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La presión tributaria danza al
compás que le marca la deuda

Domingo Cavallo preparaba anoche nuevos anuncios, que podría realizar hoy. Se esperan precisiones después del decreto impositivo del lunes, mientras los contribuyentes descubren cómo se dispararon repentinamente sus costos.

Domingo Felipe Cavallo,
ministro de Economía.

Por Julio Nudler

A pesar del 1º de mayo, el impuestazo anunciado el viernes por Domingo Cavallo inició ayer su trabajo de guadaña, con la misión de juntar plata para cumplir con la deuda externa. A pesar de ello, el riesgo país volvió a aumentar (ver página 11), mientras los flamantes contribuyentes de IVA, ex exentos, procuraban acomodarse a su abrupto cambio de status. Más allá del problema económico que ocasiona, el decreto publicado anteayer con las reformas provoca numerosas complicaciones operativas, como las que sufre un negocio que, de pronto, se encuentra con que parte de sus mercancías, si son por ejemplo bienes informáticos, deben facturarse con un IVA de 10,5% y no ya de 21. La desesperación de Economía no dio ni el mínimo tiempo necesario para adaptar el software, de modo que las computadoras aprendieran a distinguir los productos según su posición arancelaria.
Peor aún están las cosas con el Impuesto a las Transacciones Financieras, ya que cada banco lo instrumentó como pudo, y ahora se añade la necesidad de informarles rápidamente a los cuentacorrentistas el acumulado mensual para que puedan imputar una parte contra la liquidación de IVA o Ganancias. Esa fracción es el 0,15%, que se añade al 0,25 vigente desde abril para totalizar un 0,40%, que castigará plenamente a quienes tengan ya saldos a favor en Valor Agregado y no obtengan utilidades.
Al cierre de esta edición, Cavallo preparaba nuevos anuncios impositivos, que divulgaría hoy, encerrado con José María Farré, secretario de Ingresos Públicos, y asesores de éste. Entre las cuestiones pendientes figura definir a partir de qué monto de alquiler regirá el IVA para locaciones comerciales. Según había deslizado Farré, el umbral se situaría entre 500 y mil pesos. No queda claro si, en este caso, el impuesto recién entrará en vigor cuando se fije el mínimo. Otra fuente de dudas es la sola mención de “alquileres” (es decir, locaciones urbanas) por parte del decreto del lunes. Sin embargo, se considera que también alcanza a los arrendamientos (locaciones rurales).
Los locadores no inscriptos tendrán que optar entre anotarse como monotributistas (el límite máximo para hacerlo es una facturación anual de $ 144 mil) o como responsables. En el primer caso quedarán excluidos del IVA, y en consecuencia el inquilino se librará de pagarlo. Muchos locatarios no tendrán esa suerte, y deberán absorber un repentino aumento de costos, sumado al que les ocasiona el impuesto a los débitos y créditos en cuenta corriente. En este sentido, los empresarios que planifican cuidadosamente sus inversiones están descubriendo que, en apenas un mes, Cavallo les descalabró las cuentas. Pero deberán acostumbrarse a la inestabilidad de las reglas de juego, ya que la política tributaria se ajustará en cada momento a las exigencias de la deuda pública.
Durante todo el fin de semana y ayer, pese al feriado, contadores y tributaristas no pudieron contemplar serenamente la llovizna. Fijos o celulares, los teléfonos no les daban tregua. Uno de los expertos contó a Página/12 el caso de un cliente que acababa de arrendar un campo, habiendo ya vendido su cosecha a futuro a un precio dado, base que utilizó para saber qué costos podía asumir. De pronto, el 21% de IVA le trastoca las cuentas. Por su lado, un distribuidor de medicamentos reclamaba novedades sobre un prometido decreto, aún pendiente, que ampliaría la lista de actividades alcanzadas por un ITF reducido, de 0,75 por mil, que ya ampara a corredores de cereales y otros. Un tercero rezongaba porque la sustitución de un crédito bancario local en dólares por otro igual de su casa matriz extranjera le había costado 6000 pesos en impuesto. Su único consuelo es que de haber esperado a mayo habría debido pagar 9600.

