Por Olivier de
Bruyn
André Polonski y Mika
Muller, dignos representantes de la alta burguesía suiza, forman
una pareja aparentemente sin historias. El (Jacques Dutronc) es un pianista
virtuoso, célebre en el mundo entero. Ella (Isabelle Huppert) reina
en una tradicional y prestigiosa fábrica de chocolates. Su existencia
parece ordenada como un reloj helvético hasta el día en
que una encantadora señorita que ellos sostienen no conocer aparece
y afirma ser la hija del músico. Si el hombre detrás de
la cámara no se llamara Claude Chabrol, sin duda este argumento
minimalista daría lugar a un drama psicológico siniestramente
previsible. Sí, pero... el cineasta de El carnicero y de La ceremonia,
el director más prolífico de la nouvelle vague, nuevamente
en gran forma, dinamita los usos y costumbres de la película de
suspenso. Gracias por el chocolate, su largometraje número 52,
no se interesa más que en el mecanismo criminal. La tranquilidad
de Lausanne es muy mentirosa. Entre dos tasas de chocolate y tres sonrisas
amables, la capitana de la empresa prepara a fuego lento un extraño
juego ambiguo, manipula, juega con la realidad...
Como su heroína, Chabrol percibe y boicotea las expectativas del
espectador. Con la ayuda de su coguionista Caroline Eliacheff (psicoanalista
y esposa del productor Marin Karmitz), el director firma una obra refinada
e intrigante donde la sinrazón flirtea con el humor negro. Una
película que invita a encontrar a Chabrol y someterlo a un abecedario,
parcial pero sabroso.
A de aburrido
¿Mika envenena para conjurar su aburrimiento? Quizás.
Pero, creo yo, es sobre todo para conjurar una incertidumbre frente a
ella misma. Mika es débil, pero calculadora. Ella duerme a los
otros para manipularlos mejor. Es un viejo truco que existe en todos lados.
En general, siempre me pregunté si la pasión por el cine
era la expresión del aburrimiento en la vida. En mi caso, la respuesta
es claramente ¡no!
B de Bordeaux
En Gracias por el chocolate no se ve nunca a nadie bebiendo
vino o ingiriendo alimentos. Hay comidas, sí, pero nadie las consume.
Esa puede ser la clave de la película...
C de chocolate
Quería ver si era posible que una persona para nada
perversa, como yo, podía realizar una película que lo es
totalmente. Y tuve la idea de contar la historia de una envenenadora que
ama el chocolate. Chocolate que siempre se asocia a Suiza. El título
de la película es el de una novela de Charlotte Armstrong, que
adapté muy libremente. A decir verdad, durante mucho tiempo pensé
que el título era malo. Pero la ventaja es que incita a la gente
a felicitarlo a uno...
D de Dutronc
A Jacques Dutronc, no lo conocía. Almorzamos juntos
y, al final, casi nos teníamos de la mano. Le dije que le enviaba
el guión. Me contestó que era inútil. Es un tipo
impresionante. Uno no sabe si preferir sus cualidades o sus defectos.
En realidad, es un tímido autista. Lo que le permite hacer todas
las tropelías. Su dualidad gigantesca lo hace formidable. El actúa
aun cuando no lo hace. El lo sabe, sabe que se sabe y así sucesivamente....
H de Huppert
Todavía hoy, después de tantas películas
juntos, llega a sorprenderme. Cada vez, hay un momento en que me digo:
Esa muchacha tiene descaro. Conmigo, su prestigio cultural
no existe. Como no existe con nadie... Esla actriz con la que me encuentro
más cómodo al filmar. Y siento que ella es la mejor para
mi forma de rodar. En ese sentido, estamos hechos el uno para el otro.
Es una constatación, a la que no pretendo encontrarle explicación...
En la época de Violette Noziere, ella ya trabajaba muy bien, pero
todavía tenía influencias, digamos dudosas... Se liberó
completamente de ellas. En un momento, Isabelle parecía estar contenta
de obtener medallas gracias a mis películas. Yo también
estaba encantado. Ahora, creo que se burla de esas condecoraciones...
J de juego
Sería necesario que se combinara con la M de masoquista.
La intriga es algo que siempre me aburrió, pero como soy masoquista,
tuve que desarrollar una. Y ahí empecé a disfrutar, porque
debía destruir la intriga, romper todas las puertas...
L de Lang (Fritz)
Si, por la austeridad, veo evidentemente la relación...
Al final, las últimas películas de Fritz Lang no son más
películas por su sequedad: son esqueletos de películas.
En cuanto a mí, aunque no llego seguramente a darle una patada
en las nalgas a la gente, hay innegablemente un lado a tomar o a
dejar en mis últimas ficciones. Antes, buscaba siempre un
pequeño truco para estar seguro de que la gente no rompiera las
butacas o se durmiera. Ahora ya no me importa. Dicho eso, conmigo, contrariamente
a lo que se producía con Lang, hay siempre algo de chocolate.
O de obsesión
Partí de un idea que, en mí, reemplaza la obsesión:
no hacer una película que progrese sino una película que
se destruya. Poco a poco fui sustrayendo y al final no había nada:
sólo un abismo. Mika, el personaje que interpreta Isabelle, tiene,
evidentemente, una idea fija. Pero es muy difícil de determinar.
¡Incluso para ella misma! La película describe casi la idea
fija de una fijación...
P de psicología
Al final de la película, Mika se repliega en ella misma,
en un movimiento fetal. Caroline, mi coguionista, aprobó esa elección
de puesta en escena. Ella me dijo que, como Mika no conoció a sus
padres, es como si ella se hubiera construido a sí misma para el
crimen, como si ella se dispusiera a nacer a la hora del desenlace...
Pero seamos claros: todas estas interpretaciones, ¡uno tiene todo
el derecho que no le importen nada! Sin embargo, cuando se edifica una
película sobre el mecanismo de las obsesiones perversas, es mejor
no fallar y ser creíble.
S de Suiza
Como todos saben, Suiza es el país de la neutralidad.
Y la neutralidad para mí está estrechamente ligada a la
noción de perversidad. Y además hay otra razón: cuanto
más filmo, más necesidad tengo de filmar el agua. En Suiza,
hay muchos lagos, por la tanto es perfecta. ¡En todo caso, evidentemente
no elegí filmar ahí para esconder la plata!
|