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EL MENEMISMO NO LOGRO APOYO EN LAS CAMARAS
Peor que la soledad del poder

En el Senado intentaron hacer un pronunciamiento e imaginaron un acto conjunto con los diputados. No pudieron conseguir adeptos. Las esperanzas están depositadas en un supuesto indulto o en la siempre amiga Corte Suprema. La movilización de apoyo a Menem en Tribunales apenas reunió a 500 personas.

Por Diego Schurman y Felipe Yapur

Hay algo peor que la soledad del poder: la soledad de los que pierden poder. El respaldo público a Carlos Menem en uno de sus peores días se limitó a una movilización para nada espontánea frente al Comodoro Py (ver página 6) y a un documento lavado del bloque de diputados justicialistas. Por diferencias internas, los senadores directamente evitaron la rúbrica de un texto. Aunque dejaron trascender en los pasillos del Congreso lo que es un secreto a voces: el trabajo del menemismo para conseguir un indulto y, simultáneamente, la expectativa que depositan en la Corte Suprema.
A no ser por el sector ultramenemista, que en ningún momento dudó en llevar gente a las puertas de los tribunales federales de Retiro, el resto del justicialismo se mostró sumamente sinuoso a la hora de manifestar su respaldo a Menem.
Los diputados evidenciaron dificultades para lograr un discurso homogéneo. No es fácil para una Cámara donde conviven claramente demarcados los sub-bloques menemistas, ruckaufistas y delasotistasreutemistas. Finalmente ayer pudieron acordar la redacción de un comunicado tibio forzados por las circunstancias, donde se alude a la situación del ex presidente –aunque sin mencionarlo– al rechazar la “politización de la justicia” y asegurar que “ser peronista nunca fue fácil”.
Los senadores menemistas habían preparado un documento duro, donde castigaban la “labor parcial” del fiscal Carlos Stornelli, y recreaban la idea de la “persecución política” a partir de declaraciones de varios funcionarios del Gobierno. Algunos senadores –en rigor sólo estaba presente la mitad del bloque– consideraron que el contenido era “muy fuerte” y el texto fue abortado. Fue entonces que el presidente del bloque, José Luis Gioja, atacó al fiscal, aunque a título personal.
Tampoco prosperaron las negociaciones entre representantes de ambas cámaras para hacer un pronunciamiento conjunto, o buscar la utopía de un acto compartido, como aquel que reunió a legisladores y presidenciables del PJ cuando se supo de la citación de Menem. Este fracaso podría ser la antesala de nuevos reacomodamientos internos donde el menemismo es el sector más afectado.
El Consejo Nacional del PJ –un órgano hegemonizado por el menemismo– pensaba reunirse hoy mismo para salir en defensa del ex mandatario y ratificarlo al frente del partido. Pero postergaron todo para la próxima semana. Prefieren “esperar hasta que aclare” y tomarse tiempo para persuadir a los gobernadores, aún los más cercanos a Menem, que por ahora se resisten a moverse en bloque para apoyar al ex mandatario.
La falta de expresiones públicas de apoyo de los bloques y cuerpos orgánicos del PJ –sí hubo privadas y personales en la casa donde Menem cumple el arresto (ver página 8)– no significó ausencia de operaciones en las filas del riojano. La más reservada es la que apuesta a lograr un indulto por parte del presidente Fernando De la Rúa. Pero no todos están de acuerdo ya que significaría una confirmación de que Menem cometió un delito, algo que el ex mandatario no reconoce.
La vía de la Corte también es una alternativa que se sigue explorando. El presidente de ese cuerpo, Julio Nazareno, un coterráneo y ex socio en el bufete Menem, dijo que no se excusará en caso de tener que analizar la causa. Si bien la denominada “mayoría automática” está en crisis, el menemismo tiene varias fichas depositadas en ese cuerpo. “¿Por qué resignarnos si todavía nos quedan dos instancias más?”, dijo un operador en referencia a la Cámara y a la propia Corte.
De todos modos, la postura que más sorpresas deparó fue la del ex embajador Jorge Asís. No por reproducir, como muchos de sus amigos, la idea de la “persecución política” y “el golpe al peronismo” sino por el argumento con los que la justificaba. Lo hacía preguntándose qué pasaría con los funcionarios del Gobierno si los jueces se decidían a investigar el origen de las supuestas coimas en el Senado.
El tema fue retomado por Alberto Lestelle en la casa de Armando Gostanian mientras veía tomar a Carlos Menem un agua mineral y a su esposa, Cecilia Bolocco, una refrescante Coca diet con hielo. “La celeridad dada a esta causa por el juez es la demostración de un interés político muy grande, habida cuenta de las elecciones que la Alianza tiene perdidas”.

