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FUE RELEVADO EL JEFE DE LA DDI DE MAR DEL PLATA
Coletazos de la fuga del Gallo

El ministro Verón también trasladó al Gran Buenos Aires a los 21 policías de Miramar. Gustavo Melmann estuvo en la gobernación.

El desplazado comisario
Ricardo Triches, de Mar del Plata.
Su desplazamiento estaba cantado,
aunque fue demorado.

Por Carlos Rodríguez

Anticipándose al pedido de la familia de Natalia Melmann, que quería la baja preventiva de seis policías de Miramar sospechados de participar en el crimen de la joven, el Ministerio de Seguridad bonaerense resolvió trasladarlos a comisarías ubicadas en el Gran Buenos Aires, sacándolos del escenario del hecho. El ministro Ramón Verón dispuso también el demorado relevo del comisario Ricardo Triches, jefe de la DDI de Seguridad de Mar del Plata, a quien se le atribuyó responsabilidad en la fuga inicial del único imputado, Gustavo “El Gallo” Fernández, finalmente detenido tras una larga negociación. Con las dos medidas como estrategia política, Verón atenuó los efectos del viaje a La Plata de una comitiva, encabezada por Gustavo Melmann, padre de Natalia, que se reunió con miembros de los tres bloques del Senado bonaerense para solicitarles el descabezamiento de la cúpula policial de Miramar y el impulso de la causa, que ahora está virtualmente parada por el pedido de recusación de los fiscales.
“Les dije a los senadores que tengo la certeza de la participación policial en el crimen y les pedí la baja de los sospechados, porque su presencia intimida a los testigos que podrían confirmar la versión del ‘Gallo’ en lo que hace a la participación de por lo menos dos policías”, dijo Melmann en diálogo con Página/12. Aunque eludió dar precisiones respecto de los elementos nuevos con los que contaría, trascendió en Miramar que habría dos adolescentes, internos de un hogar de menores, que podrían corroborar lo dicho por el “Gallo”, en el sentido de que tanto el único detenido como Natalia fueron introducidos por la fuerza, no en el baúl de un auto, como se dijo, sino en la parte trasera de un coche de tres puertas, marca Renault o Fiat.
Según el relato de Fernández, en la declaración indagatoria tras su detención, hubo tres personas que “se llevaron” a Natalia Melmann la madrugada del crimen. Ellos habrían sido un policía conocido como “El Mono” Suárez y el sargento Oscar Alberto Echenique, acompañados por una tercera persona, que podría ser un civil, a la que el “Gallo” conoce por el apodo de “El Gordo”. Pudo saberse que esta persona sería “muy parecida” a un identikit distribuido, en el comienzo de la investigación, por el comisario Carlos Grillo, el desplazado ex jefe de la Policía de Miramar.
En La Plata, horas antes de la llegada de la comitiva Melmann, el ministro Verón dispuso el relevo del jefe de seguridad de la DDI marplatense. El comisario Triches fue reemplazado ayer por el comisario mayor Carmelo Impari, en un acto presidido por el virtual titular de la Bonaerense, comisario José María Gallina. Impari venía desempeñándose como jefe del Centro de Operaciones Policiales y participó este año del “Operativo Sol”. Según Gallina, el recambio se debió a la necesidad de “mejorar la calidad del servicio de seguridad” y eludió vincular el movimiento de piezas como una obvia derivación del caso Melmann.
El segundo paso fue el traslado, a los partidos bonaerenses de Lomas de Zamora y San Martín, de los policías sospechados de haber tenido algún tipo de participación en el crimen de Natalia. De acuerdo con lo dicho por Verón, el traslado comprendería a los 21 policías derivados en su momento a Mar del Plata, un lugar demasiado cercano a Miramar. Verón, acompañado por el ministro de Justicia, Jorge Casanovas, se reunió con Gustavo Melmann, quien antes había sido recibido por los jefes de los tres bloques del Senado: Luis Genoud (justicialista), Eduardo Sigal (Frepaso) y Jorge Martínez (UCR).
Melmann dijo en La Plata que en Miramar circulan historias sobre “varios policías” que solían “organizar fiestitas en las cuales había violaciones de chicas que hasta ahora no han dicho nada porque recibieron amenazas”. El papá de Natalia dijo que ahora ocurre lo mismo y puso el ejemplo de su abogado, Juan Carlos Maggi, a quien “lo volvieron a amedrentar dejándole escrito, en el capot del auto y en la luneta trasera, un mensaje que decía: ‘Maggi sos boleta’”. En otras ocasiones “lo encerró otro autoen plena ruta, lo azuzaron con perros y hasta le dieron la mano en el juzgado, mientras por lo bajo le decían: ‘Soy Fulanito de Tal, cuídese’!”. Anoche, de regreso en Miramar, Melmann dijo que el traslado de los policías “puede servir para que la gente se anime a prestar declaración” en la causa, pero pidió que se lo pusiera custodia a los seis sospechados porque de lo contrario “pueden fugarse en el caso de ser imputados”. La familia Melmann sigue pensando que el “Gallo” participó en el crimen, pero como parte de un grupo integrado por algunos policías que contaron con encubrimiento de sus pares. Los trascendidos indican que la puerta de acceso al Hogar Los Pinos, donde están los supuestos testigos, fue empapelada con amenazas armadas con recortes de diarios, como suele verse en las películas. El caso sigue manteniendo un trasfondo lleno de dudas.

