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�No importa qué te ha pasado en la
vida: siempre te podés enamorar�

Nicole Kidman, que inauguró Cannes con una historia de amor trágico, "Moulin Rouge" , habla de la relación entre la ficción y su realidad.


Nicole Kidman en la apertura de Cannes, con Francis Ford Coppola.
�Es un momento muy extraño porque es el mejor y el peor de mi vida�.

Por Rocío Ayuso
Desde Cannes

Los últimos meses fueron una montaña rusa para la actriz australiana Nicole Kidman. A caballo entre Australia, España, Londres y Los Angeles, donde tiene su residencia, su éxito teatral con The blue room concretó una serie de inusuales elecciones para una estrella, como trabajar con los cineastas Baz Luhrmann, Alejandro Amenábar y Lars von Trier, dándole a su carrera un giro rotundo, apenas insinuado cuando aceptó el protagónico de Ojos bien cerrados, el film póstumo de Stanley Kubrick. También están las desgracias: dos costillas rotas y una lesión en la rodilla mientras rodaba Moulin Rouge, que le impidieron trabajar con David Fincher en The panic room. Y, sobre todo, su divorcio de Tom Cruise, en febrero, un anuncio inesperado en una de las parejas más poderosas de Hollywood y sobre el que aún se desconocen las razones. Además, está el aborto sufrido semanas más tarde por esta actriz nacida en 1967. Sin embargo, en su primer encuentro con la prensa tras el divorcio, afirmó: "Hay que seguir sonriendo, porque, ¿sabe?, mañana será otro día". Ese día parece haber sido la presentación mundial de Moulin Rouge en la apertura del festival de Cannes, una trágica historia de amor que sigue un lema que parece inspirada en los últimos meses de Kidman: "El show debe continuar".

  --Estos meses parecen haber sido definitorios.

  --Fueron muy difíciles, y es obvio que existe una gran especulación sobre mi vida personal. Pero estoy tan orgullosa de Moulin Rouge que quiero hacer lo posible por colaborar en su promoción. Estoy nerviosa con la idea de enfrentarme a la prensa, especialmente porque soy una persona a la que le gusta tener las cartas en la mesa, hablar abiertamente y con libertad, pero me encuentro en una posición difícil. Hay dos niños involucrados, a los que intento proteger. Pero se trata de ser profesional, apoyar a Baz como él hizo conmigo en el rodaje y de apoyar un film que es el más excitante en el que participé. Es un momento muy extraño porque es a la vez el mejor y el peor de mi vida.

  --¿A qué se debe su fascinación por Moulin Rouge?

  --Cuando Baz me dijo "Tengo este personaje, canta, baila, muere y su nombre es Satine", mi respuesta fue inmediata. Y desde que conseguí el papel sabía que iba a ser algo que cambiaría mi vida, porque ¿cuántas oportunidades existen de participar en un musical, dirigido por un visionario como Baz? Sabía que iba a darle todo a esta película.

  --Aunque Moulin... se presentó como uno de los films más innovadores de los últimos tiempos, su trama es una clásica historia de amor.

  --Hay algo maravilloso en interpretar una trágica historia de amor. Bueno, también me gustaría hacer una en la que viva, pero ese arco clásico de la mujer que finalmente encuentra a la persona que siempre quiso, pero cuando se está muriendo... Es La dama de las camelias, una combinación clásica que Baz hizo muy atractiva.

  --¿Era consciente de que se trataba de cantar y bailar?

  --En absoluto. Canté una vez, cuando tenía 17 años, en una banda en Australia: obviamente, no alcanzamos la fama. Mi madre fue la que me inició al canto y siempre me dijo que le encantaría que un día cantara en una de mis películas, pero es mucho más difícil que actuar. Te hace sentir mucho más vulnerable.

  --¿Y el baile?

  --Ewan McGregor y yo tomamos clases de baile todos los días durante seis meses y, la verdad, cuando estábamos con los pantalones y zapatillas de ballet nos veíamos raros. Baz también quería que improvisáramos. Incluso aprendí a subirme al trapecio porque quería hacer todo mi trabajo. Como dice Baz, ser actor es como estar en un circo. En especial durante el rodaje de Moulin.... Podía estar con mis hijos, cocinando o revisando sus deberes y vestir alguno de esos asombrosos vestidos, esperando la próxima escena, como lo más normal. Es parte de ser actriz y madre trabajadora.

  --¿Será más difícil ahora que está sola?

  --Prefiero tomar cada día como viene. No tengo un plan. Simplemente hacer lo mejor que pueda como madre y mujer con la esperanza de que sea suficiente. Mi prioridad son mis hijos y quiero que crezcan contentos y sanos, y estoy dispuesta a dejarlo todo por eso. Me gustaría mantener un equilibrio entre mi vida profesional y como madre, pero si no puede ser, tomaría mi decisión, y aun así sería muy afortunada. Hice grandes películas, trabajé con grandes directores y espero seguirlo haciendo.

  --¿No le parece irónico promocionar un film de amor en este momento?

  --El mensaje es que no importa que te ha pasado en

vida: siempre te podes enamorar otra vez. Yo también creo en el destino y en la idea de que existe una media naranja para cada uno. Sigo creyéndolo. Es más que amor, es una filosofía de vida. Se trata de vivir la vida, no huir de ella.

  --Luhrmann piensa que las recientes circunstancias la hicieron crecer.

  --No sé si crecí, pero creo que me dio sabiduría. Estas situaciones te hacen una persona más profunda, con más compasión y comprensión. Lo que te hace sufrir te hace más sabia. No es que diga ¡que me den más de esto!, pero es parte de la vida.

 

 

 

 

 

 

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