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Las increíbles historias de una fuerza policial bajo sospecha

El crimen de Natalia Melmann puso en evidencia irregularidades de las policías de Mar del Plata y Miramar. Una recorrida por la zona permite oír insólitas anécdotas y palpar la desconfianza.
El padre de Natalia Melmann junto con algunos policías tras el crimen en Miramar.
La familia sigue una investigación paralela para saber si hubo policías involucrados.


Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata y Miramar

El boliche nocturno, sobre la ruta, en las afueras de la Ciudad Feliz, estaba por ser inaugurado. El suboficial de la policía local, de riguroso uniforme, preguntaba como para el censo:
�¿Van a tener chicas?
�Sí, claro �respondió uno de los dueños haciendo un gesto cómplice, mientras facturaba mentalmente pensando en camioneros, automovilistas de paso y residentes tramposos siempre dispuestos a morder el anzuelo.
�¿Cuántas chicas?
�Y... por lo menos veinte, depende.
�¿Y travestis? �Alguno vamos a tener, siempre hay demanda.
�¿Van a vender armas o drogas?
�No, no. ¡Por favor!
�Bueno, vaya pensando en unos dos mil pesos semanales �concluyó el enviado policial, cerrando el cuaderno donde anotaba el informe que sería �elevado a la superioridad�.
Las anécdotas, algunas veces, tienen más contundencia que miles de fojas de expedientes llenos de medidas procesales que no conducen al esclarecimiento. La que abre la nota fue contada a Página/12 por un comerciante y un político, oriundos de Mar del Plata y conocedores del paño. La policía marplatense, y su hermana menor de Miramar, acumulan historias negativas en los últimos tiempos. Un segundo hecho anecdótico está documentado en una causa judicial. Fue relatado a este diario por un ex miembro del Poder Judicial local. La síntesis del caso dice que se produjo un crimen y la pista para encontrar al autor era una moto, de color azul. La policía, en un gesto equívoco, detuvo al conductor de una moto roja. Y José Dalton, como debería llamarse el oficial instructor, justificó lo actuado argumentando, más o menos, lo que sigue: �Los testigos dicen que era azul porque deben haberse confundido con la estela de ese color que iba dejando, por la velocidad, el jean azul que llevaba puesto el conductor de la moto�. Otro dato sobre el vehículo de dos ruedas, en la versión de los testigos, era igual de contundente: �Era una máquina de competición�. La que trajeron era roja y de paseo, con un asiento muy mono, con respaldo y todo. Jamás había ganado una carrera de motocross. Las deficiencias aparecieron, también en Miramar, en la investigación del crimen de Natalia Melmann. �El lugar donde apareció el cuerpo fue pisoteado por una multitud, convocada o cuando menos consentida por la propia policía. Los familiares tocaron el cuerpo, lo movieron, buscaron huellas como si fueran los dueños de la escena del crimen. Eso no puede hacerse allí. La familia reconoce el cuerpo en la morgue, en el lugar del hecho la emoción que viven es inmanejable para ellos y para la policía�. El ex fiscal y ahora abogado particular cree que fue �una negligencia propia de la ineptitud que tiene nuestra policía�. En Miramar, el entorno de la familia Melmann, ya dudaba de antemano y hoy jura: �Si no encontrábamos nosotros alguna pista y verificábamos todo lo que se hacía, nos vendían cualquier buzón�. Por eso salieron ellos a buscar a Gustavo �El Gallo� Fernández y hoy siguen una investigación paralela para tratar de confirmar lo que suponen: que hubo cinco policías involucrados en el homicidio. �Hace seis años que estoy en Miramar y ya pasaron por acá 14 comisarios. El que dura ocho meses marca el record�. Un periodista, llegado hace poco más de un lustro a esa ciudad, hace un parámetro de la corrupción: �Hubo un solo comisario que tuvo apoyo popular, Alberto Otero. La gente salió a defenderlo cuando lo quisieron sacar, por una movida política�. Otero lehabía puesto fin a una red local de venta de droga integrada por un joven conocido como �El Ladino Blanco�, hijo de una conocida familia. La �movida política� contra el comisario estuvo liderada por el entonces diputado Enrique Honores, hoy intendente de Miramar. Dicen que intercedió en favor del �Ladino�. Los vecinos sostuvieron la embestida contra Otero, pero dos meses después, en forma silenciosa, lo sacaron del cargo. Hoy la gente está tan sensibilizada que ya sufrió �un creciente y rápido desencanto� (definición de un funcionario municipal) con la figura de la nueva comisaria Inés Delia Fiel, porque se dan cuenta de que ella �no puede hacer nada para cambiar un problema que es estructural y crónico�. Por eso mismo los vecinos no insistieron en el pedido de destitución del comisario Ricardo Triches, jefe de la Departamental de Seguridad marplatense, cuestionado por la fuga del Gallo Fernández. Su principal opositor fue Andrés Barbieri, ex abogado policial y ex asesor de la anterior conducción municipal de Miramar, que fue letrado de los Melmann en los primeros días hasta que le dieron la baja por su pasado. �Son internas políticas y a la gente le importa la solución del problema de la seguridad�, comentó el periodista consultado. La policía de Miramar acumula viejas quejas vecinales por maltrato de adolescentes. Uno de los más señalados, desde siempre, fue Claudio �Rambo� Caravaggio, uno de los mencionados ahora, por la familia Melmann, como sospechado de participar en el crimen, junto con el Mono Suárez, Gerardo Panadero y Etchenique, quien declaró en la causa como testigo. Todos eran abonados, según los corrillos vecinales, a pequeños pero permanentes hechos de coima, extorsión, aprietes de chicos locales y turistas: lo que se llama prepotencia preventiva. En Mar del Plata, en cambio, los negocios clandestinos son más grandes y los crímenes, más reiterados: hay 25 asesinatos no esclarecidos en menos de cinco años, en su mayoría mujeres. La única definición concreta, sobre algunos de esos casos �los cometidos contra mujeres que ejercían la prostitución�, fue la que dio el fiscal general marplatense, Fabián Fernández Garello, quien en febrero del año pasado avanzó tímidamente sobre lo que muchos creen que es el centro de la cuestión: �La prostitución es una de las fuentes de mayor corrupción policial�. Los cinco fiscales que tienen las causas por muertes de mujeres, algunas ajenas totalmente al negocio de la trata de blancas, coincidieron en que no hay ni �loco de la ruta�, ni �asesino serial�. Y allí se quedan porque no tienen nada más. Ahora se estaba investigando a Miguel Fernández, detenido hace un año en La Plata por haber asesinado a Roxana Dos Santos, de 22 años, quien ejercía la prostitución. El cuerpo de la joven �descuartizado como ocurrió en algunos casos marplatenses� apareció en Lisandro Olmos, cerca de La Plata. Fernández tendría vinculaciones con una red de prostitución que traía mujeres desde Paraguay y que llegaría a Mar del Plata y a todo el sur del país. Es apenas un indicio, casi nada después de tanto tiempo. Sobre todo en una investigación en la que hasta apareció vinculado un fiscal, identificado por un exacto identikit. El miembro del Poder Judicial terminó confesando que era cliente habitual, pero no un asesino serial. Después aparecieron agendas de otros consumidores de sexo que pertenecían al establishment local, pero sus nombres se mantuvieron en silencio �por el escándalo que eso hubiera provocado�, admitió una fuente judicial. Muchos marplatenses especulan que, por eso mismo, el esclarecimiento nunca llegará.

 

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