 


 

CARLOS VILLAFUERTE RUZO ZAFO DEL JUICIO POLITICO
“El juez no es el responsable”

Por Horacio Cecchi

El Consejo de la Magistratura decidió ayer desestimar el juicio político contra Carlos Villafuerte Ruzo, juez federal de San Nicolás que investiga la Masacre de Villa Ramallo. Los siete miembros de la Comisión de Acusaciones votaron en forma unánime contra los cuatro pedidos de enjuiciamiento del magistrado, que lo responsabilizaban del desastre con el que concluyó el operativo. El expediente deberá ser ahora aprobado por el plenario del Consejo, que analizará si corresponde imponer sanciones por faltas consideradas menores: la demora de 30 horas en apartar a la Bonaerense –principal imputada de la masacre– de la investigación del caso, y de la custodia de Tito Saldaña, uno de los dos delincuentes sobrevivientes que murió colgado en la comisaría local. La comisión además decidió rechazar el pedido de José Chaves para incorporar el testimonio de Zulema Yoma.
Cuatro expedientes fueron abiertos ante el Consejo de la Magistratura: el 410/99, presentado por el abogado Juan Pandis; el 415/99, por los diputados nacionales Eduardo Camaño, Humberto Roggero, Mario Cafiero, Saúl Ubaldini y Lorenzo Pepe; el 418/99, de la mano de Juan José Zanola, representando a la Asociación Bancaria; y el 262/2000, de José Chaves, hermano del gerente del Nación, Carlos Chaves, asesinado durante la fuga de los delincuentes. Los cuatro solicitaban la remoción vía juicio político de Villafuerte Ruzo.
La Comisión de Acusaciones es la encargada de analizar si corresponde o no el juicio político. Uno de sus integrantes, el abogado Juan Gersenobitz, elaboró el dictamen en el que aconsejó desestimar el procedimiento de remoción. La comisión citó una serie de testigos, entre ellos funcionarios policiales que intervinieron en los hechos y que acordaron en que el juez no debe decidir sobre el plan táctico estratégico. “El juez no está preparado táctica y estratégicamente para ser jefe de un operativo cuasimilitar –explicó Gersenobitz a este diario-. Estuvo en el lugar que tenía que estar aunque no tenía obligación de hacerlo, resolvió temas que son de su jurisdicción como la intervención de líneas telefónicas. Pero no tenía la visión estratégica ni conocía el potencial de las unidades comando. Ni él ni ningún otro juez hubieran podido dirigir el operativo. Incluso, una orden interna de la Policía Federal, del 10 de abril del 2000, indica que el juez puede formar parte del Comité de Crisis pero sólo como vocal.” Gersenobitz consideró que el solo hecho de haber estado presente no es motivo suficiente para remover al magistrado.
De todos modos, el dictamen dejó abierta la posibilidad de sanciones menores, para lo que recomendó el traslado del expediente a la Comisión de Disciplina. Las faltas que se analizan son la demora de 30 horas en apartar a la Bonaerense de la investigación para pasarla a manos de un equipo de elite de la Prefectura Naval; y la entrega en custodia de Tito Saldaña a la misma Bonaerense, apenas concluidos los hechos de la madrugada trágica del 17 de setiembre del ‘99. Saldaña murió alrededor de las 14.30 del mismo día de la masacre. Su cuerpo apareció colgado en una celda de la comisaría de Villa Ramallo y su muerte, aunque fue considerada como un suicidio, dejó muchos puntos oscuros.
Por otro lado, ayer la Comisión de Acusaciones decidió rechazar el pedido presentado por José Chaves para ampliar sus declaraciones y para que fuera tomado testimonio a Zulema Yoma. “Los testigos propuestos no agregan nada a la investigación”, sostuvo la diputada del PJ Leila Chaya, presidenta de Acusaciones.

 

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