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el Kiosco de Página/12

El loco que canta
Por Rodrigo Fresán

UNO El otro día �pocas horas después de que Balthus pintara su último suspiro y quién sabe cuánto tiempo antes de que J. D. Salinger abandonara para siempre su encierro� se murió a los 87 años el cantante francés Charles Trenet. Maldita costumbre milenarista ésta de los grandes del siglo pasado quienes, súbitamente acorralados por el almanaque, deciden que ya no tienen lugar en este mundo y se mandan a mudar al otro. Trenet -como era Balthus y como es Salinger� funcionaba como un perfecto artefacto siglo XX que hoy ya es nostalgia pura y valiosa. Escuchar ahora �La Mer� �chanson insignia de Charles Trenet y el justo equivalente a �La Marselleise� en lo que a himno romántico se refiere� equivale a un instantáneo paseo pasado, lento y feliz por las orillas de La Novelle y Argèles, cerca de Narbonne. Trenet la compuso luego de un viaje en tren y jamás pensó que fuera a tener éxito. Hoy, hay más de 4000 versiones navegando por ahí aunque es la suya la que mejor canta. En �La Mer�, Trenet empieza tranquilo, señalándonos cosas, nubes, colores pero, a medida que asciende por la escalera de la canción, se va mostrando más entusiasta y, rodeado por coros celestiales, acaba en una especie de grito epifánico, sentimental y patrio, conmovido y conmoviéndonos ante el milagro cotidiano de semejante maravilla azul. Voy a detenerme aquí. Voy a escuchar otra vez �La Mer�. Del mar venimos y al mar volvemos. Enseguida vuelvo.
DOS Ya está. Hablábamos de Trenet, del fou cantant, del loco que canta y cantaba y, por suerte, seguirá cantando. Una vez vi un documental sobre Trenet y ahí arriba, en el escenario en blanco y negro, parecía una especie de Maurice Chevalier psicotrópico y algo de eso había. Trenet -autor de más de 900 canciones, muchas de ellas clásicos indiscutibles como �Boum!!�, �Que Reste-T-Il-De Nous Amours�, �Douce France�, �Le Gran Café� y �Menilmontant�� tenía algo de vanguardista y patafísico. El swing como lo hubiera pintado Picasso y era célebre su resistencia a hundirse en la moda francesa de cantar triste y sufrido cuando se podía ser melancólico y sonriente. Jacques Brel �quien llegó más tarde a la fiesta junto a Charles Aznavour y George Brassens� explicó la importancia de Trenet con un lacónico �sin él, todos hubiéramos sido contadores�. Jack Lang -ministro de Educación� lo definió como �el hombre que llevó grandeza literaria al varieté�. Trenet cantó hasta el final, atraía a un público de todas las edades y fue él mismo quien solicitó que lo desenchufaran de esa máquina que lo mantenía vivo, pero ya no le dejaba cantar como un loco.
TRES Trenet tenía el corazón viejo y el año pasado había sobrevivido a una embolia cerebral. En algún momento debe de haber pensado que para qué seguir viviendo si ya no podría cantar �La Mer� como lo vi ayer en un video: en bata, con un cigarrillo en la boca y dando saltos de alegría demente y cuerda por el escenario. Es una suerte que las viejas canciones no mueran como los hombres viejos y que podamos seguir oyéndolas una y otra vez. El otro día �después de enterarme de la muerte de Trenet�, me fui con mi walkman a mirar el mismo mar al que este francés le había arrancado o regalado una melodía inolvidable. Las olas pares e impares, siempre diferentes, iban y venían como en una de esas fotografías de Lartigue y yo me pregunté, con los oídos llenos de �La Mer� y los ojos llenos del Mediterráneo, qué habrá sido primero: ¿la canción que le canta a ese mar o el mar que le canta a esa canción? Las más certeras obras de arte, creo, son las que provocan este tipo de dudas mientras sube o baja la marea de nuestra vida.

 

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