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UN DEBATE DE HORACIO VERBITSKY Y MARIANO GRONDONA EN TELEVISION
¿El fallo de Cavallo es conveniente o peligroso?

El jueves último, en su programa �Hora Clave�, Mariano Grondona opinó que el fallo del juez Cavallo anulando las leyes de Obediencia Debida y Punto Final era impecable pero dijo que el planteo es políticamente inconveniente. Sobrevino una interesante discusión con Horacio Verbitsky, que aquí se reproduce íntegra.

Mariano Grondona.

Horacio Verbitsky.

Mariano Grondona: Ustedes saben que el juez Cavallo declaró la nulidad –con motivo de un caso concreto, por supuesto– de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Nulidad quiere decir que es como si no hubieran existido, es decir que el fallo va para atrás y reabre la posibilidad de que cientos de oficiales de las Fuerzas Armadas, que estaban protegidos por esas leyes, sean juzgados nuevamente por lo que pasó en los años 70. Les quiero decir una cosa: hoy lo llamé a Cavallo para felicitarlo. Es el viejo profesor que hay en mí. Es espectacular el estudio. Un libro, yo diría. He estado estudiando bastante el tema éste porque tuve que escribir para España sobre Pinochet y Garzón. En el fallo, jurídicamente están todos los elementos para estudiar el caso. No voy a discutir la parte jurídica del fallo. Su principio es éste: los delitos de lesa humanidad –tortura masiva, desaparición masiva, asesinatos en gran escala– no tienen prescripción. Siguen vigentes hasta el día de la muerte, como en el caso de (el nazi extraditado por la Argentina a Italia Erich) Priebke y tantos otros, hasta que se muere el que los cometió. Aunque el fallo de Cavallo evidentemente va a terminar en la Corte, que probablemente lo revierta, es inobjetable. La pregunta es política, es decir, si en este momento es conveniente y oportuno reabrir heridas. Hoy también lo llamé a (el ministro de la Corte Suprema) Enrique Petracchi, porque en todos los fallos de la Corte que he visto en todo el tema de la Obediencia Debida él fue el más inteligente. Dijo: “Señores, no nos engañemos. A la Ley de Obediencia Debida no la llaman amnistía, pero fue una amnistía”. La amnistía es una facultad política del Congreso. El Congreso votó la Ley de Obediencia Debida. Entonces, ¿Cavallo invade la facultad que tiene el Congreso de dar una amnistía? Amnistía quiere decir amnesia, olvido. Nos olvidamos. Cuando hay una gran guerra, pasa de todo. La Argentina tiene muchas amnistías después de grandes escándalos, luchas fratricidas, muertes. Un día se dice: “Muchachos, olvidémonos y empecemos de nuevo”. Muchos países lo han hecho. Los propios españoles después de Franco hicieron borrón y cuenta nueva. Entonces, Horacio, yo lo que planteo más que nada es el tema político. A 25 años de esto, ¿qué sentido tiene para la sociedad reabrir las heridas?
Horacio Verbitsky: Yo pienso dos cosas en ese sentido. Primero, me alegro de que haya leído el fallo y tenga esta opinión, porque la verdad es que nosotros en el CELS al hacer el pedido de nulidad y luego el juez Cavallo al estudiar y fundamentar por qué correspondía, realizamos esfuerzos muy serios de fundamentación. Me alegra que eso se note. Y a la pregunta de por qué 25 años después y si es conveniente o no la nulidad, me parece que es muy pertinente contestar con lo que dijo el jefe de Gabinete (Chrystian) Colombo. A mí me gustó mucho cuando él dijo hay que respetar las instituciones, y me parece que hay pocas cosas más convenientes políticamente para la Argentina que respetar las instituciones y terminar con la búsqueda de atajos. Con el argumento de que lo jurídico puede servir pero políticamente no conviene es que este tema viene arrastrándose hace 25 años sin cerrarse nunca, y en realidad las heridas no las abre un fallo judicial: las heridas las ha abierto la espada. El fallo judicial es el que puede cerrarlas, como ocurre en todas las sociedades civilizadas del mundo. El fallo del juez Cavallo no sólo menciona que para el derecho internacional, para el derecho de gentes, los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles. También dice que son inamnistiables, de modo que no es que el juez invade una facultad del Congreso sino que el Congreso se ha arrogado facultades que el derecho de gentes –que como parte de la Constitución es superior a la ley– le veda. Si revisamos nuestra historia reciente en relación con este tema, recordaremos que en 1980 comienza la famosa ronda política en la cual el