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ANTOLOGICA DE MARIO SCHIFANO (1934-1998)
El gesto y la tecnología

Una breve retrospectiva en el Museo de Bellas Artes recorre la obra de cuatro décadas del italiano que se inició pintando una versión propia del informalismo y terminó tomando la tecnología como tema.

“Sobre la justa solución”, 1970, técnica mixta de Mario Schifano. Parte de una serie política.

Por Fabián Lebenglik

Hace cuatro años, pocos meses antes de la muerte del pintor italiano Mario Schifano (1934-1998), el Museo Nacional de Bellas Artes presentó una muestra de la última etapa de la obra del artista, curada por su compatriota, el crítico Achille Bonito Oliva.
Se trataba de la exhibición “Musa auxiliar”, en la que la “musa” del título era una evocación pictórica de la tecnología, fuente de inspiración continua de Schifano, porque la consideraba una marca de época cuyo funcionamiento se rige por la velocidad. Y la velocidad ha sido uno de los núcleos de sentido más fuertes de la obra del pintor italiano. En “Musea auxiliar” Schifano presentaba una larga serie de cuadros que consistía en fotografías (tomadas por él mismo o sacadas de la tele y el cine) retocadas a mano, preparadas en la computadora y pintadas con esmaltes. Por estos días el mismo museo presenta una exposición antológica de Schifano (1934-1998), que arranca con obras de la década del sesenta y llega hasta sus últimas pinturas.
Su primera muestra se remonta a fines de la década del cincuenta, cuando el pintor estaba embarcado en una versión propia del informalismo: entonces pintaba cuadros cargados de materia y surcados por trazos gestuales. Algo de aquella obra se puede ver en esta antología, que incluye dibujos, collages, pinturas y estudios.
Serie “Musa auxiliar” (det.).En la década del sesenta sus trabajos se vuelcan hacia la monocromía y la aplicación de papeles sobre la tela: allí, en parte, el artista trabaja con ciertas consignas generales de época, porque cita alguna característica formal del minimalismo, relacionado con la economía del lenguaje artístico y la contundencia de la imagen, y en parte se vuelca a producir imágenes nuevas y a recuperar y homenajear la tradición pictórica italiana. En la muestra del museo se pueden ver varios de estos cuadros en los que Schifano homenajea el futurismo: por esta vía, la de una poética propiamente italiana que a comienzos del siglo XX luchaba por imponer una pintura de trazos veloces, como continuidad y celebración del funcionamiento de las máquinas, Schifano también estaba señalando su propia poética, como se señala al comienzo de esta nota, en relación con la velocidad. En este sentido el futurismo fue un modo de poner la cultura italiana en sincronía con la urgencia nacional por industrializarse y romper con las formas sociales y económicas del pasado. La poética futurista buscaba ponerle una bisagra el siglo XIX.
Pero además, la ejecución rápida y la rapidez como cuestión simbólica de la pintura hacen que el cuerpo se mueva con gestos veloces, con ademanes que están en el límite de la acción refleja: el pintor trabaja simultáneamente con gestos de la cultura y gestos del cuerpo.
Es evidente que el homenaje de Schifano al futurismo también implica una crítica a la inspiración y a la tradición romántica, en el mismo sentido que Flaubert se burlaba del romanticismo literario, ridiculizándolo en sus pretensiones y sus lugares comunes.
A esta serie “futurista” pertenecen varios de los cuadros que se exhiben en Bellas Artes. El homenaje también tiene su dosis de ironía: en uno de los cuadros, en el que la cita futurista es pasada por cierta imaginería pop, se lee: “futurismo revisitado en colores”. En este sentido también hay una obra que alude simultáneamente a la militarización social que proponía el futurismo, junto con la cita de los acontecimientos de la actualidad de Schifano: la Revolución Cultural China y la regimentación de la cultura.
Otra tela de esta época, sin título, ironiza sobre las relaciones sociales, el comunismo, la hoz y el martillo, separadas: allí se lee”sobre la justa solución de las contradicciones en el seno de la sociedad”.
También en los inicios de los años sesenta el pintor transforma el lienzo en un símil de la pantalla (de cine) y aparece la escritura junto con signos y símbolos de la sociedad de consumo y la publicidad. La aparición obsesiva de la televisión como objeto de sus cuadros tiene un doble sentido hipnótico: en principio, por el tratamiento formal de la tela y el color, pero también como crítica al poder hipnótico del objeto sobre el sujeto.
En 1965 Schifano se dedica al cine y en sus cuadros aparecen citas de la imagen cinematográfica y televisiva junto con la fotográfica.
Ya desde el año anterior el artista logra hacerse conocido internacionalmente gracias a que comienza a ser invitado a la Bienal de Venecia –a la que luego asistirá varias veces– así como a otras bienales internacionales, como la de San Pablo, en 1965.
A través de dos viajes a Estados Unidos entra en contacto directo con el arte pop y en cierto modo su obra acusa ese impacto.
Pero tanto el efecto del arte pop, como la inclusión de elementos del cine, la televisión y la fotografía son trabajados por Schifano como gestos de la cultura. El mundo va conformando e informando los elementos del cuadro.
En uno de los textos póstumos de Italo Calvino, “Seis propuestas para el próximo milenio”, el escritor decía que la rapidez sería una de las claves interpretativas de los modos de percibir el mundo para el final del segundo milenio y el comienzo del tercero. Calvino cita a Galileo: “Discurrir es como correr”. “La rapidez, la agilidad del razonamiento, la economía de los argumentos, pero también la fantasía de los ejemplos son para Galileo cualidades decisivas del pensar bien”. Schifano toma iconos de la política y el arte, géneros (noticieros, publicidades, telenovelas, interpretaciones del paisaje, etc.) y los deja funcionar por su propio peso.
Siguiendo a Calvino, esos objetos de la cultura “cargan el relato de una fuerza especial y lo convierten en una suerte de campo magnético, producen un nudo en una red de relaciones invisibles”.
Formalmente, la materialidad de la pintura se asociaba a la realización rápida y al juego del color.
También se pueden ver algunos cuadros de su serie monocromática, en donde la economía de la paleta también es un modo de juego sobre la tela. En su última etapa, Schifano acentúa el giro posmoderno, que va de la sociedad de masas a la sociedad de individuos. Allí se percibe claramente que el artista reordena el paisaje natural y cultural, en una secuencia propia, que marca una nueva convención a través de un giro político. Ese giro implica que las representaciones del mundo aparecen transformadas y colocadas sin jerarquías. (Libertador 1473, hasta el 10 de marzo.)

