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LA JUSTICIA INVESTIGA LA EXISTENCIA DE UN ESCUADRON DE LA MUERTE
Una organización para meter bala

Un fiscal confirmó que investiga a policías por el asesinato mafioso de dos chicos en Don Torcuato, tal como reveló Página/12. También hay civiles en la mira. La subsecretaria de Derechos Humanos pide que la comisaría local
no intervenga en casos de menores.

La familia del Monito Galván, de 14
años, muerto con seis balazos el 25
de abril pasado.

Por Cristian Alarcón

La existencia de un escuadrón de la muerte es investigada por la Justicia como posible explicación del asesinato mafioso de dos chicos de 14 y 16 años en Don Torcuato. Tal como adelantó Página/12 en una investigación publicada hace tres semanas, ayer el fiscal que investiga las causas –en una nota de respuesta a la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación– confirmó que la hipótesis “en cuya virtud se atribuiría la autoría del suceso a integrantes de la fuerza policial” tiene “sustento”. Fuentes judiciales le dijeron a este diario que no sólo están en la mira policías de la comisaría de Don Torcuato, sino también civiles que integrarían el grupo que asesinó de 6 y 11 disparos a Gastón Galván y Miguel Burgos. Los cuerpos de los chicos aparecieron con las manos y los pies atados, y uno de ellos tenía la típica bolsa del submarino seco en la cabeza, símbolo de una tortura con el sello de la Bonaerense.
Ayer, la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, quien intervino en el caso luego de la publicación de este diario, le solicitó al ministro de Seguridad de la provincia, Ramón Verón, que los policías de la comisaría 3ª de Don Torcuato “se abstengan de intervenir en actuaciones o averiguación de hechos en los que estén vinculados menores de edad”. Conti había enviado una nota con varios interrogantes sobre la situación de la investigación por la muerte de los niños a la Comisión de Minoridad de la Cámara de Diputados provincial, a la subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense, y al fiscal Héctor Scebba. Esa nota se basaba en la investigación de Página/12 en la cual el defensor de menores de San Isidro, Carlos Bigalli, aseguró que “si en este crimen intervinieron policías, estamos ante los escuadrones de la muerte”. Al mismo tiempo, una alta fuente del Suprema Corte de la provincia sostenía que “la limpieza social es más fácil de hacer con escuadrones de la muerte”.
Desde el mismo 25 de abril por la mañana, cuando bajo el Puente Negro o Puente Muerte, en el límite entre José León Suárez y La Horqueta, aparecieron los cadáveres de Galván y Burgos, el fiscal Scebba fue reacio a dar información sobre el avance de las investigaciones. Este diario conoció la larga historia de persecución, golpes y torturas padecida por los dos chicos a manos de policías de la Comisaría 3ª de Don Torcuato a través del testimonio exclusivo de sus padres, y de varios chicos del barrio Bancalari que compartieron calabozo con los asesinados en esa seccional. Ahora, en la respuesta a Conti, Scebba informa que “ambos cuerpos presentaban múltiples heridas producidas por proyectiles de arma de fuego de grueso calibre y se hallaban atados de pies y manos con cuerda náutica”. Además, da cuenta de que uno de los niños “tenía una bolsa de nylon atada en la base del cuello cubriendo totalmente la cabeza”.
Entre los indicios que evalúa Scebba no sólo se encuentra el hecho de que esa bolsa fue puesta en el cuerpo del “Monito” Galván cuando ya lo habían matado, con lo cual el objeto adquiere todos los visos de un mensaje mafioso. El fiscal también sabe que los niños habían denunciado por apremios ilegales a policías de esa seccional ante jueces de menores. En la comunicación oficial enviada a Conti, Scebba informa que durante la autopsia a los cadáveres se recuperaron dos proyectiles de calibre 9 mm. Basado en media docena de testimonios de familiares y allegados a las víctimas que relataron la persecución y el acoso a los que eran sometidos los dos chicos y en “otros elementos reunidos en la investigación” –que prefiere preservar en el secreto– el fiscal ordenó “la obtención de proyectiles testigos”. La medida afecta no sólo a las armas de los policías de la comisaría 3ª, sino también a los “otros funcionarios policiales que cumplían una vigilancia en el lugar cercano” al lugar en el que los cuerpos fueron abandonados. Se refiere a quienes custodian un cementerio israelita de la zona. Esa es una de las pruebas que Scebba espera tener en las manos para definir la situación de los policías a los que investiga. La medida sobre la comisaría 3ª solicitada por Conti tiene antecedentes en lo que ya propuso la presidenta del Consejo Provincial del Menor, Irma Lima. La ex jueza considera que la policía bonaerense no debe actuar en los casos en que los implicados son menores de edad y que por ello debería existir una Policía Juvenil, especialmente entrenada para trabajar con chicos. Sobre lo pedido por Conti, Lima se mostró ayer de acuerdo. “No conozco precedente pero es una idea correcta porque es imposible confiar en la policía sospechada de un crimen tan aberrante –le dijo a Página/12. Sería lógico que toda la seccional sospechada se aparte de las intervenciones en las causas de menores, mucho más teniendo en cuenta el sentido corporativo de la fuerza”.
Entre los testimonios que este diario reveló tras el asesinato en Bancalari de los chicos que “paraban” junto a Galván y Burgos, la coincidencia fue que no se trataba de dos muertes aisladas, sino coherentes con un plan. “Nos fueron liquidando y van a seguir. Ya cayeron dos pibitos hace seis meses. Les pusieron caños y los mataron como si fuera un enfrentamiento. Ahora el Piti y el Monito. Ya mandaron a avisar que somos seis los que quedamos”, le dijo a este cronista un chico de catorce años durante el funeral de Galván. Lo que todavía no surge de la investigación judicial es la conformación que tendría el grupo que se encargó de los asesinatos mafiosos. Las fuentes judiciales aseguraron que
no sólo se investiga a policías de la comisaría 3ª, sino que también están en la mira dos civiles. Lo que no aclaran es qué papel podrían jugar esos no uniformados en el grupo. Si son instigadores del crimen, o si pertenecieron al escuadrón de la muerte del Puente Muerto de José León Suárez, un lugar con una vieja y triste historia.