ministro (del Interior de la dictadura Albano) Harguindeguy invita a los políticos a discutir un cronograma electoral a cambio de olvido, de amnesia. Eso fracasa en 1983, cuando después del colapso de la dictadura en las Malvinas el gobierno militar dicta el decreto de autoamnistía, que la Corte Suprema declaró nulo, inválido e inconstitucional en términos parecidos a los que Cavallo dice ahora. En ese caso no por el derecho internacional sino por otros de los argumentos que usa Cavallo, que es la violación del artículo 29 de la Constitución, que prohíbe otorgar la suma del poder. Y no hay duda de que el gobierno militar tuvo la suma del poder. Quien perdona los hechos cometidos en ejercicio de la suma del poder está convalidando ese ejercicio ilegítimo. Jaunarena dijo que las leyes son constitucionales porque las sancionó el Congreso. Eso no tiene sentido. Todas las leyes las vota el Congreso y cada vez que una ley es declarada inconstitucional lo hace un juez, y son las leyes del Congreso las que se declaran inconstitucionales. Después del ‘83 vinieron los juicios, vino la investigación de la CONADEP, los juicios del ‘84, ‘85, ‘86, las rebeliones carapintadas y las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida. Y como bien dice el general Martín Balza en el reportaje que han publicado hoy en Página/12 y en otros medios, sirvieron muy relativamente, porque después hubo tres alzamientos más. Luego vino otro intento de solución política que fue el indulto, y luego del indulto de Menem el fenómeno al que asistimos es que comienzan a abrirse causas en otros lugares del mundo por la magnitud de los crímenes que se cometieron en la Argentina. Su carácter de crimen de lesa humanidad no es una figura retórica. El genocidio no es una figura retórica. La Audiencia Nacional de Madrid hace una interpretación de genocidio profundamente original cuando dice: genocidio es el intento de exterminar un grupo nacional. Y aclara que no solo se refiere al exterminio de una nacionalidad. El ejemplo que pone es qué pasaría si un gobierno decidiera exterminar a todos los extranjeros. ¿Forman parte de un grupo nacional? Uno es sueco, uno es francés, uno es argentino... Son de distinta nacionalidad, y sin embargo forman un grupo nacional, un grupo dentro de una Nación. Lo que ocurrió en la Argentina es eso: hubo un plan para exterminar a un entero grupo de la sociedad argentina, caracterizado como el enemigo subversivo, que de acuerdo a los documentos de la propia Junta Militar incluían absolutamente todo. Al enemigo armado pero también al sindicalista, al cura del Tercer Mundo, al catequista, a todo aquel que no estuviera de acuerdo. Hay filmaciones históricas de Videla explicando qué es un subversivo y por qué hay que combatirlo. Bueno, todos los intentos de salida política fallaron. Entonces empezó el juez Baltasar Garzón con los juicios en España, el mayor Jorge Olivera fue detenido a pedido de Francia en Italia, Alfredo Astiz condenado en rebeldía en Francia, el otro Cavallo, Ricardo Miguel, detenido en México y con la extradición concedida a España, los juicios por la apropiación de bebés en la Argentina... En definitiva son un atajo para llegar a lo mismo, porque ahí hay una ficción, y Cavallo lo dice muy bien en el fallo: ante el secuestro de un matrimonio con su hija, la ley prohíbe castigar por el secuestro y desaparición de los padres, y permite castigar por haberle entregado a un coronel la hija. Esa es una ficción insostenible...
M.G.: Horacio...
H.V.: ...entonces la conveniencia política es terminar con los atajos, la conveniencia para la Argentina es de una vez por todas que la Justicia decida quién ha cometido esos delitos y debe ser castigado, y quién no los ha cometido y debe quedar libre de sospechas. Balza lo dice muy bien hoy: estas leyes pusieron bajo sospecha al conjunto de las Fuerzas Armadas, impidieron que miles de personas pudieran contar con una declaración dada por el único órgano capacitado para darla, que es el Poder Judicial, de que no hicieron nada reprobable.
M.G.: Yo hago una distinción, a ver si podemos ordenar estas ideas. Estuve contra el indulto y no estuve contra la Ley de Obediencia Debida, es decir, estuve con la amnistía y no con el indulto, y creo que hay una cierta lógica en lo que hice. El fallo de Nuremberg muestra el caso en que no se podía juzgar a miles y miles de oficiales de la policía y del ejército y entonces agarraron a once, o doce o trece, que eran los jefes, y los condenaron...
