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Las mil y una maneras de decir la
palabra “tango” en la Madre Patria

Julio Bocca con el Ballet Argentino, Adriana Varela y Fernando Samalea ofrecieron diferentes miradas sobre lo que representa Buenos Aires. Fito Páez cierra hoy la Semana Argentina en Madrid.

Julio Bocca, muy popular en España, deslumbró con el espectáculo �Piazzolla Tango Vivo�.

Por Esteban Pintos
Desde Madrid

El tango convoca. El teatro Lope de Vega volvió a llenarse como en la primera noche de este festival argentino, esta vez para aplaudir calurosamente a Fernando Samalea y su extraña búsqueda sonora de un tiempo perdido, y para ovacionar de pie a Julio Bocca y Adriana Varela. Paralelamente, con las proyecciones de Viaje por el cuerpo (Jorge Polaco) y El nadador inmóvil (Fernando Rudnik), finalizó anoche la muestra de cine argentino. Hoy, por otra parte, concluirá la parte musical, con los shows de Leo García, Ariel Rot, Antonio Birabent y Fito Páez.
En el tango y su noche, Adriana Varela y Julio Bocca fueron los grandes protagonistas de esta cuarta velada: el bailarín que es un nombre por el cual, en buena parte del mundo, se habla de Argentina, y la cantante que hace de la seducción y el tono guarro –nunca más apropiada la palabra, aquí que fue acuñada–, dieron vueltas alrededor de la música porteña por naturaleza. Si hacía falta algo para completar una noche argentina, el ex futbolista –hoy director deportivo del Real Madrid– Jorge Valdano se dio una vuelta por aquí. En un día por demás especial: el 29 de junio se cumplieron quince años del segundo título mundial conseguido por la Selección Argentina. Fue en México 1986 y esa tarde, Valdano convirtió uno de los goles de aquella final con Alemania. Presente en la sala desde temprano y con algunos argentinos memoriosos alrededor, no tardó en suceder que alguien se lo recordara. ¿Quién podría olvidarlo?
Difícil, también, será olvidar una performance como la de Adriana Varela. Esta mujer que canta tangos con voz de hombre, mientras seduce e intimida desde el escenario, tiene todo para ser la cara internacional del tango argentino. “Sí, soy la morocha argentina”, respondió a un piropo obvio pero verdadero. Acompañada por una impecable formación en la que brillaron todos los integrantes (el pianista Marcelo Macri, el saxofonista Bernardo Baraj, el guitarrista Horacio Avilano, el bandoneonista Walter Castro y el bajista Marcelo Torres), Varela hizo verdad aquello de saber desde dónde se viene, para tener en claro hacia dónde ir. Homenajeó con un contundente repertorio a los grandes poetas porteños, pero también citó a Jaime Roos –”De la canilla”, pícaro tanguito sobre las penurias de un soltero típico– y a Joaquín Sabina, en una amilongada versión del hit nostálgico “Con la frente marchita”, ese que habla de la chica que vendía artesanías en Madrid y se volvió a Buenos Aires. “Anclao en París”, “Así se baila el tango” y “Corrientes y Esmeralda”, nada menos, abrieron su actuación. Como si se dirigiera a ella misma, cerró con “Malena”. ¿Adriana canta el tango como ninguna? A la salida del teatro, perdiéndose por la Gran Vía, más de un español que la vio en vivo, podría responder afirmativamente.
Antes de esta diva rea, Samalea superó su prueba con altura, buen gusto y riesgo. Es imposible no pensar en esta última palabra cuando se escucha lo que ahora Samalea emprendió casi como desafío personal a partir de su definitiva inclinación por el bandoneón como instrumento mimado. Sus discos-libro, el último de los cuales, Metejón, recién fue editado aquí, envuelven una música cosmopolita y de intenciones galácticas: la percusión tiene una fuerte presencia, el bandoneón dibuja por sobre ella y luego se van uniendo un saxo y un violón. No es tango en el estricto sentido de la palabra y su categoría genérica, pero sí es música de nostalgia porteña e inquietudes casi metafísicas.
La verdadera estrella de la noche era Julio Bocca, claro. Por él, las localidades se agotan en cualquier tipo de espectáculo que presente en esta ciudad. Esta vez fue “Piazzolla tango vivo”, es decir: Bocca bailando gemas del repertorio piazzollano, con ejecución en vivo del quinteto de virtuosos que integran Sebastián Prusak, Nicolás Guerschberg, Gustavo Toker, Sergio Rivas y Germán Martínez. Sobre ellos, con coreografíascreadas por Ana María Stekelman, Bocca y el Ballet Argentino hicieron más estilizada y seductora la música del gran Astor. El bailarín dibujó la inspiración de Piazzolla con movimientos felinos y con él brillaron sus acompañantes. Fue el mejor final posible de una noche en donde hubo evocaciones del pasado, viajes hacia el futuro y mucho sentimiento.

 

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