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EL PUBLICO CONSULTA MAS, PERO TODAVIA NO VUELVE A CONSUMIR
Súper Mingo no llegó al comercio

Inmobiliarias y concesionarias reciben más público, pero sólo para evacuar consultas sobre precios o financiación. Los compradores efectivos siguen sin aparecer. En supermercados y estaciones de servicio la crisis se profundiza.

Hay un mayor acercamiento del
público a concesionarias para
conocer las condiciones de venta.

Por David Cufré y Claudio Zlotnik

Hay más gente preguntando en las inmobiliarias. También en las concesionarias de autos. Pero las decisiones de compra no llegan a madurar y se siguen postergando. En los supermercados, las ventas de primera necesidad siguen deprimidas y tampoco se aprecia un repunte en la facturación de electrodomésticos. En las estaciones de servicio aseguran que se vende un 15 por ciento menos de combustibles que el año pasado y que lavar el auto se ha convertido en un servicio de lujo. Las primeras semanas de Súper Mingo en Economía dotaron de mayor calma al mercado financiero. Pero ello todavía no implicó que el consumidor común (el mercado real) haya modificado su actitud cautelosa. ¿Hasta cuándo durará esta situación?, se preguntan con ansiedad creciente los empresarios.
Diversas consultas realizadas por Página/12 permitieron concluir que el denominador común de los ejecutivos es admitir que la llegada de Domingo Cavallo cambió las expectativas. Pero, al mismo tiempo, perciben que ello no está traduciéndose en mayores ventas. Y, en todo caso, cruzan los dedos para que algunas señales positivas que están observando terminen por incrementar la actividad de su compañía.
Alberto García Carmona, directivo de General Motors, detalló lo que está sucediendo en el sector automotor. “Notamos un mayor interés por parte de la gente. Averiguan los planes de financiación, lo que indica un mayor nivel de confianza que hace un par de meses”, señaló a este diario. Oscar Cortis, representante de las concesionarias, coincidió con esa apreciación. Pero, al mismo tiempo, admitió que, si bien hay más consultas, “las operaciones no se concretan. Estamos un 50 por ciento abajo de las ventas promedio de los últimos años para abril”. En la industria creen que este año se colocarán unos 250 mil unidades, un 20 por ciento menos que en el también recesivo año 2000. Y revelan una curiosidad: los modelos de más de 30 mil pesos se siguen colocando como si no hubiese crisis.
Un punto a favor que aprecian los empresarios para empezar a ver mejores resultados se relaciona con la demanda insatisfecha de la gente, que fue postergando consumos en estos tres años de recesión. Y que, en algún momento, deberían incrementarse las ventas. No es lo que estaría ocurriendo por estos días. “Nos visita más gente que a fines del año pasado. Pero se mantiene la cautela y así es muy difícil vender, a pesar de que los precios de los inmuebles son atractivos”, apuntó Juan Toselli, titular de la inmobiliaria Toselli & Fuentes. Norberto Fossa, de la inmobiliaria Radel, agregó: “A pesar de Cavallo, estamos igual. No se vende. La gente pregunta, pero no se define”.
¿Existe un trampolín para saltar a una mayor actividad? Los empresarios creen que sí. En las terminales automotrices no dudan de que el Gobierno debería darle una ayuda al sector bajando impuestos. En las inmobiliarias, a su vez, reclaman que los bancos disminuyan las tasas de interés de los créditos hipotecarios. Sería una manera de mejorar la performance del sector de la construcción, cuya actividad cayó 12,3 por ciento el año pasado, según la UADE. “Este panorama se proyectó al primer trimestre del 2001, y la aparición de un horizonte favorable a largo plazo es la condición necesaria para volver a recuperar terreno”, destacaron los expertos de la entidad.
Los sectores ligados al consumo masivo tampoco la están pasando demasiado bien. En los primeros días del mes, los supermercados están vendiendo menos que en marzo. “La baja llega al 2 por ciento”, reveló Hans Herda, director de Coto, a pesar de que las cadenas vienen mostrando recaudaciones pobres. “Marzo contra marzo, vendimos un 4,5 por ciento menos. Y nos fue mejor que al resto”, añadió. Las cadenas de supermercados son un verdadero termómetro de la crisis. La facturación no sólo cae por culpa de las menores ventas sino también debido a la deflación de precios y al hecho de que la gente se inclina por consumir productos de segundas marcas.
En las estaciones de servicio también se nota la malaria. “Nos va peor que en enero, que estacionalmente es típico por las bajas ventas”, dijo a Página/12 Carlos Calabró, de la Federación de Empresarios de Estaciones de Servicio. Según el dirigente, la caída en las ventas de naftas alcanza al 15 por ciento respecto de las de abril del 2000. “Y la baja trepa al 50 por ciento en los servicios que brindan las estaciones, como lavado de autos y el mantenimiento mecánico”, añadió. Calabró, así como empresarios de distintos sectores, despotricó contra el nuevo impuesto a las transacciones bancarias, que quita rentabilidad al sector privado.