H.V.: Pero los han seguido juzgando. La semana pasada ha habido una condena a un hombre de 85 años. Igual que en la Argentina, eligieron a Videla, (Emilio Eduardo) Massera, las Juntas, y las juzgaron en ese momento, pero luego han seguido, y esos juicios siguen hasta el día de hoy.
M.G.: Alfonsín distinguió entre quienes dieron las órdenes, quienes las cumplieron y los que se excedieron. Una idea política práctica: él podía agarrar a Videla, a Massera, y juzgarlos, pero la verdad, a cientos de militares, que en ese momento eran todos, porque además el método represivo es que prácticamente todos participaban...
H.V.: Eso lo dice Petracchi en el voto al aceptar la amnistía. El voto de Petracchi, que es coincidente en cuarenta y pico de considerandos con el de Jorge Bacqué, descalifica la Obediencia Debida en términos parecidos a los de Cavallo, y en el último considerando dice: pero dada la situación que se está viviendo... Entonces se entiende por el momento que se está viviendo. Muy bien: ahora, Alfonsín ha dicho que hoy la situación ha cambiado, no hay riesgo de alzamiento.
M.G.: Es más fuerte el argumento suyo sobre Chile. Es decir, hacerle esto a Pinochet en 1990 era el fin de la democracia chilena; hacerlo en el 2001...
H.V.: ...la fortalece.
M.G.: Entonces puede ser que el paso del tiempo... Ahora, hay dos argumentos que yo no los veo claros. Cuando la Corte anula la autoamnistía a los militares, dice con razón que ejercieron la suma del poder público, pero el Congreso que hace la amnistía en el ‘86, ‘87, no asume el poder...
H.V.: No, pero lo que la Corte dice es que asumieron la suma del poder público y que el decreto de autoamnistía convalida esa asunción de la suma del poder público... La Constitución no sólo habla de la asunción sino que dice: “Aquel que confiera la suma del poder público...”. El fallo de la Corte es el que dice eso.
M.G.: Cuando usted dice que las leyes internacionales están por encima de las nacionales, esa es la Constitución del ‘94. No estaba vigente en el ‘86...
H.V.: Estaban vigentes las convenciones contra la tortura...
M.G.: Pero evidentemente...
H.V.: Y se refiere a los principios generales del derecho, y esas convenciones son anteriores a los hechos que ocurrieron en la Argentina.
M.G.: Sí pero no a la reforma del ‘94.
H.V.: No, pero la Constitución argentina, la Constitución histórica, plantea ya en su artículo 118 la primacía del derecho de gentes sobre la ley interna.
M.G.: Horacio, además una cosa es que son imprescriptibles estos delitos, y otra cosa es legislar con retroactividad.
H.V.: No es legislar con retroactividad por la prioridad del derecho de gentes prioridad sobre la ley interna.
M.G.: Horacio, supongamos que este fallo de Cavallo termine, como va a terminar, en la Corte, y que la Corte lo rechaza. ¿Este hecho le parecería institucional?
H.V.: Sí, pero también me parecería institucional la denuncia que haríamos inmediatamente ante los organismos interamericanos y las Naciones Unidas, porque hoy lo institucional no está limitado a la frontera de nuestro país, y menos que menos en un tema como éste. Si la Corte declara eso, se pondría en una circunstancia muy parecida a la que la Argentina vivió durante los años de la dictadura. Pondría al país de nuevo en una situación de confrontación con el mundo civilizado, con las corrientes centrales del derecho internacional. Eso sí traería consecuencias graves para la economía, para las inversiones... En cambio, que juzguen a los responsables del genocidio, cuando el 90 por ciento de quienes hoy están en actividad en las Fuerzas Armadas no tuvieron nada que ver y no corren ningún peligro, y del 10 por ciento restante sólo unos pocos podrán ser identificados y acusados y comprobados como responsables... Que se abdique de todo eso para evitar que se juzgue a un grupo relativamente pequeño de personas, eso es lo profundamente inconveniente desde el punto de vista político.
M.G.: Ha habido como 650 pedidos de hábeas data. ¿Usted cree que las Fuerzas Armadas de ahora, por más que generacionalmente no hayan tenido nada que ver con lo que pasó, porque no tenían edad para estar, no sienten como un espíritu de cuerpo y se sientan agredidas?
H.V.: No, yo creo que no. A eso está tratando de arrastrar ese pequeño núcleo de generales que sí pueden llegar a ser investigados. Están tratando de rodearse de los jóvenes, como escudo, como carne humana de cañón, para protegerse ellos. Hay que evitar a toda costa que tenga éxito esa maniobra. Si tiene éxito, nuestro futuro va a ser tan negro como fue nuestro pasado. La única posibilidad que tenemos de fundar una República distinta y en serio es separar eso.
