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OTRO FALLO AUTORIZO ADELANTAR EL PARTO DE UN FETO CON ANENCEFALIA
Un llamado de atención a los médicos

Una jueza autorizó a adelantar el parto de un feto con anencefalia. El fallo criticó a los médicos del Hospital Argerich que se negaron a realizar la intervención sin un aval judicial, prolongando así el embarazo y les recomendó asumir �cabalmente la responsabilidad que les compete�.

Esta vez la Justicia intentó ser terminante. Sólo tres días después de que la Suprema Corte bonaerense se negara a anticipar el parto de un feto con anencefalia, la jueza Lidia Lagos, titular del Juzgado 7 en lo Contencioso Administrativo, emitió un fallo autorizando esa práctica en el caso de una chica de 21 años, que padece una discapacidad mental. El pronunciamiento criticó al Hospital Argerich porque se negó a interrumpir el embarazo sin intervención judicial. El recaudo del equipo médico, que para la Justicia provoca un resultado “hipócrita e innecesariamente cruel”, extendió durante siete semanas un embarazo que debió interrumpirse en la número 25. En el fallo, al que tuvo acceso Página/12, se considera esta demora riesgosa psíquica y psicológicamente para la madre y la familia: allí se deja sentado que “los médicos deberían ajustarse en sus evaluaciones a razones médicas y no jurídicas” y les recomienda que “asuman cabalmente la responsabilidad que les compete”.
El recurso de amparo para conseguir la interrupción del embarazo, fue presentado por la madre de Marisa V., quien supo a las 25 semanas de gestación que llevaba en su vientre un feto que no podría vivir. El 2 de mayo una ecografía obstétrica y una revisión ginecológica del Hospital Argerich, determinaron el embarazo y la anencefalia. De acuerdo al recurso de amparo presentado por la abogada Perla Prigoshin, de la Fundación Unos con Otros, la obstetra del Argerich recomendó en ese momento la interrupción de la gestación. Pero el Jefe del Departamento Materno Infanto Juvenil, Osvaldo Parada, trasladó la decisión al ámbito judicial.
Antes del fallo de Lagos, la fundación intentó acelerar los tiempos con una carta a la dirección del Hospital y otra a la Secretaría de Salud del gobierno porteño. Pero esta vía no dio resultados. Desde el Argerich se volvió a recomendar la instancia judicial esta vez a través de la Junta Médica convocada para la evaluación (ver aparte).
Mientras tanto el embarazo siguió adelante con gran dolor para Marisa: el fallo cita las palabras de su madre quien percibe que desde que conoció la noticia “está asustada, llora, ha empezado a lastimarse con sus propias uñas y padece de incontinencia nocturna”. Cuando el embarazo alcanzó la semana 29 se presentó el recurso de amparo donde se expusieron los antecedentes judiciales –algunos muy recientes– que los médicos, según la jueza, deberían haber tomado en cuenta como precedente.
Entre esos antecedentes, la jueza retomó para su decisión y como pieza clave, la sentencia de la Corte Suprema de la Nación que el 11 de enero se pronunció a favor de la interrupción del embarazo en el caso de Silvia T. contra el Gobierno de la Ciudad.
La propia junta médica convocada ahora por el Argerich reconoció en su informe que en el 100 por ciento de los casos los recién nacidos anencefálicos mueren y admitió que el feto en cuestión padecía la enfermedad. La jueza consideró “al menos curioso” que con estas estadísticas hayan pedido aún la autorización judicial. Porque –indicó– “conocían los informes médicos de las causas Silvia T. y Acuña”.
Desde el punto de vista clínico, las consecuencias de una anencefalia para el feto no están en duda. El problema en realidad, son las respuestas de los profesionales ante este diagnóstico. Es en este punto donde, el fallo de la Corte Suprema de enero debió haber marcado un punto de inflexión. Pero no lo hizo: el viernes pasado, la Suprema Corte bonaerense emitió un fallo en sentido contrario.
El propio Aldo Neri, titular de la Secretaría de Salud porteña le aseguró a Página/12 que aún no hay un margen legal claro para tomar decisiones desde el gobierno. “Aunque personalmente –explicó Neri– creo que interrumpir el embarazo no se trata de un aborto cuando no hay vida viable de por medio, oficialmente no me puedo pronunciar porque no hay leyes trasparentes ni claras aún, ya que ha habido fallos contrapuestos”.
Mientras el Secretario de Salud sigue considerando necesario que cada hospital decida si pide la intervención judicial para llevar adelante la interrupción, la jueza Lagos pretendió dejar las cosas más claras. Lesrecomendó a los médicos atender las razones clínicas para las que están preparados y no las jurídicas. “Es dable esperar entonces –indicó entre los fundamentos– que los profesionales del arte de curar, que son quienes cuentan con los conocimientos necesarios para determinar acabadamente en cada caso si se verifica la patología en cuestión, así como son quienes están en mejores condiciones para determinar el efectivo daño a la salud e integridad física, se pronuncien concretamente con sustento en razonas médicas y no jurídicas, ya sea admitiendo o rechazando las prácticas como la aquí solicitada, pero asumiendo cabalmente la responsabilidad que les compete”.