 

Para Marx no hay riesgo

Mientras Domingo Cavallo no pierde oportunidad para anticipar que la paridad del peso estará atada en el futuro no sólo al dólar sino también al euro, su número dos, Daniel Marx, tiene que aclarar a cada paso que “no habrá nada parecido a una devaluación, porque no hay ninguna necesidad de hacerlo”. De todos modos, destacó que “hay bancos que ya ofrecen la posibilidad de operar en euros”, y adelantó que “en los próximos días esta oferta se incrementará”. Por otra parte, Marx admitió que la deuda pública sigue en alza –en el 2000 subió 6 mil millones–, pero dijo que en relación con el PBI ese pasivo es menor al de varios países desarrollados.

 

Mercados

A pesar del feriado, los bonos y certificados de acciones (ADR) argentinos se operaron ayer en Wall Street. Los títulos públicos se negociaron a precios similares a los de la jornada anterior, y el riesgo país descendió apenas 2 puntos, para situarse en los 855. En los ADR hubo mayoría de alzas, acompañando la tendencia positiva en Nueva York y San Pablo. El volumen de negocios en papeles de los mercados emergentes del Jueves Santo fue de sólo la cuarta parte al de una jornada normal. En este contexto, de los siete ADR argentinos que cotizan en Wall Street, cinco mostraron mejoras y hubo sólo dos caídas. BBVA Francés subió 4,2 por ciento; Telefónica (+ 0,3); YPF (+ 0,9); Pérez Companc (+ 0,5) y Grupo Financiero Galicia (+ 0,4). Cayeron el Río (- 3,8) y Telecom (- 0,5). En tanto, el Dow Jones subió 1,1 por ciento y el Nasdaq, el 3,3.

 

