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CAVALLO AUN NO LOGRO EL CONTROL DE PAMI Y ANSES, PERO AVANZA OTRO AJUSTE
Mingo corta, pero Alfonsín cuestiona

Cavallo pasó casi toda la jornada, tras su regreso de Italia, en Olivos. Pero no logró superar la valla que interpuso Alfonsín a que se le otorgue el control de la obra social de jubilados y de la seguridad social, para garantizar un fuerte recorte de gastos. Si no se lo dan, el establishment amenaza con un nuevo golpe de mercado. En medio de una nueva tormenta, a De la Rúa se le aguó la convocatoria a la unidad nacional.

Por Raúl Dellatorre

La oposición del ex presidente Raúl Alfonsín a dejar crecer la figura de Domingo Cavallo dentro del gobierno de la Alianza postergó, al menos por una horas, el intento del ministro de Economía de capturar para su entorno a los dos organismos clave en materia previsional y de seguridad social: el PAMI y la Anses. Tras una prolongada reunión en Olivos, a pocas de haber descendido del avión que lo trajo de Italia, Cavallo pudo al menos exhibir un éxito parcial: avanzó en su propósito de imponerle al Gobierno un nuevo recorte del gasto público y comprometió al presidente, Fernando de la Rúa, a disponer por decreto una reestructuración del Estado y la Anses, que supondría eliminación de organismos en el primer caso y achicamiento de la estructura administrativa en el segundo. La reaparición de Alfonsín como figura de contrapeso de Cavallo no sólo le complicó la estrategia al gobierno de De la Rúa sino que alarmó al establishment financiero, que respondió con veladas amenazas de un nuevo golpe de mercado si la “izquierda radical” sigue negándose a tragar la píldora cavallista como antídoto contra la crisis.
La jornada de domingo que habían imaginado De la Rúa y las principales espadas del cavallismo –que permanecieron en Buenos Aires mientras su jefe estaba de gira por Alemania e Italia– se presentaba pletórica de halagos para “el Mingo”. Apenas arribado al país –lo hizo poco antes de las 8 de la mañana–, se presentaría ante De la Rúa en Olivos, entre ambos acordarían las nuevas designaciones en el PAMI y la Anses y los planes y reformas al régimen previsional y al sistema de seguridad social, base de un ahorro que algunos imaginaron del orden de los 3 a 5 mil millones de pesos anuales para las arcas del Estado. Por la tarde, el plato fuerte del día, según la agenda prevista, era un encuentro con Alfonsín, para que éste bendijera el acuerdo. Pero no pudo ser.
Ya al bajar del avión, Cavallo fue informado sobre la inesperada reacción de Alfonsín del sábado, cuando cortó al medio la neblina porteña declarando estar “en contra del pensamiento de Cavallo sobre el PAMI y la Anses” y desmintió “terminantemente que vaya a reunirme con el ministro para hablar de ese tema”. Los allegados le comentaron a Cavallo que la reacción de Alfonsín se había producido tras ver la trascendencia en los medios que había tenido el acuerdo pergeñado, que hacía aparecer al ministro de Economía como el hombre fuerte del Gobierno y, a su vez, a los jubilados, presentes y futuros, como los perjudicados por el ajuste. De ese lugar se corrió Alfonsín el sábado, descolocando a propios y extraños. “Raúl va a salir a criticar, pero como para diferenciarse un poco, y nada más”, cuenta un dirigente cavallista que le comentó este sábado, temprano, un hombre de Gobierno, que estuvo cerca del encuentro en el que se terminó de abrochar el traspaso del manejo del PAMI de las manos del ministro de Salud, Héctor Lombardo, a las del titular de Economía, representado en la ocasión por el vicejefe de Gobierno, Armando Caro Figueroa. Es evidente que el propio radicalismo no tenía bien calibrada la respuesta del presidente de su partido.
El cronograma previsto se vio alterado. En vez de un prolongado y apacible desayuno, Cavallo dedicó sólo cuarenta minutos del mediodía para encontrarse con De la Rúa en Olivos, junto al jefe y vicejefe de Gabinete, Chrystian Colombo y Caro Figueroa. Allí se intercambiaron las novedades y quedaron en volver a encontrarse, en una reunión más amplia, a las 17. Mientras tanto, el titular de Economía ya había reunido a su tropa en el Palacio de Hacienda al mando de Daniel Marx, viceministro y secretario de Finanzas. Su labor era avanzar en un programa de ajuste, un nuevo proyecto de reforma previsional y en un esquema de racionalización del PAMI, la Anses y el Estado en su conjunto. Todo ello, se esperaba, iba a ser lanzado, incluso con el compromiso de apoyo de la oposición, en el contexto de una “convocatoria a la unidad para superar la emergencia nacional”. A esa altura, sin embargo, los funcionarios de Economía yaempezaban a sospechar que su trabajo podía terminar siendo simplemente un ejercicio teórico.