 

Ya rige el impuestazo

Ayer comenzó a regir el nuevo impuestazo. Así, quedaron gravados con 21 por ciento de IVA los espectáculos y reuniones de carácter artístico (excepto teatrales), científico, cultural, musical, deportivos y cinematográficos, y los servicios médicos, salvo los servicios brindados por obras sociales. Respecto de este último rubro, no se altera la alícuota diferencial del 10,5 por ciento para prepagas. El IVA se aplicará a entretenimientos y diversión (discotecas, cabarets, casinos, hipódromos, parques de diversiones). En tanto, también resultan gravados los diarios, revistas y de espacios publicitarios. Otro tanto ocurrirá con la producción y distribución de películas cinematográficas y para video. En cambio, quedan exceptuados los libros. En lo que respecta a locaciones de inmuebles, no pagarán IVA los destinados a vivienda del locatario y su familia, y sí lo harán los alquileres de locales destinados a la actividad comercial o industrial. También se aumentó la alícuota del 0,25 al 0,4 por ciento que grava las transacciones financieras. La diferencia del 0,15 por ciento podrá ser tomada como pago a cuenta de IVA y Ganancias.

 

Críticas al IVA a medios

Los diputados justicialistas Guillermo De Sanctis y Teodoro Funes pidieron, a través de dos proyectos de declaración, que la Cámara de Diputados rechace el IVA a diarios, revistas y TV por cable, por entender que se trata de “un avasallamiento a la vigencia de la libertad de prensa” y que “muchos medios de comunicación corren serio riesgo de desaparecer”. De Sanctis explicó que “la Constitución exige que los medios de comunicación no sean considerados sólo desde un punto de vista económico sino teniendo en cuenta su implicancia pública en una sociedad democrática”. Por su parte, Irma Parentella (Frepaso) aseguró que “la gente limitará consumos, limitará el cable y la compra de diarios y en ese sentido se limita la posibilidad de informarse bien”.

 

OPINION
Por James Neilson

La opción más fácil

En otras partes del mundo, los debates en torno de la política económica suelen tener que ver con asuntos como la distribución de la riqueza y cuánta igualdad sería compatible con el crecimiento sostenido. Es lo que están discutiendo los norteamericanos y los europeos, con los primeros manifestándose reacios a sacrificar el dinamismo y los segundos apostando a que a la larga el Estado benefactor probará ser más eficaz. Aquí, en cambio, la línea divisoria es distinta. Separa a quienes creen necesario un ajuste feroz para sanear las cuentas de los muchos que insisten en que reducir el gasto público o aumentar los impuestos son crímenes contra la humanidad. La diferencia no es ideológica. Por un lado están los dificilistas, por llamarlos de algún modo, y por el otro están los facilistas. Demás está decir que estos últimos son los más populares.
Durante su primer mes de vuelta en el Ministerio de Economía, Domingo Cavallo habló como si militara en la banda mayoritaria, la de los enemigos de cualquier ajuste fuera éste liberal o marxista, fiscalista o keynesiano. Para que los números cerraran trató de agregar un ingrediente olvidado, la confianza, con la esperanza de que la nueva mezcla comenzara a borbotear de forma satisfactoria, pero, como finalmente tuvo que admitir, la receta no funcionaba, de ahí el regreso a la “ortodoxia” que en la Argentina actual no significa comulgar con el Fondo Monetario Internacional sino reconocer que existen ciertos límites fijados por las dimensiones físicas de la economía y por su productividad.
Por ser la Argentina un país de tradiciones netamente populistas, los jefes máximos de los movimientos más importantes nunca se han dado el trabajo de pensar en lo que sería necesario hacer para alcanzar las metas con las cuales sus voceros dicen estar comprometidos, acaso por entender que prestar atención a los guarismos equivaldría a traicionar a los sagrados principios facilistas. Desde luego que muchos protestan con pasión y elocuencia contra el statu quo, pero puesto que ni siquiera la izquierda más utópica ha formulado propuestas concretas destinadas a modificar el reparto, es natural que toda crisis en los mercados suponga otro giro hacia la derecha, o sea, que haya un nuevo ajuste. Aunque la mayoría abrumadora se afirma contraria al “capitalismo salvaje” y en favor de la equidad, el país continuará aproximándose al escenario que tantos denuncian porque alejarse de él sería muy difícil, inconveniente que a juicio de los dirigentes hace que esta alternativa sea aún más repugnante que dejar que la desigualdad se torne cada vez más escandalosa.

 

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