Inauguran en la semana

Mascarada de Carnaval, hoy y mañana, desde las 22, en Filo, San Martín 975.
Daniel Chirico, fotopictografías, el jueves 1º de marzo, en el Café literario de la Librería de las Madres, Hipólito Yrigoyen 1442.
“Arte argentino-Leonel Marchesi (la historieta de nuestras ficciones)”, el jueves 1º, en el Palais de Glace, Posadas 1725.
Celina González Sueyro, “Sistemas de pared”, instalación, el viernes 2 de marzo, en Corrientes 1935.
Eduardo Martín, “Damero”, instalación de pinturas que encastran en la sala del Sheraton Hotel de Mar del Plata, el viernes 2.
Oscar von Gyldenfeldt, pinturas, el viernes 2, en La Scala de San Telmo, Pasaje Giuffra 371.

Siguen en el Sívori

La sección Dibujo del Salón Manuel Belgrano 2000, en el que resultaron premiados Fernando Allievi (primer premio), Alejandro Boim (segundo), Catalina Chervin (tercero) y mencionados los trabajos de Nicolás Menza, Bibiana Migliora y Antonio Mongiello Ricci, sigue en exposición, junto con casi medio centenar de dibujos seleccionados, en el Museo Sívori (avenida Infanta Isabel 555, frente al Rosedal, hasta el 18 de marzo). Simultáneamente y hasta el 4 de marzo, se exhibe el Salón Anual de Manchas 2000, resultado de los doce concursos dominicales –entre marzo y diciembre– que el museo organiza anualmente en distintas plazas de la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de 120 trabajos seleccionados por un jurado, entre los que se incluyen tres premios y diez menciones. También se anuncia el primer concurso de manchas 2001, que se llevará a cabo el domingo 25 de marzo en las Barrancas de Belgrano.

 

 

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