 

Otras voces peronistas

Eduardo Duhalde, ex gobernador: “Si fuera persecución política hubiera habido más de 100 mil personas manifestando, pero sólo fueron grupos pequeños. Este es un tema judicial que tiene que aclararlo Menem”.
Carlos Reutemann, gobernador de Santa Fe: “Los que ejercemos la función pública tenemos que estar preparados porque siempre existe la posibilidad de que esto suceda. A lo mejor me toca porque no sé cuántos decretos habré firmado. Es uno de los riesgos que se corren”.
Felipe Solá, vicegobernador de Buenos Aires: “Uno puede criticar al juez, sospechar de alguna cosa, pero lo que está claro es que no se puede hacer cualquier cosa en el gobierno porque tarde o temprano todo llega. Esto no afectará al PJ por el divorcio que existe entre el peronismo y Menem desde el ‘97 y que quedó evidenciado en el boicot que se le hizo a la candidatura de Duhalde”.

 

La ola menemista apenas fue una ondita en Retiro

Era el día más difícil de su carrera política y ellos no podían faltar. Lo habían anunciado días atrás. Más de diez ómnibus iban a llegar hasta Buenos Aires para acompañar al líder en la puerta de los Tribunales de Retiro. Las jornadas previas prometían una movilización multitudinaria procedente de La Rioja, Córdoba y algunos barrios del conurbano. Era la última apuesta de algunos dirigentes de segunda línea que aún quedan cerca del ex presidente. Pero los pronósticos se cumplieron a medias. Unas 500 personas ocuparon la avenida Comodoro Py para respaldar a Carlos Menem con cantitos, banderas, pancartas, petardos, gritos y carteles. La manifestación no llenó siquiera una cuadra y puso en evidencia que la situación procesal del ex mandatario ha desanimado incluso a quienes fueron sus fieles seguidores.
Los contingentes más enfervorizados provenían obviamente de la provincia natal de Menem. “Se siente, se siente, La Rioja está presente”, cantaba un grupo de mujeres que había llegado en varios micros hasta Retiro. Despotricaban por igual contra Fernando de la Rúa, la Alianza, Eduardo Duhalde, “los radicales” y “los periodistas”. Una de ellas, de nombre Elena, repitió a Página/12 uno de los argumentos más escuchados del día: “¿Cómo no vamos a llorar si es lo mejor que tuvimos? –dijo, casi llorando–. Ustedes los porteños no se dan cuenta.” En los gritos se percibía la histórica desconfianza del Interior y la Capital.
Con el correr de la mañana se sumaban algunos micros con militantes menemistas, más que nada del conurbano. Frente a los Tribunales, los dardos apuntaban hacia Urso y Cavallo. “¿Dónde está, Cavallo donde está”, y el “Urso, compadre...”, cantaban los manifestantes con ritmo de tribuna futbolera, para después regresar a la clásica marcha peronista y al Himno Nacional. Pero las malas noticias que se filtraban desde la mole de enfrente comenzaron a calentar el clima.
Un hombre cuarentón y corpulento hablaba por handy con alguien, que estaba adentro de Tribunales. “Ya lo detuvieron, parece”, le comentaba con voz oscura a otro compañero, cuando apenas Urso le había comunicado a Menem que lo arrestaba. Las columnas menemistas empezaron con “si lo tiran al Turco al bombo, va a haber quilombo”, y hasta algunos iniciaron el cantito que decía “un minuto de silencio, para Urso que está muerto”, aunque después algunas voces más calmas pudieron apagarlo.
Por su parte, dentro de Tribunales empezaba el operativo para sacar a Menem del lugar. La calle Comodoro Py, con 500 militantes sobre ella, varios móviles de medios y más de 150 policías, no parecía ofrecer una salida segura. Sobre todo, después de un intento de los menemistas de voltear las vallas de seguridad y entrar a las escalinatas.
Menem estaba en el cuarto piso, acompañado por Cecilia Bolocco, y su séquito de los últimos días: su sobrino Adrián, Claudio Sebastiani y Martha Alarcia, entre otros personajes. El lugar estaba desbordado de curiosos, periodistas, policías, y dirigentes menemistas, por lo que los uniformados desalojaron el hall central, dejando al grueso de la gente detrás de dos puertas de vidrio. A las 12.20 un Menem sonriente, de traje gris y corbata dorada comenzó a recorrer el hall, acompañado por 4 custodios y por una seria Bolocco, vestida de negro de pies a cabeza. El riojano, que ante Urso se había mostrado apesadumbrado, saludó con sonrisas a sus simpatizantes y se metió en un ascensor.
Para engañar a la guardia periodística, Menem salió por la puerta trasera de Tribunales. Pero ahí ya no tenía “fans” instalados, por lo que tuvo que sufrir insultos y golpes al Renault Laguna gris que lo llevó a la pista lindera al edificio judicial, en donde un helicóptero policial lo aguardaba. Se bajó, junto a Bolocco y a su custodia, volvió a saludar a sus seguidores, y abordó la aeronave que lo trasladó a la quinta de Don Torcuato, su nueva morada. En tierra quedaban los abatidos menemistas, agitando banderitas argentinas de plástico.

Informe: Alejandro Cánepa y Martín Piqué.

 


 

DANIEL SCIOLI NO CREE QUE HAYA UNA PerSECUCION
“Es un ensañamiento, más bien”

Por F. Y.

