Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

el Kiosco de Página/12

SIGANME
Por J.M. Pasquini Durán

(Viene de tapa) No es lo único que Cavallo desea repetir. Espera que el Congreso nacional, como sucedió con la ley de emergencia económica que los conservadores, peronistas y radicales votaron al unísono en favor del menemismo, reiteren la concesión pero esta vez mediante la abdicación completa. Un acto de fe absoluta. Este sería el verdadero sentido de “unión nacional” que proponía Fernando de la Rúa: todos le deben obediencia al ministro de Economía.
Para inspirar confianza, recordó que hace diez años fue el creador de la convertibilidad, pero olvidó mencionar los resultados. Durante su gestión, en efecto, Argentina tuvo años de rutilante crecimiento macroeconómico, la tasa de productividad laboral casi se duplicó y, al mismo tiempo, el desempleo llegó a niveles de record, se despilfarró la mayor parte del patrimonio público mediante privatizaciones a mansalva y precio vil, y comenzó una transferencia masiva de riquezas al sector más fuerte de la economía. El resultado global puede resumirse con cifras muy sencillas. En 1991, cuando inició la gestión económica al lado de Menem, un rico ganaba quince veces más que un pobre; hoy en día, que vuelve al puesto, la proporción es de treinta a uno. ¿Quién ganó y quien perdió en la isla de Cavallo?
Nadie puede negar que el ministro es atrevido y atropellador. Por lo pronto, ya consiguió que el Presidente una ambos destinos, idéntico al cazador obsesivo de la ballena blanca en Moby Dick, porque el fracaso de este “buen técnico”, como lo definía Menem cuando se hartó de su presencia, puede arrastrar al Poder Ejecutivo en la caída. Con esta amenaza buscará disuadir a los radicales, sobre todo a Raúl Alfonsín que lo acusó en 1989 de conspirar para anticipar su caída, porque otra salida presidencial obligada podría destruir al partido centenario. Es sabido que el jefe del Frepaso, Carlos Alvarez, debería figurar como sponsor de la escudería “cavallista”, dado que hace tiempo que la mira con cariño, aunque el sentimiento no sea compartido por todos los frepasistas. Va de suyo que los conservadores provincianos lo seguirán y a los gobernadores los calmó con el compromiso de no tocar las exenciones que los benefician, aunque alguno de ellos, sobre todo los que se prueban el bastón y la banda, se sientan más tentados por los fracasos de De la Rúa como vía rápida de acceso a la elección anticipada.
Como es habitual con los diagramas en la mesa de arena, lo que molesta es la gente, de imprevisibles reacciones. Cuando Cavallo llegó, de la mano del actual gobernador de Córdoba, a la vera de Menem, el caudillo riojano afrontaba dificultades pero estaba lejos de la desconfianza popular que se ganó a pulso el actual gobierno. La estabilidad antiinflacionaria, que alentó el crédito masivo al grado de influir en la reelección de 1995 con el predominio de lo que se llamó entonces el “voto-cuota”, devino en miseria y exclusión generalizadas. La impaciencia pública anuló a López M. en dieciséis días. Los resultados de la huelga de ayer también prueban que las demandas son tan grandes y urgentes como las insatisfacciones. ¿Con cuánto tiempo cuenta Cavallo para salir de la depresión nacional?
A su favor juega la impotencia democrática, o sea la incapacidad de los partidos de gobierno para arriesgarse fuera del círculo vicioso que los rodea desde otra fecha de abril, hace veinticinco años, que evoca a Martínez de Hoz. Puede parecer injusto calificar las intenciones de Cavallo, por ahora pletóricas de generalidades, o juzgar al libro por las páginas en blanco. Pero el ministro no debutó el domingo y los pocos datos que anticipó ayer en distintos ámbitos hacen temer por aquello de que el zorro pierde el pelo pero no las mañas. Por lo pronto, el candidato que obtuvo el diez por ciento de los votos hace veinte meses, ahora goza del poder que le delegó, por voluntad propia, el Presidente electo por la mitad del electorado. Y quiere más.

REP

 

PRINCIPAL