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Jacques Rogge puso fin a la Era Samaranch en el COI

El belga fue elegido nuevo presidente del Comité Olímpico Internacional. Es el delfín del catalán pero quiere atacar el gigantismo de los Juegos.

Por Günter Deister
Desde Moscú

La Era Samaranch llegó a su fin con el ascenso a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI) del belga Jacques Rogge, en un cambio tanto de estilo como generacional. Rogge fue elegido como octavo presidente del COI sucediendo al español Juan Antonio Samaranch, que deja el cargo tras 21 años con un doble triunfo: la elección de Pekín como sede de los Juegos de 2008 y el triunfo de Rogge, su candidato favorito. Su hijo, Juan Antonio Samaranch junior, fue elegido hoy miembro del COI; él mismo seguirá ligado a la entidad como presidente honorario, y dispone además de unos días hasta que le entregue el viernes a Rogge en Lausana las llaves del Chateau de Vidy.
“Tengo el honor y la alegría, aún como presidente del COI, de anunciar al mundo que mi sucesor es el doctor Jacques Rogge”, dijo Samaranch ante la 112ª Asamblea General reunida en Moscú. La elección fue celebrada en la Sala de las columnas del palacio “Dom Soyuzov”, la misma donde el 16 de julio de 1980 Samaranch inició una de las sagas más exitosas de la historia olímpica.
Rogge, de 59 años, médico cirujano, fue votado por un período de ocho años. El hasta hoy vicepresidente del COI es el segundo belga en acceder a la presidencia del organismo tras el conde Henri de Baillet-Latour entre 1925 y 1942. El belga de Gante fue elegido en la segunda ronda de votación tras haber sido eliminada en la primera la estadounidense Anita DeFrantz. Derrotó además en la segunda por mayoría absoluta de 59 de 110 votos al surcoreano Un Yong Kim, sorprendente segundo con 23 votos, al canadiense Richard Pound (22) y al húngaro Pal Schmitt (6).
Kim, que perdió buena parte de sus posibilidades al proponer 50.000 dólares anuales para cada miembro por “gastos de representación”, siguió la ceremonia desde lejos, a diferencia de DeFrantz, que parada detrás de Samaranch se veía al borde de las lágrimas, y que fue una de las primeras personas en ser saludada por Rogge.
Samaranch, que fue condecorado con la orden olímpica de oro por su sucesor –“en reconocimiento a su notable mérito en el mundo del deporte”–, deja el cargo el mismo día en que lo asumió hace 21 años y en la misma ciudad.
La sesión de ayer ofreció un hecho novedoso: por primera vez fue rechazado un miembro propuesto para el COI. La víctima fue el ex presidente suizo Adolf Ogi, aunque aparentemente no por sus calidades personales. Los países del Tercer Mundo parecieron intentar de esa manera llamar la atención sobre ciertos desequilibrios en el COI, que de 128 miembros tiene sólo 17 de Africa y 14 de Latinoamérica, pero con Ogi hubiera sumado el sexto suizo. “Es una gran responsabilidad liderar el COI. Prometo trabajar muy duro por el futuro del COI y los Juegos Olímpicos”, dijo Rogge tras anunciarse su elección.
Uno de los desafíos del belga es continuar con la reforma del COI y el movimiento olímpico tras el escándalo de sobornos de Salt Lake City, que le costó el puesto a diez miembros del organismo por aceptar dinero en efectivo, obsequios y becas del comité de candidatura de Salt Lake City durante la etapa de elección de la sede de los Juegos de Invierno de 2002.
Rogge fue siempre el favorito de Samaranch, y necesitó sólo dos rondas para ser elegido por un período de ocho años con opción a una reelección por cuatro años más. El belga habla cinco idiomas, entre ellos el español, y está desde hace sólo diez años en la elite del deporte mundial, aunque su carrera como miembro del comité ejecutivo es muy destacable.
Campeón mundial de vela dos veces, participó en tres Juegos Olímpicos sin ganar medallas. Valora el trabajo de Samaranch en el COI, pero aspira a introducir importantes cambios, especialmente para acabar con “la espiral de gigantismo” que el español admitió como una de sus asignaturas pendientes. “No a los jets privados, no a vueltas alrededor del mundo, no a los regalos y no a las fiestas” fue uno de los lemas de campaña delbelga, que pretende reducir el nivel de “espectáculo” de los Juegos y dar pasos decisivos en la lucha contra el doping.

 

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