El menemista Daniel Scioli sostiene que si bien no está de acuerdo con la detención de Carlos Menem, asegura que “hay que respetar la decisión del juez”. Y para afianzar su moderada posición, el diputado porteño se diferenció del senador Eduardo Menem al asegurar que “no puedo afirmar que haya una persecución política”, dice, y agrega que al final de la causa está la respuesta a la continuidad o no del menemismo.
–¿Qué evaluación realiza de la detención de Carlos Menem?
–Este hecho hay que mirarlo fríamente, es una detención preventiva, no está procesado todavía. Es una decisión del juez que hay que respetar aunque no la comparto. Mientras tanto, todos debemos ser moderados en nuestras declaraciones y en nuestras actitudes. No deja de ser un hecho conmocionante pero creo que por ello no es tiempo de exaltaciones ni de fanatismo sino de reflexión y prudencia.
–¿Hay un sector del peronismo que se beneficie con esta detención?
–Si hay algún sector que cree que se beneficia, está incurriendo en un grave error. Porque estamos frente a una noticia triste. No puede ser un motivo de orgullo nacional que un ex presidente vaya preso.
–¿Comparte la opinión de Eduardo Menem que dice que hay persecución política contra su hermano?
–Mire, yo no puedo afirmar que haya una persecución política. Veo sí un ensañamiento. Sería lamentable que fuera así.
–¿Menem en la cárcel es un golpe mortal para el menemismo?
–Sin duda, esto generó un desgaste y una crisis que su resolución dependerá de la evolución de la causa. Recién ahí podremos decir si esto significa el fin de Menem. En cuanto a lo mío, mi carrera está más allá de lo de Menem. Me mostré siempre abierto a sectores independientes y constructivo ante la oposición. Pero también me mostré leal y no un oportunista que se saca fotos y luego se borra cuando no conviene.
–¿Es lo que está sucediendo ahora?
–Hay muchos que tenían un compromiso con Menem y hoy no los he visto.
–El vicegobernador Felipe Solá dijo que “tarde o temprano todo llega y no se puede hacer cualquier cosa en el gobierno”.
–El dirigente político tiene que pensar en cómo hace para mejorar su trabajo y no aprovecharse de los errores de su adversario para destruirlo.
–¿Qué opina de la versión que dice que el Gobierno podría indultarlo?
–La dignidad de Menem no lo soportaría. El quiere el proceso para demostrar su inocencia.

 

OPINION
Por Nora Veiras

El héroe autoexcluido

El Pacto de Olivos le había garantizado la reelección mediante la reforma constitucional. En el ‘99 no se resignaba a dejar el poder y forzó casi hasta desbarrancar la interpretación del derecho para lograr la re-re. Cuando ya no tuvo margen anunció, magnánimo, “me autoexcluyo”.
Ahora, cuando la Justicia lo citó por su presunta calidad de jefe de la asociación ilícita que vendió ilegalmente armas a Croacia y Ecuador, el ex presidente Carlos Menem –de él se trata– apeló a Simón Bolívar para mostrar su “heroicidad”. “Con cadenas pero en mi patria”, repitió.
Los dos episodios evidencian la lógica de quien detentó el poder democrático durante diez años: él está por encima de la ley. Cuando se aviene a cumplirla lo hace por decisión no por obligación.
Al asumir, las mentes más lúcidas de su entorno armaron el dispositivo de control del Poder Judicial. El aceitado funcionamiento de esos engranajes le permitió sortear sin sobresaltos una década en la que los escándalos de corrupción se naturalizaron y se diluyeron sin condenas.
“El poder es impunidad”, había descripto, como nadie, el empresario amigo-socio del menemismo Alfredo Yabrán. Esa fue la profecía autocumplida del modelo. Nadie se había atrevido a explicitarlo. No era necesario, lo ejercían. El ex presidente de la Argentina y presidente del Partido Justicialista siempre se manejó en ese esquema. Nunca creyó que debía rendir cuentas de sus acciones. Por eso él y sus adláteres reivindican como un acto extraordinario el presentarse ante la Justicia.
Ayer quedó detenido. Como acto reflejo ante el anuncio del juez, Menem preguntó: “¿Dónde?”. Una reacción que mostró a un hombre que ya no maneja los resortes de ese poder-impune.
El proceso está abierto y nadie se atreve a pronosticar cómo seguirán jugando los actores judiciales y políticos.
Es una oportunidad histórica para que uno de los poderes del Estado demuestre si puede actuar con independencia. Es una oportunidad histórica para que otro de los poderes del Estado demuestre si puede dejar actuar con independencia a la Justicia. Es una oportunidad histórica para que el otro poder demuestre si es capaz de no extorsionar.
Al hablar por última vez en libertad, Menem intentó parangonar la citación del juez Jorge Urso con el arresto que le impuso la dictadura. Una falacia temible: equiparar el funcionamiento de las instituciones con un régimen cuya esencia fue la violación de esas instituciones.
Sólo a partir de una falacia es posible presentarse como “un héroe” por cumplir con la Justicia. Una más o la última en la carrera de Carlos Menem.

 

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