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EL NUEVO MINISTRO YA PRESIONÓ PARA LA APROBACIÓN DE SU PAQUETE
Recién llegado, Cavallo amenazó con renunciar

El superministro de Economía consiguió lo que legisladores peronistas definieron como �un medio sí� para su intención de enviar al Congreso una agenda de temas y obtener de diputados y senadores una delegación de facultades. Cavallo no entregó un texto con medidas, pero
habló de rebajar impuestos y gravar
la transferencia de divisas.
Si se quita a Colombo de la foto, la imagen parece una negociación de tiempos de Menem.
Cavallo discutió con Roggero, Gioja, Bauzá la delegación de facultades especiales.

Por David Cufré y Felipe Yapur

“Señores, si no consigo que aprueben este paquete de leyes, dejo el Ministerio”, dijo Domingo Cavallo mientras fruncía el ceño. “Vamos Mingo, ya te conocemos. Hablemos en serio, queremos conocer cuáles son las medidas”, respondió con cierta ironía el titular del bloque de diputados del PJ, Humberto Roggero.
Esto diálogo formó parte de la reunión que el flamante ministro mantuvo con los presidente de los bloques parlamentarios del PJ antes de que consiguiera para su gestión económica lo que un legislador definió a Página/12 con tres palabras: “un medio sí”.
Cavallo sabe que para convencer al PJ necesita un tratamiento especial, ya no cuenta como años antes con la voz que ordenaba del entonces presidente Carlos Menem. Para alcanzar su cometido decidió apuntar a dos sectores del partido: los gobernadores de las provincias chicas y los bloques legislativos.
Ayer, poco después de que los 14 mandatarios justicialistas se reunieran con diputados y senadores en el Congreso, se encontró con el santacruceño Néstor Kirchner y el salteño Juan Romero. Al primero le ratificó su intención de no modificar el régimen a los subsidios a los combustibles. Al segundo, le dijo que no tocará el fondo especial del tabaco. Era una forma de insistir en su mensaje de que canjeará los dos sistemas a cambio de apoyo para el paquete, incluido el ajuste del gasto público.
Durante la tarde, Cavallo jugó a las escondidas. Los presidentes de los bloques justicialistas, el diputado Humberto Roggero y el senador José Luis Gioja, se trasladaron hasta el edificio de la Jefatura de Gabinete acompañados del diputado Oscar Lamberto y los senadores Carlos Verna y Eduardo Bauzá, sin saber a ciencia cierta si el flamante ministro participaría del encuentro. Nadie podía confirmarlo. De repente, cuando arribaron al edificio un sonriente ministro de Economía los saludó.
–Antes de sentarnos a conversar queremos saber, con sinceridad, si los decretos de (Ricardo) López Murphy están vigentes o no –le preguntó Roggero a Cavallo.
–No, nunca se firmaron –fue la inmediata respuesta del ministro. Y todos se sentaron a esperar que los reporteros gráficos los retratasen.
Cavallo fue el único que habló en nombre del gobierno. Colombo, a pesar de ser el dueño de casa, mantuvo un bajo perfil, no intervino y sólo se limitó a tomar nota. Los legisladores no recibieron un plan preciso, pero apuntaron qué elementos quiere Cavallo dentro de la delegación de facultades del Parlamento al Ejecutivo, un mecanismo previsto por la Constitución que se propone estrenar el Gobierno:
Impuesto a la transferencia de divisas. Las privatizadas, bancos y demás empresas transnacionales instaladas en el país deberían pagar un impuesto por las utilidades que reenvían a sus casas matrices. De este modo, parte de las ganancias que generan esas compañías quedarían como ingresos fiscales. De ponerse en práctica, es una medida impactante porque apunta directamente a los nichos más privilegiados de la economía, los mismos que fomentó el propio Cavallo en su etapa previa como superministro.
Ajuste fiscal. Aunque dio marcha atrás con el brutal recorte de gastos de López Murphy, Cavallo está convencido de que debe practicarse un ajuste fiscal para reacomodar las cuentas públicas. Sin embargo, algunas fuentes de su entorno señalaron a este diario que una alternativa en estudio es solicitar un nuevo préstamo a organismos financieros internacionales y al Tesoro de Estados Unidos, por 3 mil millones de pesos, para superar la urgencia fiscal y dar tiempo a que comiencen a surtir efecto las medidas reactivantes que aumenten la recaudación.