A la reunión de la tarde en Olivos se sumaron Patricia Bullrich y Nicolás Gallo. De la Rúa venía de compartir el primer tiempo del equipo de Pekerman frente a Ghana con los mencionados, más su hijo Antonio. No pudo terminar de ver el partido, ante la llegada de Cavallo y Caro, ajenos por completo al evento futbolístico. No traían gorrito ni vincha sino voluminosas carpetas de trabajo y gráficos. La discusión, que se inició por un nuevo intento por demostrar la inevitabilidad de un nuevo ajuste -”para evitar seguir asustando a los inversores”, repitió varias veces Cavallo–, derivó rápidamente hacia el conflicto por el control del PAMI y la Anses. De la Rúa intentó explicar la imposibilidad de avanzar en un plan reprobado por el alfonsinismo en momentos en que se pretendía lanzar una convocatoria a la unidad nacional. Cavallo insistió en que sin darle el control de dichos organismos, no había señal de que “esta vez, va en serio”. Los términos resultaron incompatibles, al menos por ayer, y su discusión sólo consiguió prolongar la reunión.
El Frepaso, a través de Darío Alessandro –titular de la bancada aliancista en la Cámara baja– se había sumado ya a la embestida contra los planes de Cavallo, aunque en forma más elíptica que Alfonsín. El legislador cuestionó los recortes al gasto social y reclamó prestarle más atención al “mercado interno” y menos a “las presiones del exterior”.
De poco valieron las promesas de Cavallo de que no iba a tocar las partidas del gasto social sino que apuntaría a “hacer más eficiente” el gasto. La resistencia a su avance, que hasta el viernes parecía diluida, había tomado cuerpo. Pero quedaba una fuerza de choque sin utilizar para vencer esos obstáculos: la voz de “los mercados”.
Desde distintas consultoras de riesgo –las que aconsejan a los fondos de inversión del exterior cuándo comprar y cuándo desprenderse de títulos de la deuda pública– y desde círculos influyentes de banqueros, se agitaba ayer el fantasma de la “izquierda radical”, como se alude a la reaparición de Alfonsín. Desde su perspectiva, el Gobierno tiene planteado hacia adentro una puja sin medias tintas: Cavallo y Alfonsín disputan para sacarse uno al otro del Gobierno. Y afirmaron ante este diario, no sin insidia y con bastante poco rigor, que “los gobernadores asumen más la crisis que el propio Gobierno: cuando tienen que ajustar, ajustan, inclusive pagándole a sus empleados los sueldos en bonos, pero el Gobierno nacional sigue dando vueltas antes de decidirse a meter mano en el PAMI y la Anses”. Esperarán las próximas horas para ver si el Presidente se decide a otorgarle a Cavallo todo el poder que éste reclama para llevar adelante su propio plan de salvataje. “De lo contrario, el país se incendia”, dicen más como amenaza que como premonición, tratándose de sectores estrechamente ligados a quienes conforman el “riesgo país” día a día.
Cavallo abandonó la residencia de Olivos anticipando que no viajará hoy a Tucumán, adonde irá De la Rúa para encabezar los actos por el Día de la Independencia pero, además, esperaba poder lanzar una convocatoria a la unidad nacional rodeado de todo su Gabinete, gobernadores y dirigentes de la oposición. Poco a poco, los convidados se fueron bajando. Ayer, el ministro de Economía justificó el faltazo anunciando que permanecerá toda la jornada elaborando lo que llamó el plan de modernización del Estado, pero en rigor sería el nuevo ajuste al sector público, con un recorte estimado en el gasto del orden de los 2 a 3 mil millones de pesos (anualizado). El programa también prevé la reorganización de la Anses.
El ministro remarcó que el objetivo es lograr “una organización ágil para impulsar la transformación que necesita el sector público, eliminando la burocracia y la ineficiencia”. Y al ser consultado acerca de si había solicitado más poderes, respondió que “el Presidente me ha dado todo el poder que necesito como ministro de Economía: estamos trabajando como un gobierno cohesionado, con un liderazgo claro del Presidente”. Sin embargo, fuentes cavallistas aseguraron que hoy seguirá la pelea. “No está cerrado”, anuncian cuando se les pregunta si resignarán la posibilidad de manejar el PAMI y la Anses a cambio de facultades amplias para recortar el gasto. “Hay que pacificar a los mercados, y de esta forma no se consigue”, pontifican, pero a la vez confiesan una dificultad en su propio equipo. “Ya empezó a instalarse la desconfianza, y hasta que no aparezca firmado, se tiene la sensación de que ningún acuerdo está en firme, porque el Ejecutivo es muy permeable a las presiones”, dicen aludiendo al presidente de la Nación, pero sin nombrarlo.
En el alfonsinismo, en tanto, se preguntan si el gesto de su líder debe ser acompañado por una firme postura anticavallista o si tan sólo debe ser aprovechado para negociar mejor hacia futuro. Todavía persisten dos posiciones con diferentes matices sobre “qué hacer con Cavallo”. Hay quienes piensan que debe dársele todo el poder “para que se queme con su propia política y no le queden excusas”. Otros, entre los que se incluiría el propio Alfonsín, responden que “para qué darle más poder, si ya fracasó”. Ni una ni otra postura desliga a la Alianza de la suerte que corra el plan de Cavallo. Esa entelequia que llaman mercado, que hasta hace apenas unas horas aparecía como el enemigo mayor del ministro, hoy surge como su principal aliado. Por eso hoy es tan audaz para el Gobierno apostar a Cavallo con todo el poder como dejarlo adentro limitado. Y muchos temen que al ministro, como a esos chicos muy traviesos, si no lo dejan manejar el autito, prefiera romperlo.

 

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