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Por Marta Dillon


Las otras parejas del poder argentino

Ahora que las últimas luces de la fiesta se han apagado y ya no quedan dudas de que no duró tres días y tres noches como lo aseguró con jactancia la novia, Cecilia Bolocco, en un reportaje que le costó más de un reto de su ahora legítimo marido, ¿podría trasladarse esa afirmación a lo privado como un homenaje a esa tradición erótica de la raíz árabe del ex presidente? ¿Sería a eso a lo que aludía la entonces futura esposa? ¿Cuántas promesas se abren en el imaginario popular después de largas semanas de cuenta regresiva en la pantalla de Crónica TV, mostrando caricias leves y miradas empalagosas, anunciando la unión entre un hombre a quien se llamaría anciano si no fuera quien es y una mujer que tiene la mitad de su edad? Más allá de las suposiciones, lo cierto es que boda mediante, Carlos Menem, logró que las dudas sobre su honor que genera la causa del tráfico de armas se conviertan en guiños picarescos que lo acercan más a la figura del Tío Alberto de Joan Manuel Serrat �aquel a quien al final del camino lo esperaba la sombra fresca de una piel dulce donde olvidar los desengaños� que a la del jefe de una asociación ilícita.
�La unión de toda pareja famosa �y en este caso los dos lo son� concita imaginarios, ideas y expectativas en las que se mezclan envidias y expresiones de deseo�, dice Norberto Inda, psicoanalista, quien dicta en la UBA un seminario sobre masculinidad. �Ya sobre Menem existía el mito del mujeriego, y esta capacidad de seducción se ve adornada por el emblema del poder, del presidente que fue y que quiere volver �agrega Inda�. Y lo cierto es que en un período de tanta tensión para el país, Menem excita más por este romance que por su buen desempeño como político y tiene sobre sí la mirada de todos�. 
Pero ¿de qué se trata esta mirada? �Desde sus congéneres, sin duda, hay algo del orden de la envidia. Para mí es común escuchar hablar a hombres de poco más de cincuenta de una mujer de 47 como si fuera una vieja. En esto se confunde el objeto de belleza física que es ideal poseer, la potencia de haberla conquistado más el sesgo narcisista de la exhibición �mirá el bomboncito que tengo�.� ¿Es esto lo que está diciendo Carlos Menem cuando se muestra con una mujer que lo dobla en altura pero tiene la mitad de su edad? Para Inda es una posibilidad, aunque casi nunca el mensaje que se intenta emitir llega intacto al receptor, de hecho, según el psicoanalista, �son menos los comentarios acerca de lo piola que es el presidente por la mina que levantó que aquellos que lo ligan con cierta cosa inventada, poco creíble en el romance, como si lo único que le adjudicaran sea la cuota de éxito propio de quienes necesitan la fama y el dinero para conseguir lo que quieren. Es decir aquello a lo que tienen que apelar los viejos, la gente mayor para seguir �en carrera��.
�No sé por qué podría ser tan llamativa la diferencia de edad, entre (Juan Domingo) Perón y Evita había más de 25 años de distancia y esto no es algo que nadie se haya planteado�, minimiza Germán García, escritor y psicoanalista. ¿Quiere decir entonces que Menem sólo sigue inscribiéndose en el manual del buen caudillo? �Tampoco me parece el eje de la cuestión -contesta García�; la figura del caudillo implica cierta ambigüedad sexual porque combina caracteres maternales y paternales, como Tiresias que es varón o mujer alternativamente cuando pasa entre las serpientes. Como Perón, de quien se dijo que era impotente porque nunca tuvo hijos, que había tenido una relación homosexual con el boxeador Archimuro o un harén en las chicas de la UES.� 
Aunque Menem la haya llamado a silencio después de haber dado detalles de una fastuosa fiesta que no sería, Bolocco volvió por su cuota de protagonismo posando con una bandera argentina de piel de conejo y con el sol patrio oportunamente colocado a la altura de la cola. Sin dudas no ha sido sólo el atrevimiento de Bolocco de copiarle el peinado y hacer la V el día del aniversario del nacimiento de Eva Perón lo que hace que se la compare en diversos medios con la abanderada de los humildes. Loscronistas chilenos aseguran que lleva meses practicando frente al espejo para buscar este efecto. Para Irene Meler, coordinadora del Foro de psicoanálisis y género, la boda y esta novia en particular son el peronismo en sí mismo. �El peronismo ha sido un fenómeno social paradojal porque si bien generó la promoción de amplios sectores hasta entonces excluidos, un valor que no se puede negar, lo hizo por medio de un control institucional antidemocrático al estilo de los regímenes fascistas y comunistas que se parecieron por el culto a la personalidad, el endiosamiento de hombres y mujeres, la vigilancia social y un tratamiento hacia el pueblo autoritario y paternalista.� 
¿Qué tiene que ver esto con la boda? �Bueno �asegura Meler�, también es un fenómeno ambivalente que tiene aspectos positivos y negativos. En el primer caso Menem es el primer hombre público que se ha divorciado en el ejercicio de la presidencia y que ahora se vuelve a casar. Esto es progresista, porque si bien el divorcio es legal, ha habido mucha hipocresía. El divorcio y la boda hacen visible que el matrimonio para toda la vida no es el único modelo y ayuda a que la sociedad admita esta alternativa. Pero la gran diferencia de edad nos hace pensar en una reversión reaccionaria, de un reciclaje del patriarcado que permite al padre todos los derechos. Por otro lado las declaraciones de ella diciendo que él es el sentido de su vida hablan de un modelo de mujer sin más horizonte que el amor de un hombre. Por eso digo que esta boda es un fenómeno como el peronismo mismo, ambiguo, complejo, contradictorio, con aspectos progresistas y reaccionarios.� 

 

 

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