Rebaja de impuestos. “Tiene que ser un esquema simple, directo y de gran impacto”, señaló a Página/12 uno de los economistas que trabajan con el nuevo ministro. Las ideas en discusión son disminuir la alícuota delimpuesto a las Ganancias o bien subir el piso de ingresos a partir del cual se aplica el gravamen. “¿Vas a reducir el IVA?”, le preguntaron. El nuevo ministro evitó una respuesta directa pero les adelantó que “habrá disminución de impuestos” y que “todo estará incluido en el borrador que les envío mañana (por hoy)”. En lo que no hay discusión es en dejar sin efecto –tal vez con un esquema progresivo– los impuestos a los intereses y a la ganancia mínima presunta, fuertemente resistidos por los sectores de la producción.
Reforma del Estado. Cavallo sigue con la lógica de achicar la estructura del sector público, que José Luis Machinea quiso imponer sin éxito. Es uno de los puntos por los cuales demanda poderes especiales. Quiere tener las manos libres para disponer a su antojo el cierre de dependencias públicas, la fusión de unos organismos con otros y reacomodar a los agentes estatales en distintas funciones. Ayer calificó como un “absurdo” la intención de Manuel Solanet –del caído equipo de Ricardo López Murphy– de dejar en la calle a 80 mil trabajadores, pero sostuvo que la plantilla estatal está sobredimensionada y que habrá despidos.
Política arancelaria. En respuesta a una de las mayores demandas de los industriales, Cavallo estudia aumentar aranceles a bienes de consumo y otros rubros, a fin de protegerlos de la avalancha exportadora que dejó a miles de productores en la bancarrota. También analiza subsidiar a sectores exportadores, con intención de mejorar la competitividad de la economía.
Los legisladores se cuidaron de advertirle al funcionario que no apoyaban la solicitud de plenos poderes que había solicitado primero el Presidente y que luego había ratificado el propio Cavallo. El ministro, cauteloso, no puso objeciones y dijo que en todo caso pediría “serían facultades parciales”.
Roggero realizó una larga exposición sobre la necesidad de reactivar la economía del país. Cavallo habló de la necesidad de “aplicar un shock de confianza a la gente” y promover leyes que impulsen la producción. “Es preciso causar el mismo efecto que conseguimos cuando se aprobó la Ley de Convertibilidad”, dijo Cavallo, y agregó que el 1 de abril sería una buena fecha para tener las leyes aprobadas. Seguramente él lo sabía pero no se los dijo: ese día se cumplen diez años de la convertibilidad.
Con la promesa de que tendrán en pocas horas más el borrador del nuevo plan económico, los legisladores se retiraron con una media promesa: “Lo estudiaremos, si promueve la producción y reactiva la economía, la apoyaremos porque somos una oposición responsable”.
Sólo hubo un momento donde casi se quebró el clima de concordia que reinaba en el despacho de Jefatura de Gabinete. Fue cuando Cavallo, muy suelto de cuerpo les pidió a los justicialistas que “traten de aunar una sola posición”. “¡No te lo permito!”, lo interrumpió Roggero, y agregó: “En todo caso, primero tenés que resolver vos la interna que tiene tu gobierno”. El entredicho no pasó a mayores, pero la frase de Cavallo tenía una razón de peso y es que seguramente estaba enterado de algunos detalles de la reunión que los gobernadores justicialistas mantuvieron con los legisladores nacionales.
Durante la mañana, los mandatarios y los legisladores se agolparon en la sala de reuniones que tiene el bloque de diputados del PJ. Allí, el primero en hablar fue el bonaerense Carlos Ruckauf, quien sin su acostumbrada sonrisa aseguró a los legisladores que “De la Rúa cedió el poder. Estamos en un país sin conducción desde hace 14 meses”, dijo e hizo un silencio como quien espera un aplauso. Si bien éste no llegó, Ruckauf no perdió las esperanzas y agregó: “Escuchemos la propuesta y los proyectos de leyes que tiene Cavallo, pero no le entreguemos la suma del poder político”, indicó. Un alto funcionario del gobierno bonaerense confió a Página/12 que “Ruckauf va por todo, incluso por la presidencia”. Tal allí resida la razón de la frase que utilizó el gobernador durante su intervención al advertir que Cavallo “hoy es ministro y mañana Jefe deGabinete, después no sabemos hasta dónde puede llegar”. Pero una vez que Ruckauf estuvo frente a la prensa, su posición varió: “Tenemos clara voluntad de darle al Presidente las leyes para reactivar la economía y dar empleo”, aseveró.