El periplo de Marisa
En el larguísimo periplo por alcanzar la interrupción del embarazo, Marisa V. fue sometida al examen de dos equipos médicos. Primero se enfrentó a la junta médica del Hospital Argerich. Tras oír el diagnóstico de anencefalia, la madre les pidió ayuda a los médicos para resolver la situación. Pero recibió una curiosa respuesta: “Ante la solicitud de apoyo, el jefe del Departamento Infanto Juvenil –quedó escrito en el pedido de amparo– redactó una nota dirigida al presidente de la Organización San Vicente de Paul para pedir apoyo espiritual para la familia”.
La familia no hizo uso de aquella carta. En cambio, acudieron a la Justicia, pero Marisa fue evaluada nuevamente, esta vez por una junta del Borda. Los médicos sostuvieron que “la examinada es una mujer de 21 años con un retraso mental grave, con un embarazo de 31 semanas del que no tiene cabal conciencia de su origen”. Esa conciencia difusa fue la conclusión después de una pregunta: “¿Vos tenés un amigo que te hace mimos y caricias como te hace mamita?”, le preguntaron.

 

UN PROYECTO PRESENTADO EN LA LEGISLATURA
Actuar sin esperar el fallo

Basándose en el fallo que el Tribunal Superior de Justicia porteño emitió en enero en el caso de Silvia T., la legisladora Gabriela González Gass elaboró un proyecto de declaración que, de ser aprobado, avalará al Ejecutivo de la ciudad para “dar instrucciones precisas en los hospitales para proceder a la inducción del parto en caso de presentarse un diagnóstico de anencefalia, sin exigir autorización judicial”. En diálogo con Página/12, la diputada consideró que “las idas y vueltas judiciales” en estos casos “estiraran innecesariamente los tiempos, afectando la salud emocional” de la mujer.
“A pesar del fallo favorable, lo que sucedió en el caso de Silvia T. fue lamentable, por el desgaste físico y psíquico al que estuvo sometida”, señaló González Gass, quien considera que debería haber una “postura clara” por parte de la Secretaría de Salud porteña en relación a los casos de parto inducido por diagnósticos de anencefalia.
“Por desgracia, estos casos no son aislados, y no siempre llegan a buen puerto a través de la vía judicial”, indicó la legisladora aliancista, en referencia al reciente fallo de la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, que negó a una paciente de La Matanza la autorización para inducir el parto, tras el diagnóstico de anencefalia.
González Gass consideró que la elaboración de directivas para estos casos por parte del área de Salud de la ciudad “ayudaría a que, cuando se presente uno de estos diagnósticos, exista un trato más humanizado y menos burocrático”. La diputada evaluó que, además del personal del servicio de ginecología de cada hospital, ante diagnósticos de anencefalia u otras malformaciones que hagan necesaria la inducción de un parto, debería actuar un equipo de terapeutas, que brinden asistencia psicológica a la paciente y su familia.
El proyecto fue presentado simultáneamente ante las comisiones de Salud y de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, y se espera que sea aprobado antes de fines de año. La legisladora aclaró que “no le estamos dando una orden al Ejecutivo porteño, simplemente le estamos dando un respaldo y validando las decisiones que se tomen en este aspecto”. “Personalmente, espero que esto siente un precedente, y que permita medidas similares en el ámbito provincial y nacional”, agregó González Gass.

Las dos sentencias contrapuestas

La Corte Suprema
- Silvia T. confirmó, en octubre del año pasado, que el hijo que gestaba padecía de anencefalia, durante una ecografía realizada en la maternidad Ramón Sardá. Cuando las autoridades del hospital se negaron a interrumpir el embarazo sin una autorización judicial, Silvia presentó un recurso de amparo.
- El Tribunal Superior de la Ciudad de Buenos Aires hizo lugar al pedido de Silvia, considerando que “la negativa del hospital a practicar el acto médico sin previa autorización judicial resulta ilegal y arbitraria”. Sin embargo, el asesor de incapaces porteño, Roberto Cabiche, apeló el fallo.
- El caso llegó a la Corte Suprema de la Nación, donde con seis votos a favor y dos en contra, se confirmó la sentencia del Tribunal Superior porteño. “Lo que la Corte ha tratado de proteger es la salud de una madre que sufre el drama de tener un niño gravemente enfermo en su seno, y que (sabe que) el momento de su máxima felicidad será el de su máximo dolor”, señaló el juez Eduardo Moliné O’Connor.
- El fallo prioriza el derecho de la madre “a la protección de su salud, psicológica y física”, al tiempo que recalca que no está avalando “un aborto”.

La Corte bonaerense
- Tras recibir un diagnóstico de anencefalia, A.B. se presentó en mayo ante un juez de Garantías de La Matanza, para solicitar una autorización para interrumpir su embarazo. El magistrado se declaró incompetente, y derivó el caso a un tribunal de Familia que autorizó la inducción del nacimiento.
- Pero al igual que en el caso de Silvia T., la asesora de incapaces apeló la sentencia y el caso llegó a la Corte Suprema bonaerense. Seis de sus miembros votaron en contra de adelantar el parto.
- Eduardo Pettigiani, uno de los jueces que se opuso a la sentencia de primera instancia, consideró que, si se avalara la resolución del tribunal de La Matanza, “deberíamos sostener que todo feto que sufre de anencefalia no es un ser humano sino un cadáver, un cuerpo muerto, una cosa”.
- El voto en disidencia de los otros tres miembros de la Corte bonaerense se basó en el fallo de la Corte Suprema de la Nación en el caso de Silvia T. El juez Juan Carlos Hitters señaló que “el simple objetivo de prolongar la vida intrauterina del menor no puede prevalecer ante el daño psicológico de la madre, que lleva en su seno un ser desprovisto de cerebro”.

 

 

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