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EN MEDIO DEL ANUNCIO DEL AJUSTE, LA CIUDAD VOLVIO A INUNDARSE
Como si fuera poco, llegó el diluvio

Mientras López Murphy difundía el paquetazo, un temporal cayó en la ciudad. Llovieron casi 50 milímetros en una hora y de nuevo los barrios de Belgrano, Villa Crespo y la Boca resultaron los más perjudicados. Ibarra se autoconvocó en el Comité de Emergencia.

El gobierno porteño se reunió ayer en emergencia, sin que López Murphy tuviera responsabilidad directa en el asunto. Coincidente con los anuncios del ajuste económico, entre las 20 y 21 de ayer, una tormenta de casi 50 milímetros horarios desató el desajuste hídrico de la ciudad. El jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, la vicejefa Cecilia Felgueras, el secretario de Obras Públicas, Abel Fatala, y el director de Defensa Civil, Víctor Capilouto, se reunieron como Comité de Emergencia en la sede de Defensa Civil. La reunión se inició alrededor de las 20.15, cuando comprobaron que por cada minuto que pasaba caía un milímetro de lluvia. La tradicional esquina de Cabildo y Blanco Encalada sirvió de termómetro de la situación, con más de 60 centímetros de agua por sobre el nivel del asfalto. Juan B. Justo y Camargo fue un gran piletón olímpico de un metro de profundidad. Juan B. Justo y Corrientes quedó cortada al tránsito. Pacífico era un océano –que se mantenía a medianoche, con el tránsito cortado–; la calle Necochea se inundó; los servicios de recolección de basura se adelantaron una hora, pero quedaron perdidos en medio del tapón de tránsito. Durante una hora, los porteños olvidaron a López Murphy.
“Ibamos a escuchar el discurso a la Casa del Frente (Frepaso) y tuvimos que cambiar de recorrido”, confesó Fatala a Página/12. Eran las ocho y cuarto de la noche y el cambio de dirección se relacionó con la tormenta. “Cuando vimos que por cada minuto caía un milímetro, decidimos reunir al Comité de Emergencia”. El comité se concentró en la sede de Defensa Civil. Ibarra conducía las acciones. Estaban Felgueras, Fatala, Daniel Figueroa, secretario de Acción Social, Capilouto y parte del gabinete porteño.
En la misma medida que avanzaban los minutos, crecían los milímetros y el nerviosismo del equipo, que para colmo se perdía las declaraciones de López Murphy. La primera orden de Ibarra fue adelantar la recolección. “Normalmente, la recolección empieza a las 21 –explicó Fatala– y ayer empezó a las 20. Pero es la peor hora y el peor día. A esa hora, los viernes, normalmente se llena de autos; la gente vuelve a sus casas. Los equipos de recolección quedaron taponados en el tránsito y demoraron mucho para empezar su tarea. Además, hay que tener en cuenta que toda la recolección de la ciudad no se termina en una hora, dura alrededor de seis”.
La situación a las 21, según el parte meteorológico, era dramática: habían caído 47,5 milímetros, 17,5 más de lo que admite el sistema hídrico. Blanco Encalada y Cabildo presentaba 60 centímetros de agua. En Pacífico, más de medio metro. Corrientes y Juan B. Justo quedó cortada al tránsito. La situación más preocupante, según reconoció Capilouto, se vivió en Juan B. Justo y Camargo, donde el metro de agua demoró en desagotar. También hubo problemas en la General Paz y en la Boca, donde varias cuadras de la calle Necochea quedaron anegadas. “Necochea es la parte más baja de la Boca –sostuvo Fatala, mientras se dirigía en recorrida hacia Belgrano–. Estamos construyendo un conducto que desemboca en la Dársena Sur y que va a aliviar toda esa zona”.
–¿Cuando se calcula que va a estar terminado? –preguntó este diario.
–En febrero del 2002, con buena parte de todas las obras que estamos llevando a cabo en toda la ciudad –respondió el funcionario.
Se vivieron situaciones absurdas y surrealistas. Como la que le tocó vivir a Luis Caruso, un comerciante de Cabildo casi sobre Blanco Encalada. Inauguró su peluquería hace 20 días. Previsor, Caruso colocó una impresionante compuerta de un metro veinte de altura, hermética, que se mete dentro de la vidriera, con un motor eléctrico accionado por un pulsador. Caruso también pidió instalación de gas para contar con el servicio en su nuevo local. “Vino Metrogas –explicó el peluquero–, me hizo un boquete por debajo del vidrio y la compuerta, pero no tapó el agujero”. Ayer, Caruso descubrió que la compuerta no le había servido de nada. Casi medio metro de agua en la peluquería lo atestiguaba.
Mientras todos los vecinos de Cabildo y Blanco Encalada baldeaban hacia la vereda, los equipos de Defensa Civil hacían lo imposible por solucionarproblemas. A los cuatro integrantes del equipo destinado a la zona conflictiva de Cabildo les tocó una tarea de peso. Durante 40 minutos, de a dos, se dedicaron a cargar a upa a los vecinos y cruzarlos de una vereda a la otra, al estilo sillita de oro.
Según explicó Capilouto, la inundación de ayer tuvo dos motivos: a los 47,5 milímetros que cayeron en la ciudad, se agregaron, previamente, los 40 caídos en la zona sur, desde Ezeiza hasta Alsina, cruzando el puente Valentín Alsina. “El Maldonado ya estaba cargado con el agua que cayó en toda esa zona y no pudo soportar la que cayó una hora después en la ciudad”.