M.G.: Ahora, yo le digo: si eso tiene éxito, fue imprudente hacer esto.
H.V.: No creo que vaya a tener éxito. No tengo motivos para pensar que lo esté teniendo.
M.G.: En España, por ejemplo, Manuel Fraga Iribarne fue ministro de Información y (hoy) es presidente de Galicia.
H.V.: Sí, pero fue ministro de Franco. En España no hubo genocidio. Fue una guerra civil, que es una cosa distinta. Hubo dos bandos armados que combatieron.
M.G.: Después reprimieron.
H.V.: Reprimieron, reprimieron, pero no es un genocidio, es represión. No hubo un intento de exterminar a un entero grupo de la sociedad española.
M.G.: Me fui a estudiar a España a fines de los 50 creyendo que Perón era un dictador fenomenal. Perón era un niño de pecho al lado de Franco. Esa era una dictadura integral...
H.V.: Y el sistema integral de dictadura franquista era nada en relación a los sistemas fascistas, nazis, y en relación con el genocidio argentino. Era otra cosa.
M.G.: Horacio, los Montoneros, ¿usted cree que no cometieron delitos de lesa humanidad?
H.V.: Yo creo que no.
M.G.: ¿Por qué?
H.V.: El delito de lesa humanidad está claramente tipificado en el derecho internacional, y requiere para ser cometido el ejercicio de la suma del poder, con todo el aparato del Estado. Puedo admitir todo tipo de cuestionamientos a lo que la organización que yo integré hizo en aquellos años, pero no la comparación con lo que ha sido el control absoluto del Estado para disponer de la vida, de la libertad, de la honra, de la fortuna, de miles y miles de personas por medio de un aparato...
M.G.: Por ejemplo, ¿el indulto a (Mario) Firmenich cómo le cayó a usted?
H.V.: A mí me cayeron mal todos los indultos, sin excepciones. Pero de todas maneras yo no cometería la comparación entre Firmenich y los genocidas de la dictadura, aunque siempre haya tenido con él históricas diferencias.
M.G.: La última pregunta, Horacio, es personal. ¿Usted se ha indagado a sí mismo para hacer una autocrítica? Yo me la he hecho. ¿Está seguro que no lo mueve la revancha en todo esto?
H.V.: Yo estoy seguro de eso. A lo largo de estos años he pensado mucho en esas cosas. Mi familia ha sufrido mucho. Yo tengo tres desaparecidos en mi familia. He visto crecer a cuatro chicos en la incertidumbre de saber qué pasó con sus padres, y eso no ha estado presente en mis motivaciones. Es parte de mi vida, es parte del deber colectivo de la sociedad argentina. Cuando yo he hecho esta presentación pidiendo la nulidad de las leyes, he pensado en el futuro y no en el pasado. No he pensado en la retribución sino en la prevención. Leí el libro de María Seoane y Vicente Muleiro sobre Videla...
M.G.: Lo tengo ahí, todavía no lo empecé...
H.V.: Léalo. Ahí Videla dice: “No hablen de tortura... Si en este momento se está torturando en una comisaría...”. Hay que terminar con eso para que el futuro sea distinto, para que tengamos un país que se respete a sí mismo, que cuide a su gente, que respete la vida, que respete la libertad y terminemos con esta historia sombría que hemos vivido. Esto no va a afectar a los mercados. Robledo Puch ha estado 20 años preso y la Bolsa no lo sintió.
M.G.: Lo voy a acompañar en este deseo. Por un futuro, yo diría, sin represores y sin Montoneros.
H.V.: Bueno, creo que no hay ninguna duda de que eso va a ser así. Hablando de construir un futuro distinto, yo no temo que haya un nuevo genocidio en la Argentina, así como no contemplo la perspectiva de que haya organizaciones del tipo de la de los 70, pero sí creo que la mancha de la impunidad que comenzó en el ‘87 con la Ley de Obediencia Debida se ha ido extendiendo y ha ido cubriendo cada vez más nuevos sectores de nuestro sistema institucional y nos ha ido sumiendo en una situación que en este programa se ha descrito muchas veces, semana tras semana. Todos la conocemos. No vale la pena abundar en ella. Pero esa situación hace que se requiera un cambio. No para el pasado: para el futuro.
M.G.: Ya volvemos.

 

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