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AMARGAS (E INTERESADAS) QUEJAS POR LA “SOLEDAD” DE CAVALLO
En Economía miran la Rosada y lloran

Entre las preguntas por la salud del Presidente y la inacción del ala política del Ejecutivo,
los cavallistas dicen sentirse fatigados. Sólo los consuela la solidez del sistema bancario.

Fernando de la Rúa
y Domingo Felipe Cavallo.

Por Claudio Zlotnik

“A varios miembros del equipo económico nos preocupa la situación política. Sabemos que no habrá una crisis, pero particularmente estoy cansado de recibir preguntas de fondos de inversión y bancos del exterior sobre la salud del Presidente.” Así de franco, pero pidiendo encarecidamente mantener en reserva su nombre, un importante integrante del elenco ministerial confesaba su fatiga ante Página/12. En el diálogo contó que es tal la incertidumbre existente en general sobre la situación política que el viernes debió salir al cruce de un rumor “desopilante”: “Me llamaron para preguntarme si esta semana De la Rúa dejaría la Presidencia por motivos de salud y se formaría un gobierno de unidad nacional, con Cavallo como garante del modelo, incluyendo al justicialismo y al radicalismo”. Es éste el clima en que el equipo trata de convencer a los inversores extranjeros de la viabilidad del último paquete anunciado el viernes 15 para sacar a la Argentina de la recesión.
Diversos colaboradores de Cavallo, que aceptaron dialogar con este diario sobre la cuestión, alegaron que los funcionarios políticos se esmeran muy poco por defender la estrategia económica, dejando expuesto en soledad al ministro de Economía. Por otra parte, y a medida que se prolonga la crisis, los financistas muestran que les preocupa “la falta de protagonismo” del Presidente, a pesar de los últimos cambios introducidos en el área de comunicaciones de la Casa de Gobierno.
En el Palacio de Hacienda entienden que Cavallo echó toda la carne al asador para lograr la reactivación. “Con el megacanje, las programas procompetitividad y las últimas medidas, su apuesta fue apuntar en todas las direcciones. Sabe que a algún blanco va a darle, y entonces la economía empezará a moverse”, describió uno de los asistentes del ministro. Otro coequiper confesó: “Cavallo entró pensando que su sola presencia alcanzaba para calmar a los mercados y seducir a los inversores. Al principio dijo que nunca se ocuparía de cuestiones financieras ni anunciaría paquetes de medidas. Pero cuando vio que la cuestión no marchaba rectificó su estrategia y apretó el acelerador. Ahora esperamos que en la Casa Rosada entiendan que también ellos deben cambiar de actitud”.
Después del megacanje y del factor de empalme, los funcionarios de Economía creen que la situación pasó de “explosiva” a “controlable”. Pero admiten que si bien se ahuyentó el fantasma de la cesación de pagos, reflotó el temor de los inversores a una próxima devaluación. Al respecto, en el Palacio de Hacienda son contundentes: “Es imposible que ello ocurra. ¿Quién se arriesgaría a armar una corrida en contra del peso sabiendo que el Banco Central cuenta con 30.000 millones de dólares en las reservas?”, se preguntaron las fuentes. “Es imposible que la Argentina sea forzada a devaluar por el mercado, como ocurrió en Brasil”, descartaron.
–Sin embargo, Cavallo admitió una sobrevaluación del peso de al menos un 20 por ciento. ¿Cómo hará para corregir los precios relativos? -preguntó este diario.
–Con la introducción del “factor de empalme” ya ganamos casi un 10 por ciento y conseguimos empezar a equilibrar las cosas con Brasil. No tiene sentido devaluar porque provocaríamos un deterioro fortísimo en la población. Los salarios bajarían cuanto menos un 30 por ciento y el Producto Bruto caería entre 5 y 10 por ciento en un año. Una devaluación nos llevaría al peor escenario, y está totalmente desechada.
Un punto fuerte de apoyo con el que cuenta Cavallo es el sistema financiero. Pese a los temores que existían ante un posible retiro masivo de depósitos después de haber tocado el tipo de cambio comercial, la semana pasada las colocaciones bancarias se mantuvieron intactas. Y Cavallo respiró aliviado. “En otras épocas, el sistema bancario era un multiplicador de los problemas económicos. Ahora, por el contrario, es nuestro principal amortiguador. La gente y los inversores perciben que los bancos tienen riesgo cero”, explicó un interlocutor. Frente a la solidez del sistema financiero, el flanco débil que se les presenta a los ejecutores de la política económica es el riesgo país, termómetro que mide la (des)confianza de los inversores en la Argentina. Desde que asumió, Cavallo nunca pudo ver ese indicador bajando de los 850 puntos, y el viernes pasado debió contemplarlo en 990, una marca que torna imposible la recuperación. Al respecto, en el team económico conviven dos análisis. Por un lado, se asevera que, tras el megacanje, la Argentina podría darse el “lujo” de no salir a pedir prestado en los mercados internacionales hasta casi fin de año. Y que, por tanto, no importa demasiado el nivel del riesgo país, ya que hay tiempo para ilusionarse con una baja. No obstante, los funcionarios admiten que si el riesgo no mejora, los bancos mantendrán las tasas de interés en los altos niveles actuales, lo que seguirá trabando el despegue. Además, mientras persista la incertidumbre, las entidades financieras seguirán pisando los depósitos, restringiendo los préstamos.
En este escenario, en Economía cruzan los dedos. Saben que el contexto internacional está jugando en contra (devaluación del real y del euro, menor crecimiento esperado en Brasil y achatamiento en los precios de los commodities). Ahora toda la apuesta es a que las últimas medidas produzcan el efecto esperado, y que después de tres años de recesión los motores de la economía vuelvan a encenderse.

 

Suspicacias

Desde que hace diez días se anunció la creación del “factor de empalme” para subir el dólar comercial sin subirlo, el término elegido se prestó a comentarios suspicaces por otra de sus acepciones vulgares. Más exactamente, la de erección del miembro viril. Algunos analistas entendieron así que ese agregado variable debía funcionar como una especie de viagra para la fláccida economía nacional. Para evitar habladurías se lo rebautizó “factor de convergencia”, aunque si la cotización del euro cayera actuaría más como un factor de divergencia.

 

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