staff del estudio en cuestión. Se trataba de demostrar la corrección de lo actuado por el Banco Central en la causa que se le sigue al ex banquero Raúl Moneta en el juzgado federal de Gustavo Literas e investiga el fiscal Guillermo Montenegro.

 

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