 

Empezó el estilo Mingo

Las primeras declaraciones del designado Ministro de Economía, Domingo Cavallo, fueron las siguientes:
No va a haber ninguna sorpresa, ni monetaria, ni cambiaria, ni fiscal.
Todo lo que tenga que ver con el ahorro de la gente, con los precios, con el tipo de cambio va a seguir igual y no por unos pocos días, va a seguir igual por muchos años.
La convertibilidad no va a ser abandonada nunca.
Vamos a conseguir las atribuciones para el Ejecutivo que hoy están exclusivamente en el Congreso para una lucha frontal contra la burocracia excesiva, contra la corrupción, contra la evasión y el despilfarro.
Necesitamos las atribuciones para poder ajustar el déficit en el orden de los 3000 millones de pesos.
Si no nos dan facultades, ellos (los legisladores) serán responsables de que faltará plata.
Y obviamente que cuando la plata falte, va a faltar mucho más que 2000 millones, van a faltar 3000, 4000, 5000, 6000, 10.000 millones.
Los que quieran trabajar por la gente, que se preparen para darle al Ejecutivo las atribuciones que se necesitan para salir de esta crisis.
Toda la atención de mi ministerio va a estar enderezada a la rápida reactivación y a un vigoroso crecimiento de la economía para que crezca el empleo, para que crezcan los ingresos familiares, para que la gente pueda consumir más y salgamos de esta recesión que lleva ya tres años.
Yo quiero ser absolutamente claro. Todas las medidas las vamos a ir anunciando cuando estén aprobadas por la autoridad que corresponde. Recién en ese momento vamos a hacer un anuncio.
No esperen paquetes ni grandes anuncios, sino decisiones y acción.

 

¿Lo hará o no lo hará?

Difícilmente lo implemente en un contexto de crisis financiera. Pero los técnicos de Cavallo tienen en carpeta un proyecto que el “ala izquierda” del equipo de Machinea, representada en Pablo Gerchunoff, decía que sólo podría aplicarse en Argentina dentro de 10 años. Se trata de eliminar dentro de las exenciones hoy existentes al impuesto a las Ganancias, “las ganancias de capital, permanentes, periódicas o eventuales; los intereses de los depósitos a plazo fijo; y las rentas de los activos financieros diversos”. Traducido, eso significa que en los planes de Cavallo estarían gravar, por ejemplo, la compra y venta de acciones, cuando dieran ganancias, la venta de inmuebles, de empresas, u otras operaciones que redunden en ganancias de capital, además de las utilidades de Bolsa.

 

