Por Fernando D’Addario

Ante la certeza de que el brillo de la época dorada del tango es irrepetible, porque aquella Argentina es irrepetible, a Buenos Aires le queda la alternativa de ejecutar una gigantesca puesta en escena, un montaje tanguero que despabile a sus ciudadanos. Algo de eso hay en la programación del Festival Buenos Aires Tango, que como ya va por la tercera edición, y en crecimiento, puede arrogarse el privilegio de ser un nuevo clásico dentro de la vida cultural de la ciudad.
Ese montaje, que podría suponer un carácter ficticio de la apuesta, no puede sin embargo disimular el hecho de que sigue contando con los mejores actores. Buenos Aires sólo respira tango de a ratos, pero en los cinco días, desde hoy hasta el domingo, en que se verá sacudida por este megaevento, la simple enumeración de apellidos que subirán a los distintos escenarios distribuidos por la ciudad provoca una súbita fiebre tanguera, aun en aquellos más remisos: la dupla Salgán-De Lío, Rodolfo Mederos, Nelly Omar, Pablo Ziegler, Susana Rinaldi, Julio Pane Trío, Miguel Angel Zotto, Néstor Marconi Trío, Rubén Juárez, Sexteto Mayor, Daniel Melingo, Patio de Tango, entre muchísimos otros artistas participantes (ver recuadro), son garantía de excelencia artística, más allá de sus diferencias musicales y estéticas.
Es precisamente la diversidad lo que provoca que melómanos, nostálgicos, curiosos, rockeros, jubilados y snobs tengan, en su medida y armoniosamente, opciones para acercarse al festival. El tango, que ya no es una expresión homogénea de la vida cultural porteña, se convirtió, a fuerza de influencias varias, deserciones, polémicas y olvidos, en una caja de Pandora cuyas esquirlas pueden caer tanto en el refinado Centro Cultural Recoleta como en ese bastión de resistencia barrial que es el club Huracán, o en el intimista y coqueto Club del Vino, o en el entrañable bar El Chino, que parece salido de una película de Solanas.
Esta heterogeneidad que se manifiesta en los ámbitos de expresión tangueros, y que es naturalmente subsidiaria del extraño abanico sociocultural de sus aficionados, no es tan evidente en el plano artístico. Salvo excepciones, los mejores músicos de tango que aún le quedan a la ciudad recrean con idoneidad indiscutible el mundo que alguna vez vivieron. Y los más jóvenes recrean, por nostalgia ajena, quizás, ese mismo mundo, que no vivieron. Así, diversos espectáculos, desde lo que propone el ex rocker Melingo hasta Patio de Tango, pasando por Cristina Banegas (cuando se pone en la piel de La Morocha) se descubren recuperando una mística aprendida de sus mayores o absorbida de tibios recuerdos de infancia. No falta, entonces, el público que se acerca al tango desde una necesidad paródica, lo cual es también una búsqueda honesta en tiempos de identidades difusas. Los más exquisitos encontrarán en Mederos, en Ziegler, en Salgán, en Binelli-Astarita (que harán un tributo a Astor Piazzolla y Miles Davies), en El Terceto, en Adrián IaIaies, un refinamiento sonoro que no es excluyente ni sectario. Sólo se trata de buena música.
El lema de este encuentro tanguero es, en esta oportunidad, “Pa’ que baile la ciudad”. Es que se ha establecido como prioridad la danza tanguera, a partir de un crecimiento espontáneo que el rubro experimentó en los últimos años. Desde principios de año, Miguel Angel Zotto (padrino del festival) coordinó en distintos puntos de la ciudad cuatrocientas clases abiertas, que dejaron a los bailarines más novatos a punto para no desentonar en estos días. En la Glorieta de Versalles, en La Viruta-La Estrella, en la Plaza Cortázar de Palermo Viejo, en el Torquato Tasso de San Telmo y en todos los centros culturales que adhieren al evento, habrá clases gratuitas para que después, en las grandes milongas, como la que se llevará a cabo el sábado en la avenida Corrientes o la de cierre en el Parque Sarmiento, se canalice el entusiasmo de los bailarines.
Y hay, claro, cosas que no conviene perderse. Simplemente porque no. Nelly Omar, es decir, Gardel con polleras o La novia del tango, estará enel Teatro Presidente Alvear, mañana a las 22. Y frente a esa oferta no hacen falta mayores comentarios. Ildo Patriarca, prócer absoluto, estará, también mañana, en el Teatro San Martín, a las 19.30. A Alfredo Sáez, cantor criollo, desconocido por el gran público, también se recomienda escucharlo. El festival tendrá, además, actividades paralelas (ver aparte) que apuntarán tangencialmente al tango desde la pintura, la escultura, la fotografía, el cine, Internet, etcétera. Una buena oportunidad de abordar el género desde una panorámica integral, que ayude a descubrir todo lo que se perdió en el camino y todo lo que aún se puede recuperar. Son cinco días de tango. No alcanzan. Y al mismo tiempo resultan indispensables.

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