
DIARIOS
Dentro
de su paquete para reducir el déficit fiscal, Domingo Cavallo anunció
que quiere extender a los diarios el Impuesto al Valor Agregado, del que
actualmente están exentos. Es una medida equivocada. Sin embargo,
si la economía está tan mal para casi todos, ¿no
es justo que no quede ningún sector exceptuado de la generalización
del IVA? La respuesta es no. Los bienes de primera necesidad no deben
ser alejados de las mayorías. Y la información y la crítica
son, sin duda, artículos de primera necesidad. Cavallo ni siquiera
habló de los productos de la canasta familiar. Quedarán
fuera del IVA y es razonable que así sea. El ministro dijo explícitamente
que los libros no serán afectados, lo mismo que los servicios educativos.
Tiene razón. Algunas editoriales ganan mucho dinero, y algunos
colegios y universidades privadas tienen una situación desahogada.
Pero, en promedio, los márgenes de rentabilidad son tan bajos que,
si tuvieran que pagar IVA, editoriales de libros y colegios se verían
sometidos a una disyuntiva insoportable: o suben los precios, con lo cual
alejan estos bienes de las posibilidades de muchos argentinos, o los absorben,
y entonces ponen en riesgo su propia supervivencia.
Con los diarios sucede lo mismo. La pluralidad de voces es uno de los
requisitos de la democracia. Nunca habrá suficientes medios para
contener todas las opiniones sociales, pero atentar contra la viabilidad
económica de los existentes garantiza que serán cada vez
menos los que conseguirán hacer oír su voz. La intención
de Cavallo es un claro retroceso en la lucha por la libertad de expresión:
asegura que habrá menos diarios, menos revistas, en suma, menos
opiniones. No es una casualidad que en las mayores democracias del mundo
los medios de comunicación estén exentos del IVA. Este país
ya ha sufrido un largo proceso de desarticulación social que el
periodismo contribuyó a recomponer. En los últimos años,
conectó a unos ciudadanos con otros, vinculó demandas con
gobiernos, informó sobre la agenda de la transparencia y el crecimiento,
investigó por detrás de la intención de opacar maniobras
y chanchullos. Nada de eso es un lujo. Es una necesidad. Para decirlo
de otro modo: Página/12, que en casi 14 años de existencia
soportó, además de una hiperinflación y una hiperrecesión,
juicios amañados, presiones y atentados, pretende no ser un artículo
de lujo. Quiere seguir siendo solo lo que es: nada más que un diario.
Pero nada menos.
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