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EL FRENTE POSTERGO DECIDIR SU NUEVA CONDUCCION
No es fácil suplir a Chacho

Cafiero no fue a la reunión. Ibarra estuvo solo un rato. No se pudo pactar una �mesa chica�. Sólo se acordó un documento en el que se decide no integrar listas electorales con el cavallismo.

Darío Alessandro da a conocer el comunicado. A su lado, el santiagueño “Chabay” Ruiz y Nilda Garré.

Por Fernando Cibeira

El Frente Grande no pudo consensuar la designación de una mesa chica que reemplace a Carlos “Chacho” Alvarez en la toma de las decisiones estratégicas de la fuerza. La tarea recaerá en la actual conducción que, además, se ampliará a intendentes y principales referentes de cada distrito. Es decir, unos 30 dirigentes tratarán de decidir en la misma forma en que antes lo hacía en soledad Alvarez. Igual, la idea de una conducción reducida sigue en pie y podría retomarse cuando se aquieten un poco las aguas. Pero luego de la larga reunión de ayer, la conducción frentista no quiso ofrecer sólo anuncios referidos a la interna partidaria. También incursionaron en cuestiones políticas y adelantaron que el Frepaso competirá en octubre con las listas de la Alianza. Pero, eso sí, lo hará en la medida que se mantenga la coalición original: al cavallismo le recomendaron concurrir con sus propias boletas.
Entre las resoluciones del encuentro que luego leyó el jefe del bloque de diputados, Darío Alessandro, anunció también que propondrán la convocatoria a un plebiscito para el mismo día de las elecciones, en el que la gente dé su opinión sobre la reforma política y la disminución de los gastos políticos. Además, dieron su apoyo a todos los frepasistas que estén cumpliendo funciones en el Ejecutivo. Y respaldaron la conformación de la comisión investigadora del lavado de dinero, la independencia del expediente judicial de la causa de la venta de armas y se opusieron a cualquier recorte presupuestario para las áreas sociales y educativas.
La de ayer fue la segunda parte de la reunión que comenzó el viernes pasado, el mismo día que Alvarez decidió terminar con un largo período de silencio para anunciar que se retiraba de la actividad partidaria y declarar poco menos que muerta a la Alianza. Sus palabras causaron tanto impacto dentro del Frepaso, que decidieron pasar unos cuantos días de cuarto intermedio para poder procesar mejor la nueva situación.
Los integrantes de la conducción fueron llegando a la Casa del Frente a eso de las 14, pero el comienzo se retrasó debido a que faltaban algunas de las presencias más importantes. Por ejemplo, el ministro de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, quien finalmente no concurrió argumentando problemas de agenda. “No podemos tener al encargado de la ayuda social encerrado cinco horas por una reunión partidaria”, explicaba luego uno de los participantes del encuentro. En tanto, el jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra, llegó tarde, dijo lo suyo durante media hora y se fue. “Tengo que gobernar”, explicó, antes de salir.
Ibarra, como Darío Alessandro, eran de la idea de crear una comisión reducida que se encargue de resolver de manera expeditiva las decisiones de la fuerza. En su pensamiento, la mesa chica tendría que estar integrado por quienes tienen responsabilidades de gobierno: Ibarra, Cafiero y Alessandro, entre ellos. Pero ya en las conversaciones posteriores a la reunión de la mesa nacional del viernes pasado, quedó en claro que esa no sería la posición mayoritaria. Es que varios de los actuales miembros de la conducción, que durante bastante tiempo no tuvieron posibilidades de decir lo que pensaban, entienden que el paso al costado de Chacho les abre un nuevo panorma. Como llevaban las de perder, fue evidente que Ibarra y Cafiero le quitaron el cuerpo al encuentro.
Un ejemplo lo dio la ex ministra Graciela Fernández Meijide, quien anticipó su posición contraria a la mesa chica aún antes de empezar la reunión. “Estoy por la continuidad de la actual conducción”, anticipó.
Como es de rigor en estos casos, en la reunión hablaron todos los presentes, lo que hizo que se prolongara más allá de las cinco horas. En números estrictos, la conducción nacional del FG es de 20 miembros, a los que ya habría que restarle dos: Alvarez y Alberto Flamarique. En estas ocasiones se invitan además a los intendentes. Por ejemplo, luego del encuentro, se presentaron junto a Alessandro, el de La Banda, el santiagueño Héctor “Chabay” Ruiz y el de Morón, Martín Sabatella. Ellosformarán parte de la nueva conducción ampliada que, acordaron, se reunirá en forma más periódica y orgánica. Con todo, la idea de la mesa reducida no se abandonó. “Estamos en una crisis y en estas condiciones es difícil tomar decisiones que puedan causar conflictos”, explicó uno de los participantes del encuentro. “Puede que dentro de unos días, nos demos cuenta que así se hace muy difícil funcionar y cambiemos de idea”, agregaba.

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

Proyecciones

Las elecciones de octubre no le interesan demasiado a nadie, pero el Gobierno sabe que si sigue inyectando ajuste las perderá por escándalo. Ergo, no hay mucho más que ajustar en el corto plazo. Y eso es algo que no parecen querer digerir los dragones del mercado. Los tiene muy sin cuidado que ganen los radicales o los peronistas. Ni octubre ni ocho cuartos.
Todos, victimarios y sufridos, saben desde el primer día cuál tramo de qué tango le canta el oficialismo a Cavallo: sos la última moneda que me queda por jugar. Después de su fracaso para equilibrar las cuentas vendrían elecciones generales anticipadas, con lo cual se agregaría un elemento de incertidumbre nada menor. Si la Argentina entra en una lógica de competencia política, y por tanto de demagogia populista, será un escenario peor para la tranquilidad de los acreedores.
¿Cuáles palabras y figuras juegan en medio de este clima? Algunas pocas y conocidas: devaluación y/o más ajuste, ebullición social, represión. Una idea de crisis profunda. Sin embargo, ¿cuán honda es esa profundidad a poco que se avance en las hipótesis a mano?
Tampoco se trata de tantos ejercicios de imaginación. El presidente Cavallo no puede poner en caja el déficit público, por las razones que sean, y se tiene que ir. ¿Y? El Gobierno quizá tire un último e inútil manotón con alguien del círculo íntimo del rey (Rodríguez Giavarini, por ejemplo). Naturalmente no sirve de nada y se convoca a comicios adelantados “ante las presiones recibidas y en aras de la gobernabilidad”. ¿Y? Gana el peronismo, obviamente, con cualquier variante que ofrezca. Todas son a la derecha de la derecha, más brutas o más modosas: Ruckauf, Reutemann, De la Sota. ¿Y? Una segunda variante cambia los nombres. Cavallo tiene respiro y suma al peronismo en su carrera electoral. ¿Y?
En cualquier caso, lo que está claro es que para el conjunto popular no hay en danza nada menos, pero nada más, que nuevos aprietes y cargas represivas. La historia pinta para repetirse, con algún otro peronista que vuelva a ocupar el puesto de algún otro radical fugado antes de tiempo. O mejor dicho, en el tiempo justo que se necesita para hacer girar la rueda nuevamente.
Tan nuevamente como el apuntar el espacio objetivo que vuelve a abrirse –quizá como nunca– para la creación de un proyecto alternativo. Lo que continúa sin estar dado son las condiciones subjetivas. Capacidad de organización; liderazgo; resistencia constructiva. Ellos, los mismos de siempre; los De la Rúa, los Ruckauf, los Cavallo, se cuelan por esa incapacidad de generar algo distinto desde el campo de los que están jodidos.
Y desde el de quienes dicen representarlos.

 

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