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NUEVE AÑOS AL POLICIA QUE MATO A UN JOVEN POR CREERLO LADRON
El condenado que sigue en actividad

El padre del joven, también policía, se quejó pues consideró exigua la sentencia. Pese al fallo, el oficial seguirá libre.

Los padres de Cristian Robles se enfurecieron al conocer el fallo: pedían una pena a 25 años.

Por Carlos Rodríguez

Con la familia de la víctima expresando su queja por considerar “absurdo”, por lo exiguo, el monto de la pena, el Tribunal Oral 26 condenó a nueve años de prisión, por homicidio, al policía federal en actividad Augusto Nino Arena, a quien encontró culpable de la muerte del joven Cristian Robles, de 26 años, hijo de un agente de la misma fuerza al que le pegaron 10 balazos al confundirlo con un ladrón. “Es un fallo basura, nos obligan a no creer en la Justicia, era un homicidio sin atenuantes y tuvieron que haberle dado 25 años”, le dijo a Página/12 el sargento de la Federal Carlos Robles, padre del chico asesinado en diciembre de 1997, quien insistía en pedir la pena máxima prevista en el Código Penal para el delito de homicidio. El tribunal, a pedido del fiscal, ordenó que siga la investigación para determinar si también participaron en el crimen, un virtual fusilamiento, otros tres policías: el principal Néstor Gago, el suboficial Hugo Gorosito y el sargento Jorge Antonio Pérez.
En su alegato, el fiscal Horacio Fornaciari expuso su hipótesis de “una emboscada armada por la policía” para detener a dos ladrones que minutos antes habían robado una pizzería ubicada en José C. Paz 3412, en el barrio porteño de Parque Patricios, a la vuelta de la esquina donde cayó herido el joven Robles, quien murió el 5 de diciembre de 1997 en el hospital policial Churruca, tras una agonía de 36 horas. También murió uno de los delincuentes, Daniel Duarte, de 19 años, acribillado a balazos. El fiscal abonó las dudas sobre la legalidad de todo el procedimiento policial, ya que insinuó que Duarte podría haber recibido un “tiro de gracia” cuando ya estaba inerte, sobre la vereda de la calle Pepirí al 600.
En las pericias, citadas por el fiscal, se dice que Duarte tenía una decena de impactos de bala, la mayoría en el abdomen, igual que Robles, pero también un disparo en la cabeza, efectuado desde un ángulo totalmente distinto. Hay otra duda crucial planteada por Fornaciari en su exposición: ¿Cómo hizo para escapar con vida, sin sufrir ninguna herida, el segundo de los ladrones, que caminaba por la misma vereda, en la misma línea de fuego, junto con Duarte y Robles?
Los policías –eran ocho en total, aunque sólo cinco de ellos habrían disparado– aguardaron a los ladrones hasta que concretaron el robo de 170 pesos y los rodearon. En el medio quedó el joven Robles, que regresaba a su casa después de haber estado en un gimnasio y era ajeno a los hechos. Hubo más de 40 disparos en total. Se presume que los policías querían matar a Duarte y le tendieron una trampa. El otro ladrón y un tercero, que estaba en un auto estacionado en la zona, escaparon ilesos.
La médica forense Beatriz Depesco confirmó en el juicio que Robles murió “a causa de las hemorragias que le causaron las balas recibidas, en especial una que le destruyó el saco ilíaco”. Las pericias determinaron que los únicos dos proyectiles encontrados en el cuerpo correspondían a la pistola 9 milímetros que Arena empuñó esa noche. Depesco subrayó que los disparos habían sido realizados “por alguien con experiencia en el manejo de armas” dado que “los balazos estaban concentrados en ingle y pelvis”. También podrían haberle disparado los policías Gago, Gorosito y Pérez, que seguirán siendo investigados. En la instrucción, a cargo de la misma Policía Federal sospechada, no se tuvo la precaución de incautar todas las armas y hasta se ocultó la participación de la cabo Miriam López, identificada por varios testigos como presente durante el tiroteo.
En la medianoche del lunes, después de escuchar los alegatos del fiscal, que pidió nueve años para Arena; de los abogados de la familia, que solicitaron 25 años de cárcel, y de la defensa del policía, que reclamó la absolución, los jueces Patricia Llerena, Marta Yungano y Manuel Reynoso García leyeron la sentencia. Los fundamentos recién serán dados a conocer la semana próxima. Arena, que se viene desempeñando en la comisaría 12ª de la Capital Federal, seguirá en libertad y en actividad hasta que la Cámara de Casación y eventualmente la Corte Suprema confirmen la pena. También seguirán integrando las brigadas, que actúan sin uniforme y en horarionocturno, todos los sospechados. “Este fallo no nos conforma, deja mucho que desear, hay una mano negra que dejó en blanco el juzgamiento del abuso profesional que cometieron los policías”, subrayó Robles padre, quien al declarar en el juicio aclaró a los jueces que él, pese a ser policía, nunca intervino en ningún enfrentamiento armado.

 


 

UN CABO REVELO QUE LA POLICIA ENCUBRIO UN CRIMEN
El pacto roto de Chascomús

La ciudad de Chascomús quedó revolucionada este fin de semana, cuando se conoció que un cabo de la comisaría local quebró un pacto de silencio y dejó al descubierto lo que hasta ahora aparece, cuanto menos, como el encubrimiento policial a un resonante crimen ocurrido en 1997. En setiembre de ese año, un adolescente de 17 años fue asesinado a golpes, pero nunca se encontró a los responsables del hecho. Ahora, un cabo reveló que recibió órdenes de sus superiores para que confeccionara un nuevo libro de guardia la madrugada del homicidio. Ahora, la justicia investiga si la Bonaerense sólo encubrió o si también participó en el asesinato.
Se trata del cabo Héctor Durán, que declaró el viernes pasado durante 17 horas ante el juez de Dolores Carlos Colombo.
Emilio Blanco fue asesinado el 28 de setiembre de 1997 y su cuerpo apareció brutalmente golpeado en las vías del ferrocarril. La pesquisa que se realizó por el crimen fue cuestionada desde diferentes sectores de la sociedad de Chascomús. A más de tres años del crimen, no hubo ni un solo detenido por el hecho. En ese tiempo, sólo fue imputado un hombre por falso testimonio que, según aseguran en ámbitos judiciales, fue preparado por la policía.
Durán reconoció que en la madrugada del crimen, el oficial de servicio de la comisaría de Chascomús le comunicó que el comisario había ordenado confeccionar un nuevo libro de guardia porque el original se había quemado. Admitió que el nuevo libro fue rehecho siguiendo instrucciones de lo que debía escribir y lo que debía ser omitido. Entre otras cosas, varios llamados y algunas denuncias sobre otros hechos.
El adolescente salió de su casa a medianoche pero después de eso nadie lo vio y su cuerpo fue encontrado siete horas después, en una zona muy transitada. Esa noche hubo mucho movimiento en Chascomús porque el ex presidente Raúl Alfonsín encabezó un acto electoral ante 300 personas en un club de bochas.
En un comienzo, la policía y la Justicia defendieron la hipótesis de un accidente ferroviario pero los resultados de una segunda autopsia, en 1998, revelaron que Blanco sufrió dos heridas en la cabeza: una que lo mató y otra posmortem. Además, se encontraron signos de que los asesinos lo agarraron de los brazos. Y tenía heridas de defensa en sus antebrazos. También hubo un supuesto esclarecimiento del hecho por parte de la policía con un móvil falso sostenido por la detención de dos chicos marginales, liberados después cuando la Justicia desacreditó esa teoría.

 

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