 

Las obras para evitar las pesadillas

Las inundaciones del 24 de enero de este año obligaron al gobierno porteño a responder a los vecinos con subsidios y con obras. Los subsidios empezaron a cobrarse recién el 5 de marzo, casi cuarenta días después de que el agua arrasara los negocios y las casas. Las obras comenzaron un poco más temprano: el 30 de enero, la Secretaría de Obras y Servicios Públicos de la ciudad firmó un convenio con la empresa CCI Construcciones, para la construcción de un canal aliviador que correrá bajo la avenida Monroe. El objetivo de la obra es duplicar la capacidad de escurrimiento del arroyo Vega, para facilitar el desagüe en el Río de la Plata. Pero el clima tropical en que quedó envuelta la ciudad no dio tregua y la zona se volvió a inundar ayer con las obras en plena marcha.
El canal aliviador había comenzado a construirse, pero las tareas fueron suspendidas en abril de 2000 a raíz de los reclamos de comerciantes y vecinos de la avenida Monroe. El enojo de los vecinos tenía un motivo: durante meses, la empresa constructora mantuvo intacta una excavación a lo largo de 400 metros. En aquel momento, el secretario de Obras y Servicios Públicos, Abel Fatala, lo explicó como “un inadecuado plan de obras de la empresa, que no previó que bajo esa avenida había varias interferencias. Una vez abierta la calle, tuvieron que trabajar sobre las interferencias antes de hacer el conducto”. Tras la inundación de enero, los vecinos de uno y otro lado finalmente acordaron aceptar el plan propuesto por el gobierno de la ciudad.
Otro de los proyectos encarados para darles un corte a las recurrentes inundaciones en la ciudad apunta a aliviar el caudal del arroyo Maldonado, que corre debajo de la avenida Juan B. Justo y es el responsable de los anegamientos en la zona de Puente Pacífico y de Villa Crespo.
Con esta finalidad, los directivos de los clubes Atlanta, Argentinos Juniors y All Boys ofrecieron los terrenos de sus canchas para realizar reservorios subterráneos. Los tanques tendrán capacidades de hasta 100 mil metros cúbicos. Según lo acordado entre el gobierno porteño y las entidades deportivas, los acuerdos se firmarían este fin de semana. Las obras en All Boys y Argentinos Juniors empezarían en mayo y estarían terminadas para fin de año. En Atlanta –donde se prevé construir el reservorio de mayor capacidad–, la obra se dividirá en dos etapas: la primera abarcará desde julio a diciembre y la segunda culminará a mediados de 2002.

 

“Ya estoy repodrida”

“Ya estoy repodrida de esta situación”, se quejó Eva, a quien ya le tocó perder en la última inundación. Su casa de dos plantas, sobre la calle Estomba –a mitad de camino entre Coghlan y Belgrano–, nuevamente fue víctima de las aguas, aunque ayer la precaución la salvó de un trance peor. Con sus 22 años, Eva parece una veterana en esto de correr cuando se viene una tormenta: “Ya estamos prevenidos –se resigna–. Cuando escuché los primeros truenos, subí todo lo que pude a los cuartos de arriba”. Pero contra el agua no se puede: “Entra por todas las rendijas y por abajo de la puerta. Encima –explica– los que van en auto se desesperan por volver a sus casas lo antes posible y hacen olas, y el agua entra más”. Y la desesperación no conoce de reglas de tránsito. Estomba se transformó, de golpe, en una calle de doble mano, y los autos iban y venían como por una autopista. “Pero no es nada comparado con lo de la última vez –se consuela Eva–. Fue terrible, no quiero ni acordarme de lo que pasó.”
José Luis Acevedo creía que, en materia de inundaciones, ya nada podía sorprenderlo, pero se equivocó: “Quesada (la calle) parecía un río que bajaba hacia Libertador, el agua corría muy fuerte y arrastraba todo”. “A la altura de Moldes en general no pasaba nada, pero esta vez fue diferente”, relata José Luis, con las zapatillas en la mano y su pantalón arremangado hasta las rodillas: “Estoy así porque no podía cruzar Quesada”, aclara, como si fuera necesaria la explicación.
En Villa Crespo, el panorama se repite lluvia tras lluvia. Analía vive en Camargo y Gurruchaga, a tres cuadras del “lago”, como define, mitad en serio mitad en broma, a la esquina de Camargo y Juan B. Justo. Pero a pesar de la distancia, el agua baja, turbia y correntosa. “Camargo está cortada todavía dos cuadras más allá”, y señala el intrincado tránsito que se distingue, más allá de la cinta roja que atraviesa la calle, entre los bocinazos que llegan como aullidos de furia.

 

Tragedia en Córdoba

La tormenta fue mucho más allá de los barrios porteños castigados sobre las heridas que dejó la última de las inundaciones. En el sudeste de la provincia de Córdoba, sobre la ruta nacional 9, el choque entre un camión y cinco autos causó la muerte a siete personas. Otras tantas quedaron heridas, y esparcidas en el camino, bajo la violencia de la lluvia. Sin poder controlar ni ver en el camino, el chofer del camión dio de frente contra uno de los coches y se desecandenó una carambola funesta.
El accidente ocurrió pasadas las 20 de ayer, a unos 220 kilómetros de la capital cordobesa. El conductor del camión Fiat Iveco impactó contra un BMW y luego contra un Peugeot 504, un Renault 19, un Fiat Duna y un utilitario importado. Entre los pueblos de Morrison y Bel Ville la policía intentaba anoche terminar de despejar la ruta 9. Los heridos, la mayoría de ellos de gravedad, habían sido trasladados hasta el hospital de Bell Ville. La Unidad Regional de la zona informó que el camión dio contra el BMW en el peor momento del aguacero y que el accidente fue uno de los peores en la historia de la provincia.

 

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