LOS CAMBIOS DE HABITOS PROLONGARAN LA RECESION
Consumidores eran los de antes

Por Raúl Dellatorre

“No sé cuál es el plan del Ministerio de Economía, pero sin un repunte del mercado interno no tenemos destino”, se lamentaba ante Página/12 un empresario del sector calzados, sin disimular su escepticismo después de tres años de crisis. Desde otra perspectiva, un industrial productor de bienes de consumo masivo comentó que, tras un minucioso estudio de mercado en las últimas semanas, decidió postergar el lanzamiento de un nuevo producto. “La gente se acostumbró a privarse hasta de consumos esenciales, y cuando esto sucede es muy difícil volver a la situación anterior: puede llegar con un año largo de rezago”, apuntó con las planillas de las encuestas hogareñas a la vista.
La ampulosidad de los anuncios de Cavallo no llega a convencer a los industriales, que saben que de la recesión no se sale por un simple “cambio de expectativas”. El sector calzados, por ejemplo, se enfrenta a un muy estrecho mercado potencial, en las actuales condiciones. “Si no hay medidas que alienten el consumo interno, a la industria no le va a alcanzar los reintegros de impuestos para competir en el exterior. Brasil es un gran mercado, pero demanda zapatos de muy baja calidad, muy baratos, mientras que la producción argentina, aun la de los talleres más pequeños, es de una calidad media para arriba. ¿Usted cree que con reintegros esta industria se puede reconvertir para exportarle a Brasil masivamente?”, le preguntó a este diario el industrial consultado, sugiriendo la respuesta.
Las encuestas de consumo de una gran empresa de productos masivos, previo a un nuevo lanzamiento, arrojó resultados igualmente preocupantes. En hogares de clase media y media-baja, los cambios de hábitos para adecuarse a un presupuesto más ajustado han generado prácticas de reciclaje, sustitución de productos por otros de menor calidad, abandono de consumos antes habituales, proliferación de “recetas caseras”, etc. “El que descendió ese escalón y se adaptó al nivel más bajo, no vuelve tan fácil al anterior aunque mejoren sus ingresos”, señaló el industrial que encargó el estudio. “Tras una recesión tan prolongada, debería pasar un año después que se recuperen los ingresos para que una familia en esas condiciones empiece a volver a su nivel de consumo anterior”, señaló. Lo cual explica que, pese a que inicialmente su empresa haya percibido una “mejora en las expectativas”, decidiera postergar el lanzamiento al ver los resultados de la encuesta.

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

Ayer y hoy

Hubo en estos días un dato de enorme significación que la prensa y los analistas dejaron seguir de largo. Miguel Angel Broda, quien junto con Roberto Alemann es algo así como el Supremo Sacerdote de las Tablas Liberales –el uno desde la especulación financiera pura; el otro con algún vuelo ideológico mayor –dijo que la Argentina no se va a caer por un rojo de 1300 millones de dólares en las cuentas de coyuntura con el FMI.
¿Cómo? ¿Esa no es prácticamente la misma cifra que hace menos de un mes provocó la aparición de los talibanes de López Murphy, para avisarle al país que un ajuste descomunal era la única alternativa a la cesación de pagos? ¿Y Broda, y los grandes banqueros, y los representantes del capital ultraconcentrado no fueron quienes se reventaron las manos aplaudiendo la cirugía? ¿Ahora resulta que no es para tanto? ¿O nunca fue para tanto y de nuevo, entonces, la hipótesis –al menos acéptesela como tal– de que los argentinos viven una puesta en escena, con la que el Poder opera sobre el imaginario y el estado de ánimo sociales? Lo mismo vale para el blindaje, que ya parece una noticia del siglo pasado cuando se presentó como una operación de salvataje mundial que resguardaría al país de cualquier dificultad en sus números externos. A los dos meses Machinea saltó por el aire.
Tampoco se trata de confundir tantos. No son una puesta en escena los miles de millones de dólares que deben pagarse por intereses de la deuda; ni 16 millones de argentinos entre la pobreza y la indigencia, ni más de 30 meses en recesión continua. El tema es quiénes operan esa caldera con presión alta y para qué. Y surge entonces la correlación de fuerzas sociales, que casi desde que el mundo es mundo da como resultado quiénes tienen el poder y quiénes se lo disputan.
Este mapa muestra, por un lado, a una clase ferozmente depredadora, sólo que con algunas contradicciones de momento crecientes (dolarizar o devaluar, por ejemplo) y por otro, a un movimiento popular carente de conducción política (y en consecuencia, aunque también de momento, destinado a diluirse en luchas desperdigadas y reclamos sectoriales).
En esa terrible distancia entre los unos y los otros, con los dueños de la torta ejerciendo el control de los medios de comunicación y con el resto mirándola con cariño al punto de una desesperación y escepticismo que lleva, de vuelta, a apoyarse en cualquier canto de sirena, se entiende –por caso– que alguien que todavía no lanzó casi ninguna medida (Cavallo) parezca el Primer Trabajador. Y que el país al borde del precipicio de hace tres semanas “duerma” hoy en la llanura.

 

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