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Tradición judía imaginaria para la
mejor de las músicas argentinas

El klezmer es la música judía del centro de Europa. César Lerner y Marcelo Moguilevsky parten de ahí para hablar un lenguaje propio.

César Lerner y Marcelo
Moguilevsky con sus instrumentos.
El klezmer, para ellos, es un pretexto
de libertad musical.

Por Diego Fischerman

Para Erik Satie primero, para Debussy y Ravel después, lo exótico, el Oriente, las tradiciones marginales, funcionaron como un pretexto para utilizar escalas y modos armónicos distintos de los hegemónicos y, sobre todo, para escapar de la omnipresente influencia wagneriana. Mucho después, cuando el jazz, el tango y el rock –los grandes lenguajes de tradición popular surgidos a lo largo del siglo XX– se asemejan cada vez más a lenguas muertas, son nuevamente las culturas extrañas las que permiten abrir una puerta y una esperanza.
El klezmer es la música judía del centro de Europa. Hasta no hace mucho, se trataba apenas de lo que se tocaba en las fiestas de casamiento judías. El interés de algunos improvisadores como el saxofonista John Zorn y el trompetista Dave Douglas (entre muchos otros) puso en escena desde otra perspectiva este viejo estilo. En su tercer álbum, el dúo de los argentinos César Lerner y Marcelo Moguilevsky profundiza el camino que ya había estado sugerido en Klezmer en Buenos Aires y, sobre todo, en Basavilbaso. Shtil, que toma su nombre de la palabra en idisch que significa “silencio” guarda del klezmer, sobre todo, un gesto. Un aliento de infinita melancolía. El resto es música improvisada de gran inventiva y personalidad, armada a partir de algunos giros melódicos y de algunas inflexiones rítmicas provenientes del klezmer. Más cerca de Comedia (aquel grupo extraordinario que Lerner y Moguilevsky integraron a fines de los 70) que de la cita al folklore, Shtil se estructura sobre una especie de klezmer imaginario. La idea inicial de este disco excelente –que mañana será presentado en vivo en el Club del Vino (Cabrera 4737)– fue la grabación de una serie de ensayos. Allí los dos músicos están más cerca de la búsqueda que de la necesidad de concreción, del riesgo que de la prudencia, y el clima resultante es de gran flexibilidad. El tema que le da título y “Coral” están entre lo mejor de un álbum de gran nivel, donde la variedad tímbrica y textural y la interacción entre los dos músicos están lejos de ser datos menores.

 


 

LA HISTORIA DE LA MUSICA A MENOS DE DIEZ PESOS
Buen precio y mejor repertorio

El mercado discográfico tiene sus razones. Y varias de ellas no son musicales: presentación del folleto, contratos de exclusividad, diseños costosos para las cubiertas, fabricación de estrellas y campañas de prensa.
Estos son algunos de los rubros que se incluyen en el precio que el interesado paga por un disco. Desde hace unos años aparecieron varios sellos que prescinden de esas cuestiones y que ofrecen su mercadería a un precio notablemente inferior ($8). Entre varios deleznables, se destacan por la seriedad Arte Nova y Naxos. Este último, decano en la materia, ya tiene editados centenares de CDs que prácticamente abarcan toda la historia de la música, incluyendo obras y autores muy poco frecuentados.
La reciente edición de los bellos Cuartetos Nos. 1 y 2 del rumano George Enescu, por el Quatour Ad Libitum, y de la tristísima Sinfonía Nº 9 de Malcolm Arnold (interpretaciones excelentes y grabación de primer nivel en ambos casos) es una prueba más de calidad.

 

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