TODA OPERACION DE MAS DE $ 1000, SOLO POR BANCO
Las claves del plan antievasión

Por Maximiliano Montenegro

Domingo Cavallo lanzará un paquete para reducir “violentamente” la evasión impositiva, según explican sus colaboradores más cercanos. Las medidas tendrá un impacto directo en todas las operaciones económicas de la vida cotidiana. Toda operación económica de más de 1000 pesos deberá pasar por los bancos, ya que por ley se considerará no cancelada toda obligación mayor en caso de abonarse en efectivo. Así, los bancos retendrán ingresos de los contribuyentes de manera automática a cuenta de IVA y Ganancias, que después transferirán a la AFIP. El proyecto sería parte de una reforma impositiva integral, que proyecta una leve baja del IVA, eliminar algunos impuestos y suprimir exenciones tanto en IVA como Ganancias. También buscaría elevar el mínimo no imponible de este último impuesto con el fin de aliviar la presión tributaria sobre buena parte de la clase media. Por otro lado, declararía la “emergencia fiscal” para avanzar con podas en el “gasto público vinculado a la política”.
Para los técnicos de Cavallo y Adolfo Sturzenegger, artífice de la iniciativa de reforma fiscal, el nuevo sistema de pagos “va a eliminar de cuajo la evasión”. En esencia, el proyecto convierte al débito en cuenta en el gran medio de pago de la economía y los billetes sólo servirán para las transacciones modestas. De este modo, se modificará el concepto “pago” del Código Civil, para que toda operación mayor a ese monto sea convertida en “base tributaria controlable”.
La idea es que la bancarización forzosa será el gran arma de lucha contra la evasión. Todos los cobros se presumirán ingresos del beneficiario. Y será éste quien deberá demostrar que para obtener ese ingreso incurrió en costos, que podrá deducir para que el impuesto grave sólo su ingreso neto o ganancia. Pero esos costos deberán estar respaldados en registros bancarios, que prueben los pagos, coincidiendo con cobros de los destinatarios.
El sistema diseñado para luchar contra la evasión también servirá para perseguir el lavado de dinero. Porque se dice que la AFIP realizará inspecciones periódicas teniendo acceso total a los registros bancarios. “Cada contribuyente debe tener la certeza de que dentro de un cierto lapso indefectiblemente será auditado”, aseguran los cavallistas, planteando que la AFIP, aunque delegará la recaudación en los bancos, no se desentenderá del control.
El plan de lucha contra la evasión de Cavallo se incluye dentro de una reforma impositiva integral que, a mediano plazo, contaría con las siguientes características:
Reducción del IVA del 21 al 20 por ciento.
Eliminación de exenciones tanto en IVA como en Ganancias. En este último caso, en los papeles “teóricos” de Cavallo se encuentran las ganancias de capital, los intereses de los depósitos y las rentas de activos financieros en general. Pero difícilmente avance con esta iniciativa dada la coyuntura actual de crisis financiera.
Aumento del mínimo no imponible en Ganancias, actualmente en 1200 pesos mensuales, lo cual aflojaría el cinturón de parte de la clase media.
Eliminación del impuesto a la renta mínima presunta y el impuesto a los intereses, lo cual sería bienvenido por los empresarios.
Cavallo apuesta a que el plan antievasión haga creíble la baja de impuestos prevista, y que ésta a su vez sirva para cambiar las expectativas en el mercado interno, alentando el consumo y la inversión. Para tentar a los empresarios a invertir les reservaría, además, un paquete especial que incluiría aumento de aranceles de importaciones atado a suba de reintegros para los exportadores; devolución automática de IVA a exportadores y arancel cero para la compra de bienes de capital, entre otras.
Si la estrategia funciona, estima, la economía empezaría a crecer, lo que ayudará a su turno a cerrar las cuentas fiscales y mejorar el accesoal crédito internacional. “Este año ojalá podamos crecer 2,5 por ciento, porque ya está bastante jugado. Pero lo importante es dar la señal de que la economía está en crecimiento, porque así la situación fiscal vista en el tiempo será mucho más sólida y tendremos mejor acceso al crédito”, explicó a Página/12 Adolfo Sturzenegger.
Los cavallistas dicen que, además, declararían la “emergencia fiscal”, para achicar el déficit mediante recortes de gasto público. Pero se cuidan en destacar que esta poda será diametralmente distinta a la de López Murphy y que involucra a los “gastos de la política”, no sólo de la Nación sino también se negociarán recortes en las legislaturas provinciales. Y que durante la “transición” –es decir, hasta que llegue el crecimiento-podrían negociar un poco más de déficit fiscal con el FMI. El financiamiento, prometen, está asegurado con el adelanto de desembolsos por 3000 millones del paquete acordado con el FMI, el Banco y el BID.

 

OPINION
Por Alfredo Zaiat

Cavallo, parte II

A doce días del 10º cumpleaños del 1 a 1, con todo el significado que tienen los aniversarios de números redondos, el padre de la criatura volvió. Y volvió para salvar a la Convertibilidad tal como se conoce o, como piensan muchos, ante la admisión de que ya está muerta como ha sido concebida, reformularla para permitir el crecimiento de la economía. Domingo Cavallo corre con una desventaja en este retorno. Ya todos lo conocen. Se sabe de su autoritarismo, como cuando azuzó a los periodistas diciéndoles que va a hablar de los temas que él quiera y adonde quiera. De su estrategia de permanente chantaje, como cuando amenaza con la bancarrota del país si el Congreso no le concede poderes extraordinarios. De su discurso con medias verdades, como cuando dice que la Convertibilidad no va a ser abandonada nunca pero piensa en una canasta de monedas o cuando afirma que se cumplirá con la deuda pero estudia una reprogramación o estiramiento de los plazos de pago con el guiño de un cheque del Tesoro de Estados Unidos. También se conoce su audacia, como tirarse a la pileta con la baja de impuestos, y su nula cintura política, tan evidente como su irrefrenable vocación de poder. “No va a haber ninguna sorpresa”, fue una de sus primeras definiciones. Y la verdad es que Cavallo ya no puede sorprender. Solamente hará todo lo que los otros no se animaron hacer. No habrá magia, como la que le permitió ilusionar a la gente en el ‘91. El escenario económico hoy es bastante diferente al caos provocado por la hiperinflación y a la estabilización posterior conseguida con el corsé cambiario. En la primera mitad de la década pasada, durante el período de bonanza de la Convertibilidad, el endeudamiento creciente fue el oxígeno para sostener el programa económico. En la actuales circunstancias, esa vía está vedada. Tampoco se podrá esperar un boom del consumo interno, con la clase media volcada a tomar créditos para la compra en cuotas de viviendas, autos o electrodomésticos. Hoy la elevada desocupación y subocupación, precarización laboral, caída de ingresos y temor a perder el empleo limita la posibilidad de una salida eufórica vía el consumo. Tampoco tendrá ahora el botín de las privatizaciones como canal de ingresos de capitales. Para sacar a la economía de la recesión y, con ello, superar la profunda crisis política del gobierno de Fernando de la Rúa, Cavallo mostrará, en definitiva, lo mejor que tiene: su capacidad de generar expectativas con sus iniciativas, buenas o malas, simplemente medidas que lanza un hombre que tiene vocación de poder. Alguien que con autoridad o autoritarismo, como se quiera ver, buscará cambiar el deprimido clima de negocios. Se dice que segundas partes no son buenas. ¿Cavallo podrá romper con ese destino?