 


 

VERON CRITICO A LA CORTE CON DATOS EQUIVOCADOS
Las causas que vos archiváis

Por C.A.

El ministro de Seguridad bonaerense, Ramón Verón, salió ayer a disparar con munición gruesa contra la Suprema Corte de la provincia. La ira del ministro estalló después de que el más alto tribunal bonaerense denunció que en la comisaría primera de Quilmes los chicos eran obligados a prácticas como “oler los vapores de una mezcla de lavandina y detergente”, a “revisiones íntimas abusivas”, y a “usar botellas o bolsas de plástico” en lugar de dejarlos ir al baño. “Es preocupante que la Corte bonaerense se haya basado en una causa que fue archivada en su momento por la propia justicia”, dijo Verón ayer para subestimar las denuncias sobre malos tratos en comisarías, porque –según aseguró– “el 90 por ciento son falsas”. Sin embargo, Página/12 consultó al fiscal Luis Armella, y la defensora de menores de Quilmes. Ambos aseguraron que la causa sigue en trámite, y que aún no se agotó la investigación.
La denuncia que irritó a Verón es la que presentó el 13 de mayo el juez del Tribunal de Menores 2, Pedro Entío, en la que se da cuenta de la manera que el agente Angel Fontanini, de la comisaría 1ª de Quilmes trataba a los chicos presos en los calabozos que él custodiaba. Esa denunciaba narraba los relatos de un menor, según quien al llegar un chico nuevo a la comisaría, Fontanini lo obligaba a desnudarse para luego en el baño “hacerle abrir las nalgas y gritarle ¡Quiero ver tu agujero!”. En el expediente se detalla que “los hacía correr desnudos, les pegaba patadas en la cola y los obligaba a hacer flexiones con las manos en la nuca”. El mismo agente les tiraba los colchones y las cosas, y luego los obligaba a ordenar todo”. A eso se le sumaba que les revisaba el cuerpo y la ropa, con igual tratamiento cada vez que eran visitados por sus familiares.
Ayer la defensora de Menores de Quilmes, María Daroqui le dijo a Página/12 que “en las revisaciones físicas no se detectaron lesiones, lo que no quiere decir que no existieran las vejaciones y severidades en las condiciones de detención”. Según Daroqui, el lunes declararon menores que estuvieron detenidos en la seccional y sus relatos coincidieron con los que motivaron el comienzo de las investigaciones. Daroqui solicitó ayer, en la causa que Verón asegura que se cerró, varias medidas: entre ellas la declaración del policía Fontanini y el de sus compañeros, además de pericias psicológicas sobre los chicos maltratados. Basado en esa información errónea del cierre de la causa, fue que Verón ayer dijo que
“las denuncias de malos tratos son falsas en el 90 por ciento de los casos”. “Estoy acostumbrado a que la policía sea el jamón del sandwich”, dijo Verón para graficar su visión de la problemática de los menores alojados en comisarías. Ese tema lo tiene enfrentado con la Corte, que desde hace un año denuncia irregularidades en las comisarías del Gran Buenos Aires.

 

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