 

Superpoderes y fajos de EE.UU.

Por Julio Nudler

Domingo Cavallo le pide al Congreso poderes especiales. Pero esos poderes, aunque los obtenga, no van a bastarle. También necesita un auxilio externo extra para escapar de la trampa de la deuda. Concretamente, un grueso fajo de dólares, puesto por Estados Unidos o por organismos multilaterales, que le permita al país cumplir con sus vencimientos sin acudir como mínimo por un año al mercado internacional de crédito. De nada serviría tomar plata a tasas siderales, infladas por el riesgo país, que sólo confirmarían la imposibilidad argentina de afrontar en el tiempo los servicios de su deuda.
Ayer, a la hora en que juró el cargo, no había indicios de un acuerdo político que asegurara la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, y tampoco información de un guiño de la administración Bush, con lo cual el gran enigma para los analistas económicos era, concretamente, por qué estaba asumiendo Cavallo. Algunos se resignaban a atribuirlo solamente a su omnipotencia. En todo caso, iba a tener que despejar tanto la incógnita política interna como la financiera externa para diseñar sus medidas. Pero lo cierto es que, a pesar de tener los frentes abiertos, el cordobés empieza hoy mismo su ofensiva.
Incluso con viento a favor, el blindaje que le legó José Luis Machinea no es suficiente. En plata contante y sonante no cubre ni el 40 por ciento del bache financiero del año. No es sólo el problema de las condiciones políticas impuestas, ni el de las metas fiscales. Además, los fondos frescos no alcanzan. El resto del fabuloso paquete son sólo vagas promesas bancarias de refinanciación.
Desde la firma del Plan Brady, la vieja manera de renegociar o reprogramar la deuda desapareció. Ahora sólo queda la posibilidad de patear el tablero, admitir la propia insolvencia y fijarles las condiciones futuras a los tenedores de bonos: quitas, tasas, plazos. A esto se llama default. Es la palabra que aterroriza porque equivale a quiebra, a pérdida del crédito por años, a dificultades para importar. Sin embargo, algunos países que en los últimos años pasaron por este trance, como Rusia y algunos asiáticos, están ya de regreso en los mercados.
En cualquier caso, el último intento argentino de evitar con ortodoxia el default sucumbió en 48 horas. En lugar de generar confianza provocó una rebelión generalizada. Este antecedente le servirá a Cavallo para que Washington entienda el mensaje, y sepa cuál es el costo de no atenderlo: que la cesación de pagos argentina contagie a otros mercados emergentes, empezando por Brasil. Con retocar el blindaje no alcanza: hace falta plata fresca para que la nueva política económica, que incluirá rebajas impositivas y otras medidas reactivantes, tenga tiempo de mostrar frutos y aumentar la recaudación.
Sin embargo, además de déficit fiscal y de vencimientos de la deuda, la economía argentina tiene otros asuntos que resolver, como la falta de competitividad. Por ahora no está claro si Cavallo está dispuesto a forzar descensos en los costos financieros, en las tarifas de los servicios públicos y en los precios de algunos mercados sin competencia, como el de las naftas o el de los medicamentos. Ayer sólo podía asegurarse que el Mingo se mostraría más firme con esos sectores que lo esperable de Ricardo López Murphy, pero esto a manera de chiste.
Ayer Cavallo eligió hablar de asuntos no conflictivos, como las rebajas impositivas, que alegran a todo el mundo. Pero será difícil que pueda avanzar sin afectar intereses que él mismo alimentó, o al menos dejó en paz, en su quinquenio de gestión, avalando por ejemplo la indexación de tarifas por la inflación estadounidense, o incluyendo a las privatizadas en el desmontaje de las contribuciones patronales. Ahora le toca afrontar el enorme daño causado por sus propias decisiones pasadas.

 

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